Miles de afganos intentan salir del país desde el último domingo 15 de agosto cuando el Talibán, movimiento islamista radical tomó el control de la capital de Afganistán, Kabul, tras una rápida ofensiva que sorprendió a Estados Unidos y a sus aliados, dos semanas antes de su retirada.
Organizaciones de derechos humanos llamaron a Joe Biden a mantener las tropas estadounidenses más allá del 31 de agosto en Kabul, donde garantizan la seguridad del aeropuerto durante las tareas de evacuación de extranjeros y afganos.
Pero en un discurso desde la Casa Blanca, el mandatario aseguró que no puede garantizar “el resultado final” del proceso de desocupación de Kabul, una de las “más difíciles de la historia” al final de una guerra de 20 años en Afganistán.
“Esta misión de evacuación es peligrosa. Implica riesgos para nuestras fuerzas armadas y se lleva a cabo en circunstancias difíciles”, dijo Biden, criticado por el caos de una operación dificultada por los controles de los talibanes en las inmediaciones del aeropuerto.
El cofundador de los talibanes y jefe negociador del grupo, el mulá Abdul Ghani Baradar, llegó este sábado a la capital de Afganistán, Kabul, para discutir con los líderes políticos afganos la formación de un nuevo Gobierno en el país tras la reconquista que culminaron los insurgentes la semana pasada.
Las tropas estadounidenses salieron brevemente del aeropuerto para recuperar a 169 personas que se encontraban no muy lejos en la ciudad, indicó el viernes 20 de agosto el Pentágono. Sin embargo, muchos siguen atrapados entre los puestos de control de los talibanes y las alambradas del ejército del país norteamericano, a la espera de un vuelo.
Entre los innumerables testimonios, un video publicado en las redes sociales muestra a afganos pasando un bebé que llora de mano en mano en el aeropuerto y dándoselo a un soldado estadounidense.
La imagen del bebé en pañales con roturas enrostra el drama y desesperación en Afganistán, mientras las familias intentan proteger a los suyos del régimen talibán. Foto: difusión
Joe Biden aseguró que están “en contacto constante con los talibanes” para lograr un “acceso seguro” de los civiles al aeropuerto y subrayó que la situación no afectó la “credibilidad” de Estados Unidos en la escena internacional.
La OTAN, que colaboró decisivamente en el esfuerzo militar en Afganistán, pidió también a los talibanes que permitan la evacuación de los que deseen marcharse.
Las evacuaciones de civiles quedaron suspendidas durante varias horas el viernes por la saturación de las bases de Estados Unidos en el Golfo, sobre todo en Catar, donde ya se hayan miles de refugiados, según el Pentágono.
Los llamados a los talibanes llegan en un contexto de temor dentro del país por las represalias del grupo radical islamista, pese a sus promesas de tolerancia y reconciliación.
Los talibanes intentan convencer al mundo y a los afganos de que no ejercerán el poder de la misma manera que entre 1996 y 2001, cuando impusieron una visión extremadamente rigurosa de la ley islámica, que penalizaba especialmente a las mujeres.
Pero, según un documento confidencial de la ONU consultado por la AFP, los islamistas tienen “listas prioritarias” de personas que desean arrestar. En primera línea están quienes ocuparon puestos de responsabilidad en las fuerzas armadas afganas, la policía y las unidades de inteligencia.
“Toman por objetivo a las familias de quienes se niegan a entregarse y las castigan basándose en la sharia” o ley islámica, declaró a la AFP Christian Nellemann, director del Centro Noruego de Análisis Globales.
El último viernes, la cadena pública alemana Deutsche Welle informó de que el familiar de un periodista que trabajaba para ellos en Afganistán y que ya se encuentra en Alemania fue asesinado por los talibanes.
“El pánico y el miedo” reinan entre los periodistas afganos, en particular las mujeres, informó el viernes la Federación Internacional de Periodistas (FIJ), que dijo haber recibido “centenares de demandas de ayuda”.
Los llamados a los talibanes llegan en un contexto de temor dentro del país por las represalias del grupo radical islamista, pese a sus promesas de tolerancia y reconciliación. Foto: EFE
Algunas señales de oposición ante el nuevo régimen han comenzado a surgir. Aldeanos armados arrebataron el viernes a los islamistas tres distritos de la provincia de Baghlan (norte), según medios locales.
En el valle del Panshir, al noreste de Kabul, Ahmad Masud, hijo del célebre comandante Masud, asesinado por Al Qaeda en 2001, junto al ex vice presidente Amrullah Saleh, instaron a la resistencia y aseguraron que están reuniendo a hombres, civiles y exsoldados.
Esta región es la única que no está controlada por los talibanes.
El antiguo vicepresidente Abdullah Abdullah publicó en Facebook fotos que lo muestran junto al expresidente Hamid Karzai (2001-2014) hablando con notables de Panshir, días después de que ambos se hubieron reunido con líderes talibanes.
Esta semana también se han celebrado pequeñas protestas aisladas en ciudades de Afganistán, en las que los afganos han ondeado la bandera negra, roja y verde del país.
El viernes 20 de agosto, día de descanso y oración para los musulmanes, los talibanes pidieron a los imanes que predicaran por la unidad. “Aquellos que tienen poca fe corren detrás de los aviones estadounidenses. No son buenas personas, deberían quedarse y construir su país”, señaló un erudito islamita en Kabul.
La mayoría de la comunidad internacional observa escéptica y afirma que juzgará “los actos” y no las palabras de los islamistas, que han asegurado que quieren buenas relaciones diplomáticas con todos los países, pero que no aceptarán ninguna injerencia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, pidió a la comunidad internacional que evite el “colapso” de Afganistán y advirtió que debe impedirse que los “terroristas” salgan del país, ocultos como refugiados.
Durante una rueda de prensa conjunta con la canciller alemana, Angela Merkel, el jefe de Estado de Rusia, uno de los países que no evacuó su embajada en Kabul, pidió además que no se intente imponer “valores ajenos” a Afganistán.
Los talibanes son un movimiento político-religioso de Afganistán, surgido a inicios de la década de 1990, tras el retiro de las tropas soviéticas en dicho país. El nombre de esta agrupación significa “estudiantes” en pastún y, según reportan medios como la agencia AFP, sus miembros fueron formados en las madrasas o escuelas coránicas de Pakistán.
Este colectivo tomó el poder en Afganistán entre 1996 y 2001, periodo en el cual implantaron una forma estricta de la sharia o ley islámica. En agosto de 2021, volvieron a controlar Kabul, la capital afgana.
Operación relámpago de los talibanes en Afganistán. Foto: La República
La aparición de los talibanes en Afganistán ocurrió en 1994. El movimiento estaba conformado en sus inicios por integrantes de la mayoría étnica pastún y suní, quienes rechazaron a las fuerzas soviéticas en los años ochenta. La agrupación luchó en la guerra civil posterior a la caída del régimen comunista en Kabul, sucedida en 1992. Su primer líder fue el mulá Mohammad Omar, imán de la ciudad de Kandahar, quien los encabezó hasta su muerte en 2013.
El actual líder supremo de los talibanes es Mawlawi Haibatullah Akhundzada, jurista islámico de alrededor de 60 años de edad. Conocido como el ‘Líder de los Fieles’, asumió el liderazgo de la organización en 2016 tras la muerte de su predecesor, Akhtar Mansour, en un ataque estadounidense con drones.
Mawlawi Hibatullah Akhundzada. Foto: difusión
Otras figuras principales del movimiento son el mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador de los talibanes y su actual líder político; Mohammad Yaqub, hijo del fundador Mohammad Omar y supervisor de las operaciones militares; y Sirajuddin Haqqani, dirigente de la red Haqqani que controla los activos militares y financieros en la frontera con Pakistán y que, según expertos, estaría detrás de los mayores atentados en Afganistán.
El mulá Abdul Ghani Baradar Akhund. Foto: difusión
Con información de AFP