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Australia, del ejemplo a la angustia en tiempos de pandemia

Un país que ha demostrado tener las herramientas necesarias para el correcto manejo de la COVID-19 tuvo un giro de 180º al detectar un crecimiento desenfrenado de casos durante los últimos meses.

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Desoladas. Calles en Australia lucen completamente vacías por el confinamiento en el país. Foto: EFE

Australia supo brillar frente al desolador panorama que advertía la llegada de la pandemia por COVID-19. Las acertadas decisiones del Gobierno —como el pronto cierre de sus fronteras, mecanismos de rastreo de contagios eficientes y test gratuitos— hicieron de este un país ejemplo frente a la lucha contra la propagación de un virus del que nadie estaba preparado. Sin embargo, hoy sufre un giro drástico que lo pone en la cola de países europeos que son más afectados que otros.

La COVID-19 deja un saldo de casi 4 millones de fallecidos a nivel mundial y aproximadamente 190 millones de personas se han contagiado; no obstante, de Australia tan solo provienen 913 muertes y 31.771 contagios hasta el cierre de este informe.

Las cifras podrían reflejar, a simple vista, un buen manejo de la primera etapa de la pandemia, pero la fracasada campaña de vacunación y la llegada de la variante Delta a tierras aussies ha puesto al país oceánico en una encrucijada: la nación podría estar perdiendo la batalla.

Entre el confinamiento y la variante Delta

La mitad de la población amanece hoy en medio de una cuarentena a raíz de un nuevo brote de coronavirus que se encuentra estrechamente vinculado a la presencia de la variante Delta en Sidney. Más de 300 casos de la nueva variación del virus, considerada como la más contagiosa hasta el momento, fueron detectados en varios puntos del país.

La nueva restricción durará hasta fines de julio y con ello se espera frenar la propagación a lo largo del territorio.

El domingo 27 de junio se ordenó el confinamiento de algunas ciudades, mientras que, con el pasar de los días, la medida se fue extendiendo hasta alcanzar a la mitad del país.

Desde que rebotó la (variante) Delta, los casos han comenzado a incrementarse y el pasado viernes han puesto más restricciones, como parar obras de construcción, trabajar desde casa, cerrar locales de trabajo que no son necesarios”, dice Edu Flores Moore, peruano residente en Sidney desde hace cinco años. Vacunado y con la dicha de conservar su trabajo en una residencia de ancianos, él recuerda con añoranza aquellos meses en los que ya no se reportaban casos de coronavirus y su vida había regresado a la ‘normalidad’.

Sin embargo, con la llegada de la variante más, el Gobierno tuvo que implementar nuevas restricciones más estrictas. “La multa ha subido, ahora es de 10.000 dólares”, añade Flores Moore, en referencia a quienes incumplan las restricciones y asistan a centros laborales pese a la prohibición.

Dos casos en particular han puesto en vilo a la comunidad aussie. En primer lugar, el caso de un conductor de 60 años que se contagió mientras transportaba a la tripulación de una compañía aérea en Sidney, quien afirmó no haber recibido la vacuna por miedo —la dosis que le tocaba era de AstraZeneca— y que no utilizó mascarilla porque su uso no era obligatorio.

En segundo lugar, el de un minero, quien viajó a diferentes ciudades antes de acudir a la mina ubicada en el Territorio del Norte, que se infectó mientras pasaba su cuarentena en un hotel. Desafortunadamente, se le detectó el resultado positivo cuando 900 trabajadores considerados como casos estrechos ya estaban distribuidos por diferentes zonas del país.

Según Marco Almerí, médico especialista en salud pública, el brote que se ha evidenciado últimamente habría tenido su origen en la llegada de vuelos internacionales, donde el Gobierno no detectó a tiempo un caso positivo y se expandió rápidamente.

“Toda persona que llega a Australia debe llegar a centros de cuarentena. No pueden salir de ese lugar hasta que no tengan síntomas positivos, que no vayan a ser personas portadoras de la COVID-19. Luego de eso recién pueden circular por la nación, pero algún caso se les debe haber escapado que ha motivado esta nueva cantidad que, para ellos, es significativa”, detalla.

Josh Frydenb, tesorero federal de Australia, ha anunciado que se encuentran en una nueva fase de la pandemia debido a la llegada de la variante más contagiosa y que su país se enfrenta a un momento crítico respecto a la lucha contra el virus.

En un país de más de 25 millones de habitantes, al menos 20 millones se encuentran bajo algún tipo de restricción que abarca desde el uso obligatorio de mascarillas hasta el confinamiento total.

Las medidas más estrictas aparecieron al inicio de la pandemia y no tienen pensado irse pronto. Por poner un ejemplo, las fronteras del país se encuentran cerradas desde hace más de un año, lo cual también ha generado un impacto en la salud mental de sus residentes y en el alto número de extranjeros que alberga.

“Estuve deprimido por un buen tiempo porque tenía planeado ir a Perú el año pasado. Tenía muchos planes con mi familia, pero lamentablemente las fronteras aún seguirán cerradas hasta el próximo año”, menciona Flores Moore.

Añade que las restricciones son variadas, como la prohibición de recibir visitas o ver a familiares e incluso el restringir la circulación de autos —solo se permite hacerlo en el área de residencia y únicamente para ir al supermercado—.

Por su parte, Almerí hace énfasis en que, debido al buen cerco epidemiológico que se ha creado en Australia, se espera que pronto se pueda controlar el avance del virus.

“Su objetivo es que dentro de seis semanas tienen que volver a cero. Más o menos en el mismo plazo que han llegado a esta situación crítica de confinamiento”, indica.

Una frustrada campaña de vacunación

Tan solo el 10,9% de la población se encontraba totalmente vacunada hasta el viernes 16 de julio, el equivalente a 2 578 614. Asimismo, 4 474 579 personas más tienen al menos una dosis, según el portal DatosMacro. A diferencia de España (49,32%) o Reino Unido (53,3%), Australia avanza a pasos cortos con una campaña que no da frutos hasta ahora para hacer frente a la pandemia.

La nueva ola de contagios ha llegado de la mano con una de desinformación respecto a la inmunización con ciertos fármacos.

Una encuesta realizada por los medios australianos The Sydney Morning Herald y The Age, junto a la compañía de investigación Resolve Strategic, afirma que la baja tasa de inoculación se debe principalmente al miedo de la población. El 50% de los encuestados confirmó que teme la presencia de efectos secundarios debido a su edad.

Las autoridades australianas señalaron que esperan alcanzar la inmunidad colectiva (al menos el 80% de la población) antes de abrir las fronteras. Frente a ello, el primer ministro, Scott Palmer, había señalado que se estimaba la vacunación de toda la población antes del 2022. Sin embargo, recientemente la estimación ha tenido que ser abandonada, ya que hasta el momento no se ha logrado la cifra ideal.

Aunque la campaña inició en febrero 2021, la cifra actual está por debajo de los 4 millones que se fijó para esta fecha.

“El Gobierno no ha fijado ni tiene planes de fijar nuevos objetivos para completar las primeras dosis. Queremos que esas primeras dosis se administren antes de fin de año, pero no será posible fijar estos objetivos debido a las diversas incertidumbres existentes”, dijo Morrison.

Las vacunas autorizadas hasta el momento en Australia corresponden a Pfizer y AstraZeneca. Sin embargo, debido a la reducida cantidad de dosis de Pfizer que arribó a suelo australiano, no se administraba a menores de 40 años, mientras que hasta el 28 de junio solo estaba permitida la inoculación de AstraZeneca a mayores de 50 años.

Actualmente, ya se ha autorizado la inoculación con AstraZeneca a menores de dicho rango etario, aunque queda aún el miedo de la población por recibirla debido a la gran campaña de desinformación luego de que se reportaran algunos pocos casos de coagulación de la sangre, conocida como trombosis con síndrome de trombocitopenia (STT). El porcentaje de inmunizados con este fármaco que desarrolla una trombosis es del 0,00034%, según datos internacionales.

“Los médicos australianos han informado que muchas personas lo han cancelado (la cita para AstraZeneca). También tenemos la Pfizer, pero solo ha sido esencial para ciertas personas, para quienes trabajan en un asilo, hospitales de salud, etc”, comenta Edu Flores Moore.

El Gobierno de Australia ha recibido 25 millones de dosis de la vacuna anti-COVID-19 de Moderna. Sin embargo, la entrega de 10 millones de dosis prevista durante este año no corresponde a una diferencia significativa para la campaña, ya que este fármaco aún debe ser aprobado por las autoridades reguladoras del país.

Marco Almerí añade que la campaña de vacunación ha avanzado de una extraña manera y podría tener relación con el “poco entusiasmo en la población para participar del proceso”. Agrega que el pueblo australiano no tiene todavía la inmunidad de rebaño, lo cual es un hecho curioso, ya que “ellos tienen los recursos para hacerlo”.

Aunque Morrison apunta que se firmó un contrato para que un total de 40 millones de dosis de Pfizer llegaran a lo largo del año debido a la contraindicación del otro fármaco permitido, la escasez actual de viales ha generado también que la inmunización nacional se vea afectada.

Polémica campaña para impulsar la inmunización

Ante el nuevo brote de contagios que tiene como epicentro a Sidney, el Gobierno australiano ha lanzado un anuncio en televisión con la finalidad de motivar a la población a vacunarse contra la COVID-19. Sin embargo, este ha generado críticas al considerar que provoca miedo y ansiedad.

El video muestra a una joven postrada en la cama de un hospital. Con evidentes problemas respiratorios y miedo en su mirada, la muchacha respira agitadamente mientras se mantiene conectada a un ventilador mecánico. No hace falta más de 20 segundos de la transmisión para evidenciar la crudeza de la enfermedad que la aqueja. Al finalizar, aparecen las frases: “El COVID te puede afectar a ti”, “Quédate en casa”, “Hazte una prueba” y “Agenda tu vacunación”.

Un país que ha demostrado tener las herramientas necesarias para el correcto manejo de la COVID-19 tuvo un giro de 180º al detectar un crecimiento desenfrenado de casos durante los últimos meses. Foto: captura de Youtube

El teniente general John Frewen, uno de los máximos responsables en el programa de vacunación del Gobierno australiano, señaló que el spot es efectivo y que el principal objetivo es alertar a la población sobre la grave situación que se vive en la capital y Nueva Gales, ciudades donde se ha reportada un alza significativa de casos.

Sin embargo, otro factor de crítica corresponde a que la protagonista del video es una mujer joven, mientras que las vacunas no son todavía accesibles para personas menores de 40 años.

Se avizora la llegada de restricciones cada vez más estrictas en un futuro no muy lejano del país oceánico. La batalla contra la tercera ola de contagios de COVID-19 puede estar perdida para el pueblo australiano, pero lo que más importa es cómo el Gobierno planea afrontar la situación.