Los mandatarios del G20 lograron adoptar, in extremis, un consenso de mínimos sobre el clima, pero las negociaciones fueron difíciles, pues algunos países parecen dispuestos a alinearse con la posición de Estados Unidos, una postura negacionista sobre los efectos devastadores del cambio climático.
El comunicado final de su cumbre en Osaka (Japón), firmada por 19 jefes de Estado y de gobierno, se refiere a la “irreversibilidad” del gran acuerdo de lucha contra el cambio climático firmado en París en 2015.
Estados Unidos se mantuvo al margen, como en las anteriores citas del G20, tras haber intentado bloquear la declaración, según la presidencia francesa.
Un compromiso poco ambicioso, pero que supone un respiro para los defensores del medio ambiente.
"Habida cuenta de la situación actual, el formato 19+1 es el mejor escenario posible, pero por supuesto que, en vista de los grandes riesgos climáticos, esto no es un acuerdo ideal", declaró a la AFP Yukari Tkamura, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Tokio.
"La noche de las negociaciones fue difícil", dijo por la mañana una fuente diplomática, que mencionó "una posición muy dura" de los negociadores estadounidenses.
“Estados Unidos trató de empujar a varios gobiernos, incluidos Arabia Saudita, Brasil y Turquía, a edulcorar el texto”, indicó Yuki Tanabe, de la oenegé Japan Center for a Suitanaible Environment and Society (JACSES).
Por su parte, la Unión Europea hizo todo lo posible por “mantener, al menos, los compromisos existentes en los últimos G20”.
Japón, que acogió la cumbre, no facilitó la tarea, al parecer. Pues, “desde el principio, no querían una configuración 19+1, sino una declaración única” que no aislara a su aliado estadounidense, lamenta el activista ecologista.
"Esto muestra dos cosas: que es un tema extremadamente difícil y que se puede lograr, pero que cada vez hay que mostrar más determinación y unidad europea", prosiguió la presidencia francesa.
Ante los medios, el presidente francés, Emmanuel Macron, amenazó con no firmar el texto si la declaración no apoyaba el Acuerdo de París, su “línea roja”.
La presidencia francesa temía también una eventual defección de los grandes emergentes. “Esto ya no sería un 19+1 [Estados Unidos contra el resto del G20], sino 18+2 o 17+3, etc, lo que nos resultaría inaceptable”, señaló.
El balance es moderado: "evitamos retroceder pero tenemos que ir mucho más lejos", resumió el presidente galo al término de la cumbre.
En este ballet diplomático, China también se situó en primera línea, difundiendo junto a Francia y Naciones Unidas una declaración común, previa a la COP25 que se celebrará en Chile en diciembre.
El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, subrayó en esta ocasión la "urgencia" de la cuestión climática. "Es un desafío mundial y la respuesta debe ser multilateral", insistió.
El G20 de Osaka era una cita importante, pues los defensores de la causa climática albergan pocas esperanzas de cara a la próxima cumbre, en 2020.
"Estoy muy preocupado, pues el año que viene, el G7 tendrá lugar en Estados Unidos y el G20 en Arabia Saudita", primer exportador mundial de petróleo y gran aliado estratégico de Estados Unidos, afirmó Tanake.
“Las negociaciones se complicarán todavía más”, apuntó el profesor Takamura, pero sin ceder al pesimismo.
“No creo que el Acuerdo de París esté en peligro”, consideró. Y aunque el escepticismo respecto al cambio climático complique la situación, la movilización es cada vez mayor “en el terreno, en la sociedad”, donde la juventud se implica, e incluso en el mundo de la empresa, donde crece la sensibilidad en cuanto al calentamiento global.
“Es eso lo que podrá salvar el acuerdo del riesgo de debacle”, zanjó el experto.
Autor: AFP