Por: Eduard Ribas A. EFE
Lo que iba a ser una sesión telemática ordinaria del Consejo Permanente de la OEA se convirtió en una histórica reunión cuando el representante nicaragüense, nombrado por Ortega en octubre pasado, pidió la palabra.
“Tengo que hablar aunque tenga miedo, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos. Tengo que hablar porque si no lo hago, las piedras mismas van a hablar por mí”, declaró.
McFields dijo tomar la palabra “en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida” en Nicaragua desde el 2018.
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“Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible”, prosiguió el embajador.
Criticó que Nicaragua es el “único país de Centroamérica” donde no hay separación de poderes, elecciones creíbles, partidos políticos independientes, organismos de derechos humanos ni periódicos impresos.
Denunció que el Gobierno de Ortega ha cerrado 137 ONG y lamentó que 170.000 nicaragüenses hayan tenido que huir del país. Sin embargo, opinó que “hay esperanza”, porque, según dijo, “la gente de adentro del Gobierno y de afuera está cansada de la dictadura”.
Ortega nombró a McFields como embajador ante la OEA en octubre del año pasado, después de que el organismo exigiera a Nicaragua la liberación “inmediata” de los opositores presos de cara a los comicios presidenciales del 7 de noviembre. Sin embargo, la relación entre la OEA y Nicaragua no mejoró, hasta el punto de que ese país anunció en noviembre su salida del organismo, que no reconoció el resultado de los comicios en los que Ortega se impuso por un quinto mandato.
Precisamente McFields, periodista de profesión, era hasta ahora el encargado de pilotear la salida de Nicaragua de la OEA.
Tras sus palabras, el Gobierno de Nicaragua se deslindó de la figura de McFields y aseguró que su representante ante la OEA es Francisco Campbell Hooker, embajador en EE. UU.
“El señor Arturo McFields no nos representa, por lo cual ninguna declaración suya tiene validez”, señaló la Cancillería nicaragüense.
En su alegato, McFields dijo que días antes de anunciarse la salida de Nicaragua de la OEA pidió a la Cancillería la liberación de 20 opositores presos de la tercera edad y de otros 20 con un estado de salud delicado, pero no le hicieron “caso”. “En el Gobierno nadie escucha y nadie habla”, expresó.
El gesto del nicaragüense, inesperado por ser un alto funcionario del Gobierno de Ortega, recibió un contundente respaldo de buena parte de los miembros de la OEA.
El secretario general Luis Almagro opinó que McFields tomó “la posición éticamente correcta” y le ofreció la “protección” del organismo.
Por su parte, el representante interino de EE. UU. ante la OEA, Bradley Freden, aplaudió el “coraje” del nicaragüense e instó a Ortega a escuchar sus palabras: “Si continúan por el mismo camino, no podrán evitar perder el apoyo de su propia gente”, expresó. También recibió aplausos de los representantes de Uruguay, Perú, Brasil, Colombia y Ecuador.
Opositora. Ocho años de prisión para Cristiana Chamorro. Foto: AFP
“Es una decisión que ha estado torturándome por mucho tiempo”, dijo el todavía embajador en entrevista con el diario El País tras su controversial protesta en la OEA.
Una de sus principales preocupaciones, relata, es su familia, pues teme que la dictadura de Ortega pueda atentar contra la integridad de la misma.
“No soy un superhéroe, pero uno no puede dejar que sus miedos sean más grandes que sus convicciones”, afirma desde Washington, donde esperará su destitución oficial publicada en el diario principal de Nicaragua.
Gioconda Belli, poeta nicaragüense exiliada
“Es bueno saber que quedan personas con calidad y ética en Nicaragua para denunciar desde dentro lo que sucede en ese gobierno...”.
Harold Forsyth, embajador OEA
“Su conducta es admirable porque ha demostrado tener mucho coraje de salir públicamente ante la violación de derechos humanos que se vive en su país”.
Detonante. La opositora Cristiana Chamorro Barrios, a quien el dictador nicaragüense Daniel Ortega mandó encarcelar para no tenerla como rival en las controvertidas elecciones presidenciales recientes, fue condenada este lunes a ocho años de prisión. Le inventaron cargos.