El Ejército de Birmania declaró este lunes el estado de emergencia y toma el control político del país durante un año tras detener a varios miembros del Gobierno, informó el canal de televisión controlado por los militares.
El hasta ahora vicepresidente Myint Swe, quien fue nombrado en el cargo por los militares gracias a los poderes que les reserva la actual Constitución, asume la presidencia; mientras que el jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, controlará a las autoridades, apuntó el canal Myawaddy News.
La toma del poder castrense llega pocas horas después de la detención de algunos miembros del Ejecutivo, entre ellos su líder de facto, la Consejera de Estado y Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y el hasta hoy presidente, Win Myint, además de otros políticos y activistas, informó un portavoz del partido gubernamental Liga Nacional para la Democracia (LND).
Entre la treintena de detenidos también se encuentran activistas, escritores y artistas, según una lista extraoficial a la que tuvo acceso Efe.
Antes incluso de este golpe de Estado, Min Aung Hlaing, de 64 años, ya era seguramente el hombre más poderoso del país, al estar al frente de un ejército no controlado por el gobierno civil. Foto: AFP
Las líneas de teléfono y comunicaciones permanecen cortadas desde primera hora de la mañana en todo el país, mientras que el único medio de comunicación que se emite es el canal de los militares.
Durante la mañana se vieron en Rangún, la mayor ciudad del país, largas colas en los cajeros automáticos de los bancos, que en algunos casos se habían quedado ya sin efectivo.
El parlamento de Birmania tenía previsto celebrar este lunes la primera sesión de la legislatura tras las elecciones de noviembre de 2020, cuando la LND, formación de Suu Kyi, consiguió una aplastante victoria.
El poderoso Ejército de Birmania, que gobernó el país entre 1962 y 2011, cuando se inició una transición controlada hacia la democracia, finalmente rechazó, el sábado 30 de enero, esa posibilidad y garantizó en un comunicado su compromiso con la defensa de la Constitución.
La aplastante victoria electoral de Suu Kyi demostró su gran popularidad en Birmania, a pesar de su mala reputación internacional por las políticas contra la minoría rohinyá, a la que gran parte se le niega la ciudadanía y el voto, entre otros derechos.
El Ejército birmano detuvo a la jefa del Gobierno de facto de Birmania y nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, informó un portavoz de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND). Foto: EPA
Las supuestas irregularidades fueron denunciadas en primer lugar por el Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión (USDP), la antigua formación gubernamental creada por la anterior junta militar antes de disolverse.
La Comisión Electoral ha negado el fraude electoral en los comicios de noviembre, ganados con una mayoría aplastante por la Liga Nacional para la Democracia al conseguir el 83% de los 476 asientos del Legislativo.
El USDP fue el gran perdedor de las elecciones, al lograr solo 33 escaños, y se ha negado a aceptar los resultados, llegando a pedir que se celebren nuevos comicios organizados por el Ejército.
Los militares, que redactaron la actual Constitución en un plan de ruta para lograr una “democracia disciplinada”, contaban ya con grandes poderes en el país, al disponer del 25% de los escaños del Parlamento y de los influyentes ministerios del Interior, Fronteras y Defensa.
Tras conocerse las detenciones, las reacciones llegaron de todos los rincones del mundo: el Gobierno de EE. UU. dijo estar “alarmado” por los acontecimientos y la Unión Europea condenó “enérgicamente” el golpe de Estado militar.
Por su parte, China expresó su deseo de que la situación creada por el golpe se resuelva “dentro del marco constitucional y legal”.