Los cálculos son tediosos y aburridos, opina Clara Grima, doctora e investigadora en Matemática. Para la científica, residente de España, estos originan que los niños pierdan el interés en la materia.
De hecho, según menciona, ni ella misma lo hace, ya que considera que lo “bonito” de las matemáticas es pensar.
“Soy doctora en matemáticas y no sé dividir con tres cifras ni sé calcular a mano una raíz cuadrada”, asegura en una entrevista para la BBC.
“Para mi, la lavadora lava mejor, un coche va a una velocidad que yo no voy a conseguir y una calculadora, calcula mucho más rápido que yo”, agrega.
Autora de ¡Que las matemáticas te acompañen!, Grima explica que lo que prima en esta disciplina es pensar, “una cosa que las máquinas no saben hacer”.
En 2011, Grima era docente universitaria, pero un suceso con su hijo la motivó a escribir y dedicarse a investigar y a la divulgación científica.
El niño de 6 años le preguntó qué símbolo era el que aparecía en su polo. “¿Una mesa o una portería de fútbol?”, le dijo. En realidad, era el número pi, pero la conversación acabó con una reflexión del menor: “El infinito es un invento de los matemáticos para cuando se cansan de contar”.
Desde entonces, la científica española empezó a escribir para divulgar las matemáticas.
“Los niños aprenden a odiar las matemáticas antes de estudiarlas porque está en el ambiente, en la sociedad (...) Lo hacen algunos famosos en la televisión o algunos youtubers (y se jactan de ello). Y esto va calando”, afirma.
En su último libro, mencionado líneas arriba, la doctora propone las matemáticas como un juego, donde solo se debe aprender las reglas y empezar a jugar.
Para Grima, las matemáticas se encuentran en los lugares más inesperados e incluso las reglas del “juego” a veces pueden ser inventadas. Es decir, las matemáticas se descubren y se inventan.
Por ejemplo, puede descubrirse mirando la naturaleza.
“Yo me puedo inventar una forma geométrica, pero esta no lo hemos inventado sino que, mirando a las células epiteliales, hemos descubierto que era una forma que se repite en todas ellas”, indica.
Pero también es posible crear normas y reglas.
“Por ejemplo, cogemos unos números, unos grafos o unas funciones, que son los objetos con los que vamos a jugar, y nos inventamos las reglas del juego, que puede ser cómo se forman, cómo se multiplican, cómo se dividen... Luego, a partir de esas reglas y jugando, descubrimos qué propiedades tiene”, indica.