Bolivia pasó años acostumbrada a elegir entre la izquierda que lidera el expresidente Evo Morales y la derecha. Este domingo, se repetirá la historia pero con un contexto totalmente diferente y pandémico.
Con Morales asilado en Argentina, su delfín (Luis Arce) se ha nutrido de su caudal político, que lo hace el favorito en estas elecciones presidenciales.
Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho son los mayores exponentes conservadores, cuya meta es forzar un balotaje.
Las últimas encuestas en Bolivia, resumidas por la CELAG, apuntan a que Arce aventaja a Mesa en un promedio de 7,5-10,9 puntos.
Para ganar necesita el 50% de los votos o un mínimo de 40% con una diferencia del 10% ante el segundo. De no alcanzar esos parámetros, habrá segunda vuelta.
Para Mesa se trata de los comicios “más importantes” en la historia de Bolivia, un “desafío histórico” para su democracia.
“La idea de nuestra propuesta electoral y a la idea de que el adversario a derrotar es el Movimiento al Socialismo”, dijo Mesa entrevistado en la víspera por la agencia EFE. Si logra una segunda vuelta, auguró “un trabajo muy intenso desde el punto de vista electoral y en el tema de las alianzas”.
Unas 7.332.925 personas están habilitadas para votar, de las cuales 7.031.294 viven en el territorio nacional y 301.631 (4,3%) residen en el extranjero, mayormente en Argentina y Brasil.
El viernes por la noche el presidente argentino Alberto Fernández denunció que legisladores de su país “fueron maltratados” y detenidos al llegar a La Paz para cumplir sus labores de veedores de los sufragios.
“Es directa responsabilidad del Gobierno de facto de Jeanine Áñez preservar la integridad de la delegación argentina”, afirmó en Twitter.
Arce se reunió con Michel Dóczy, embajador de la Unión Europea en Bolivia, y, entre otras cosas, denunció “la violencia ejercida por el Gobierno contra la misión argentina”.
Desde el Ejecutivo interino respondieron que “jamás se detuvo a nadie” en el aeropuerto internacional de El Alto.
La relación entre Bolivia y Argentina está muy afectada tras la renuncia de Morales y la posterior juramentación de Áñez como presidenta interina.
Para el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) es importante sumar el voto de sus partidarios radicados en Argentina.
En total serán elegidos 177 cargos hasta fines de 2025.
Alejandro López, antropólogo
Las elecciones de Bolivia son un acto de división profunda dentro de la izquierda y la derecha.
La división entre la derecha es fortísima, por eso la elección en primera vuelta se les ha puesto inalcanzable. Mesa vuelve a ser el candidato con más posibilidades.
Además, la candidatura de Camacho adolece de importantes grietas por su carácter cercano a la extrema derecha de Santa Cruz y las disputas con Pumari, el candidato “cívico” de Potosí.
Las esperanzas de la derecha se encuentran en forzar un balotaje (segunda vuelta) donde sí ha habido encuestas que les daban posibilidades de victoria.
Mientras tanto, el Gobierno ha sido acusado de manejar el proceso electoral al producirse sucesivos retrasos y limitarse el voto en el extranjero.