Managua. EFE
El iraní Mohsen Rezai, uno de los imputados por la Justicia argentina por el atentado de 1994 contra la mutua judía AMIA de Buenos Aires, que dejó 85 muertos y sigue impune, no fue el único personaje polémico que participó el lunes en la toma de posesión del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y por lo que protestó Argentina.
En la ceremonia de investidura de Ortega y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, también estuvieron los expresidentes salvadoreños nacionalizados nicaragüenses Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, ambos acusados de corrupción en su país.
Además, el mandatario saliente de Honduras, Juan Orlando Hernández, cuyos dos períodos en el poder estuvieron salpicados por denuncias y acusaciones de corrupción y nexos con el narcotráfico, y que, cuando fue presentado como uno de los invitados, recibió abucheos y gritos de “¡fuera, JOH”.
Daniel Ortega, un exguerrillero de 75 años que está en el poder desde 2007, busca obtener un cuarto mandato. Foto: EFE
Asimismo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por quien el Gobierno de Estados Unidos ha ofrecido 15 millones de dólares por cualquier información que lleve a su captura.
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También acudió el canciller del Gobierno del expresidente Rafael Correa en Ecuador, Ricardo Patiño, quien fue acusado de instigar a la violencia durante el Gobierno del expresidente Lenín Moreno, y contra quien pesaba una orden de prisión.
Argentina fue el primer país en expresar su “más enérgica condena” por la presencia del iraní Mohsen Rezai, quien es vicepresidente de Asuntos Económicos de Irán, y su presencia en Managua constituye para el Gobierno de Alberto Fernández “una afrenta a la Justicia argentina y a las víctimas del brutal atentado terrorista contra la Asociación Mutual Israelita Argentina.