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Guaidó busca una segunda oportunidad

Venezuela. A un año después de su elección como presidente de la Asamblea Nacional y como mandatario interino, reconocido por casi 60 países, el líder opositor de este país intenta la reelección para enfrentar nuevamente al régimen de Maduro.

El País, España

El político que lideró las expectativas de cambio en Venezuela enfrenta, un año después de su elección como presidente de la Asamblea Nacional, una crisis de legitimidad que radica en que, en definitiva, nada ha cambiado en el país caribeño en el plano político.

Este domingo Juan Guaidó culmina el primer mandato al frente del Parlamento, dominado por la oposición a Nicolás Maduro, y busca revalidar el cargo por el que fue reconocido como mandatario interino por casi 60 países. Pero si 2019 comenzó con la promesa de un giro político profundo, que pasaba por el mantra del fin del chavismo, el inicio de una etapa de transición y la convocatoria de elecciones libres, 2020 lo hace sin motivos de celebración.

Guaidó pide una segunda oportunidad, mientras Maduro consiguió atrincherarse en el poder pese a una ofensiva casi permanente durante los seis primeros meses del año.

Estrategia frustrada

La estrategia de Guaidó, dirigente del partido Voluntad Popular que se estrenó casi como un completo desconocido, fue una montaña rusa. El político, que se proclamó como presidente encargado el pasado 23 de enero durante una multitudinaria movilización, lo confió todo al apoyo de Estados Unidos y, en menor medida, de la vecina Colombia.

Sin embargo, tanto la Administración de Donald Trump como el Gobierno de Iván Duque acabaron ciñendo su respaldo a la retórica y a algunas sanciones que no han logrado quebrar el aparato chavista.

Fallida rebelión

El propósito de romper las Fuerzas Armadas y provocar una rebelión masiva se quedó en un goteo de deserciones que se aceleraron con el intento fallido de introducir en febrero ayuda humanitaria por la frontera.

El alzamiento militar del 30 de abril fue un episodio de máxima tensión, aunque la implicación de altos cargos como el exjefe de la inteligencia, Cristopher Figuera, no impidió que su máximo logro fuera la liberación de su arresto domiciliario de Leopoldo López, hoy asilado en la residencia del embajador de España.

Mientras tanto, Guaidó hizo equilibrios entre los sectores moderados de la oposición, dispuestos a ensayar un diálogo con el chavismo como ocurrió el pasado verano bajo el auspicio de Noruega, y los más radicales, que siguen fantaseando con la hipótesis de una intervención militar y no ocultan su malestar con él.

Su reelección este domingo es un escenario probable, pese a la ofensiva puesta en marcha por el chavismo que, según fuentes conocedoras de las negociaciones internas, urdió una trama de sobornos a diputados opositores. Maduro no está dispuesto a abandonar el poder y lo ha demostrado en repetidas ocasiones. Y el hartazgo de la gran mayoría de la población choca con su necesidad de salir adelante y lidiar con el día a día después de dos décadas de gestión que han llevado al país a la ruina de la hiperinflación y a un éxodo sin precedentes de más de cuatro millones de personas.

Tiene posibilidades, pese al boicot del chavismo

“No tiene sentido no haber aprendido de los fallos, porque no siempre la vida te da una segunda oportunidad. No haber conseguido sacar adelante una transición no es un triunfo. Pero tampoco un fracaso total, se trata de un juego que está en desarrollo”, opina el politólogo Benigno Alarcón sobre el panorama al frente de Juan Guaidó.

El experto dice que el opositor venezolano tiene muchas posibilidades de continuar este domingo al frente del Parlamento, para lo que solo necesita una mayoría simple, que el chavismo ha intentado boicotear primero con la persecución y el acoso judicial de los legisladores y más recientemente con la compra de sus votos.