El lunes 18 de diciembre de 2017, en vísperas de Navidad, Marie Scott (58) salió de su casa familiar en Hale, una localidad situada en el condado de Gran Mánchester (Reino Unido), y no volvió más.
Tomó el Metrolink (sistema de transporte), subió a un taxi, bajó en un centro comercial y nuevamente volvió a una estación, Rochdale Road. Esa fue la última vez que las cámaras de seguridad le siguieron sus pasos.
¿Por qué realizó todo ese trayecto? ¿Quién o qué la motivo a desaparecer? ¿Por qué no informó a los suyos? Todas esas interrogantes resuenan a tres años de su desaparición.
A finales del año pasado, la Policía local identificó una pierna humana flotando en el río Irwell, a una hora del canal marítimo de Mánchester, que une esa ciudad del Reino Unido con el mar de Irlanda.
Tras realizar las pruebas de ADN, este viernes se reveló que los restos pertenecen a Marie Scott. La búsqueda de estos tres años tuvo un final aterrador.
A través de un comunicado, la policía del Gran Mánchester se solidarizó con los deudos y lamentó que no hayan tenido “respuestas necesarias y merecidas” a su muerte.
“Las investigaciones sobre las circunstancias que rodearon la desaparición de Marie Scott continúan, pero en este momento, no se cree que existan circunstancias sospechosas y que nadie más esté involucrado en su desaparición”, dice la misiva.
Por su parte, el detective Simon Akker indicó que, tras involucrase en la búsqueda del caso, "mi corazón realmente está con ellos”.
“Este ha sido un viaje agonizante para las personas más cercanas a Marie y los apoyaremos mientras continúan aceptando la pérdida”, comentó conmovido.
Faltaban tres meses para que Marie celebrara su 41 aniversario de bodas y cinco para el cumpleaños de su nieto engreído.
“Todas nuestras vidas están destruidas sin que ella esté con nosotros. Extrañamos su sonrisa, el tiempo que compartió con nosotros, su amor y su amabilidad", dijo su hijo Stuart (37) a la prensa del Reino Unido.
“Ella está en nuestros pensamientos cada minuto, cada día”.