El arqueólogo ucraniano, Iván Borkovsky, desenterró un esqueleto guerrero en el castillo de Praga en el año 1928, sin embargo, en ese momento, era un exiliado de la Guerra Civil Rusa y estuvo a cargo de las excavaciones como un simple asistente del jefe de arqueología en el Museo Nacional de la capital de la República Checa, y se le impidió publicar las conclusiones de este descubrimiento.
Desde ese momento, arqueólogos han lidiado con la identidad de este esqueleto del siglo X y sus restos que, presuntamente, fueron explotados por los nazis y soviéticos, por razones ideológicas.
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En una imagen publicada por el Instituto de Arqueología de Praga se observa al esqueleto que su cabeza, por ejemplo, está mirando hacia la izquierda, en su mano derecha descansa una espada de hierro y en su mano izquierda hay un par de cuchillos.
A su otro lado hay, lo que podría haber sido una navaja de afeitar y un acero de fuego, es decir, un encendedor medieval que era símbolo de estatus.
En sus pies se encuentran los restos de un pequeño cubo de madera, mismos que usaban los vikingos para tomar agua, una cabeza de hacha de hierro.
Pero, según la BBC Mundo, es la espada del esqueleto es lo más valioso y bello actualmente.
“La espada es de buena calidad, probablemente hecha en Europa occidental”, dice Jan Frolik, profesor de arqueología en la Academia Checa de Ciencias.
Una imagen que muestra cómo se encontró el esqueleto. Foto: Instituto de Arqueología de Praga.
Ese tipo de espada fue utilizada por los vikingos en el norte de Europa, la Alemania moderna, Inglaterra y Europa central, y también por otros.
“Así que la mayoría de su equipo es vikingo o al menos similar a lo vikingo. Pero su nacionalidad es un interrogante”, agrega.
En el año 1939, los nazis llegaron a Praga y rápidamente se aferraron a la teoría vikinga, ya que encajaba perfectamente en la narrativa alemana de la pureza racial.
Luego de ello, Borkovsky fue presionado para trabajar al servicio de la academia nazi, bajo la amenaza de ser enviado a un campo de concentración, y su texto, fue complementado alterado y luego publicado con las afirmaciones históricas alemanas.
Luego de la guerra, Borkovsky tuvo que cambiar la versión y decir que había sido presionado para que inventara la idea vikinga.
Desempolvó apresuradamente la interpretación más antigua de su antiguo jefe: que el esqueleto en realidad pertenecía a un miembro importante de la dinastía eslava de los Premislidas, que gobernó Bohemia durante más de 400 años hasta 1306.
"Sabemos con certeza que no nació en Bohemia", dice, y explica Jan Frolik, y que el análisis de isótopos radiactivos de estroncio en los dientes del guerrero demostró que había crecido en el norte de Europa, muy probablemente en algún lugar de la costa sur del mar Báltico o quizás Dinamarca.
“Sí, pero solo porque nació en el Báltico no significa automáticamente que fuera un vikingo. En aquel entonces, la costa sur del Báltico también albergaba eslavos, tribus bálticas y otros”.