Las “terapias de conversión” para cambiar la orientación de sexual de personas LGTBI son “degradantes y discriminatorias”, dijo un experto independiente de la ONU, y pidió su prohibición a nivel mundial.
“Estas prácticas constituyen una violación flagrante de los derechos a la integridad física, a la salud y a la libre expresión de la orientación sexual y a la identidad de género de una persona”, afirmó Victor Madrigal-Borloz en un comunicado.
“Cuando se hacen por la fuerza, representan una violación de la prohibición de la tortura y de los malos tratos”, añadió el experto, que recogió en los últimos meses testimonios en un centenar de países.
Estas terapias “tiene por objetivo exclusivo a las personas LGTBI y a su integridad personal y a su autonomía porque su orientación sexual o su identidad de género no forman parte de lo que está considerado como una norma deseable”, declaró.
Los expertos independientes de la ONU forman parte del Consejo de Derechos Humanos, pero su opinión no compromete a la organización.
Las terapias de conversión, practicadas sobre todo en Estados Unidos, pero también en Europa, suelen aplicarse a adolescentes homosexuales o transgénero contra su voluntad.
Pueden implicar inyecciones masivas de testosterona o técnicas para inducir la aversión, como realizar electroshocks al mismo tiempo que se muestran actos homosexuales.
No existe ningún estudio que demuestre que es posible modificar la orientación sexual de manera permanente.
Sin embargo, está científicamente probado que estas “terapias” pueden provocar depresión, ansiedad, pérdida de sensaciones sexuales y riesgo de suicidio.