A causa de la propagación de la variante ómicron, la ciudad de Shanghái, con 25 millones de habitantes y considerada la capital financiera de China, sufre la peor ola de coronavirus desde la originada en Wuhan hace más de dos años
El último jueves, la policía reprimió y desalojó a residentes de la comunidad de Zhangjiang, en Shanghai, para utilizar sus casas como lugares de cuarentena para los infectados de COVID-19.
En los videos compartidos en redes sociales se observa a los policías vestidos con trajes para materiales peligrosos, empujando, golpeando y reteniendo a la fuerza a los propietarios que se resistieron a ser desalojados.
Asimismo, en otras imágenes se ve a los manifestantes arrodillados en el suelo suplicando a la policía que no se los lleven. Otros vecinos, en cambio, permanecieron de pie gritando y filmando los abusos cometidos contra ellos.
Por su parte, las autoridades no escatimaron en detener a los residentes que intentaron romper los bloques policiales.
Los habitantes del complejo —en el que residen unas 500 personas— ya tenían partes del edificio en cuarentena desde el pasado mes de marzo, según denunciaron varios usuarios de la red social Weibo.
Días más tarde, las autoridades les notificaron que se ampliaría la zona de cuarentena dentro del complejo, lo que provocó un fuerte rechazo y reacción por parte de los vecinos tras el incremento de las restricciones por la propagación del coronavirus.
Ante la censura de imágenes y videos publicados por parte del Gobierno chino, los usuarios de Weibo decidieron compartir las imágenes con garabatos rojos para evitar que las eliminen. “¡Si borran esto, volveré a publicar!”, desafió un usuario.
“La mayoría de los policías ahora no ayudan a la gente a resolver sus problemas; solo mantienen la estabilidad social”, protestó una persona en la red social.
Algunos usuarios compartieron las imágenes con garabatos rojos para evitar que sean censuradas por el gobierno chino. Foto: captura – Infobae
Los habitantes de Shanghái parecen cada vez más exasperados por las dificultades de acceso a los alimentos y por el aislamiento forzado de personas que dan positivo en centros de cuarentena, cuyo confort e higiene son precarios.
Las manifestaciones son mucho menos frecuentes en China que en Occidente, aunque se producen de forma regular. Son poco mediatizadas, aunque tienen eco en internet, donde la velocidad de los contenidos supera la capacidad de la censura.
El ministerio de Salud informó el viernes de 24.000 nuevos casos positivos en China; de estos, se detectaron en 23.000 en Shanghái. Son cifras muy elevadas para el país asiático que aplica una muy estricta estrategia contra la COVID-19.
Con información de AFP