Un estudio de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, asegura que existe una enfermedad que mata a más personas en el mundo que el cáncer. Se trata de la septicemia, causante del fallecimiento de once millones de personas por año.
Según recoge la BBC, la cifra es “alarmante” para los investigadores, pues evidencia un crecimiento en el número de casos registrados anteriormente. Pero lo más preocupante de esta situación es que muchas veces la enfermedad no puede ser detectada con facilidad.
La británica Liz Frood, académica de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, fue víctima de septicemia en 2015. A consecuencia de la infección, perdió parte de su nariz y sus piernas.
En una entrevista concedida para el medio citado, Liz confesó que no sospechó en un primer momento que se tratara de algo grave. Como era una mujer saludable y en forma, creyó que había contraído un virus estomacal o gripe.
No obstante, luego comenzó a perder sensibilidad en sus extremidades.
“Me dolían mucho, yo creo que ya no era capaz de pensar bien sobre qué me estaba pasando", aseguró.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la septicemia parte de una infección. Cuando el sistema inmunológico o el cuerpo no responde de manera adecuada ante dichos organismos infecciosos, este se sobrecarga.
Entonces, los químicos que el cuerpo libera en el flujo sanguíneo para luchar contra una infección se muestran de manera desbalanceada o exagerada y empiezan a agredir a otras partes. Esto podría desencadenar lesiones en los tejidos, deficiencias en los órganos e incluso la muerte.
“Asesina silenciosa”: la enfermedad que provoca más muertes que el cáncer en el mundo
En el caso de Liz Frood, la septicemia le afectó partes visibles. Perdió parte de la nariz y sus dos piernas debajo de las rodillas. Internamente atacó su oído derecho y se quedó sorda de ese lado.
"Me tuvieron que reconstruir la nariz, pero ya no siento que sea la mía, está como aplastada. A veces de hecho siento que no reconozco mi propia cara y esa es una sensación muy rara", confiesa.
Esto no fue la única consecuencia para ella. Sus manos sufrieron graves daños y tuvieron que ser reconstruidas con carne de su muslo y de su ingle. Pese a ello, Liz utiliza guantes para cubrirlos.
No se conoce con certeza qué desencadena la septicemia. Sin embargo, algunos casos pueden derivar de condiciones bacterianas o víricas. Y si es tratada a tiempo, hay una gran posibilidad de obtener un resultado favorable.
Los síntomas muchas veces pueden ser confundidos, como lo ocurrido con Liz Frood, ya que puede presentarse como una gripe u otro tipo de infección. Suele provocar presión baja y fiebre.
El Fondo de Septicemia del Reino Unido ahonda otras señales que serían causas de alarma. Estas son dificultad para hablar, escalofríos o dolor muscular, ausencia de orina, dificultades severas para respirar y manchas en la piel o decoloración.
Mohsen Naghavi, uno de los investigadores del estudio citado, indica la necesidad de identificar estos signos para prevenir las tantas muertes que provoca la septicemia.
“Necesitamos un enfoque renovado en la prevención de la septicemia entre los recién nacidos y en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos, un factor importante de la enfermedad”, agrega.