En la madrugada del jueves 25 de noviembre, los 132 pasajeros del vuelo 2751 de la aerolínea brasileña Azul vivieron una experiencia pavorosa después de que las aeromozas alertaran entre gritos que abandonaran inmediatamente el avión porque iba a estallar, según recoge el portal G1.
El incidente se registró pasadas las 2.00 a.m. en el Aeropuerto Internacional Merechan Rondón de Cuiabá, una ciudad brasileña, capital del estado de Mato Grosso. Los tripulantes ya se encontraban a bordo y la aeronave, un Airbus 320 que tenía como destino la ciudad de Guarulhos (Sao Paulo), estaba a punto de despegar.
“Las azafatas empezaron a decir que el avión iba a estallar, que debíamos evacuar el avión. Era pura desesperación. Nadie podía abrir la puerta. No sé cuántas personas ya se habían ido frente a mí, pero logré salir, gracias a Dios”, contó a G1 la pasajera Juliana Amorim, que se lanzó por los toboganes de emergencia cuando aún estaban prendidas las turbinas del avión.
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Agregó que otros usuarios tuvieron dificultades para salir de la aeronave por el tobogán porque el motor estaba en marcha y el viento era muy fuerte, por lo que algunos presentaron abrasiones leves.
Dos mujeres, una embarazada que resultó muy afectada por el incidente y otra que tenía una lesión en el tobillo, fueron llevadas a un hospital, según detalló la empresa que administra la terminal Aeropuertos Centro Oeste en un comunicado publicado por el medio local JP.
En los videos que grabaron los pasajeros y que publicaron medios brasileños, se puede observar cómo la desesperación y el pánico se apodera de ellos mientras se agolpan en el pasillo en busca de la salida de emergencia para saltar a la pista del aeropuerto, que tuvo que paralizar sus labores durante más de dos horas.
De acuerdo a los funcionarios, que han prometido seguimiento a los afectados, la aeronave tuvo que abortar el despegue por una falla eléctrica. Entonces, el comandante de vuelo procedió a desalojar el avión, que ahora está en mantenimiento y bajo investigación, añade JP.
Según Juliana Amorim, durante la evacuación vio mucha gente herida, porque el tobogán trasero no llegó a tocar el suelo. “Cuando bajé por el tobogán la turbina estaba encendida, quizá por eso el tobogán no abrió de todo” y “hubo personas que se cayeron desde arriba”, manifestó a G1.
Wenderson Campos, otro pasajero que viajaba con su esposa e hijo, dijo al medio que el avión frenó bruscamente antes de que la azafata les gritara que salieran inmediatamente, en medio de humo y olor a quemado.
“La gente empezó a empujar. Todos bajaron por el tobogán, detrás de la turbina. Bajé, dejé a mi bebé y volví a buscar a mi esposa y ella se cayó y se lastimó. Otra mujer se rompió el pie y una mujer embarazada se sintió muy mal. Solo había una ambulancia”, mencionó.
Su esposa, Natalya do Nascimento Campos, aseguró que los servicios de ayuda tardaron mucho. “La gente no sabía lo que había sucedido y no sabía cómo transmitirnos lo que estaba pasando”, aseveró.