“Solamente Dios puede disponer de mi vida, no tú”, le dijo Haydée Cáceres al coronavirus una madrugada del 2021. “Me dio un ataque de ansiedad. Estuve sola porque no quería que mis hijas vengan, no quería que se contagien. ¡Pobrecitas! Me traían todo lo que necesitaba y yo les decía: ‘¡váyanse!”, nos cuenta por teléfono.
Aunque estaba al cuidado de una técnica de enfermería, decidió levantarse de su cama. “Vine a mi comedor y con un palito, con todas las lisuras habidas y por haber, dije: ‘¡yo no voy a morir!’. Mis vecinos habrán pensado que estaba loca (ríe)”.
Esa madrugada, la primera actriz armó una lista de cosas por hacer. Ese año había continuado dando clases por Zoom y recibía las primeras noticias de “El corazón de la luna” y fue elegida la mejor actriz en un evento australiano. Desde el jueves la veremos en la piel de una anciana que sobrevive trabajando como cargadora en una ciudad hostil.
Haydee Cáceres junto a Julio Wissar, director de Crea, productora. Fotografía: Marco Cotrina
En esa atmósfera, ‘M’ no habla, vive sola y mientras cuida con devoción a una hormiga, llega un robot a protegerla. “Los personajes están aquí, son reales. Salimos de nuestra casita y los vemos en la ciudad. Yo soy muy observadora y me iba a sitios. Por ejemplo, fui a La Parada a observar, ahí tenemos un montón de personajes. He visto varias ‘M’ por ahí”.
Cuando Aldo Salvini la convocó, no pudo “ni dormir” pensando cómo iba a construir el personaje. “Yo soy muy chamba. Una actriz tiene que representar todo ese mundo a través de acciones físicas y de sonido guturales. No es un remedo de nada y lo tienes que hacer excelente”.
Formada en la Escuela de Arte Dramático, prefiere siempre hablar del “trabajo en equipo”. Las letras las repasaba con su esposo, el recordado primer actor Humberto Cavero. “Este año hubiéramos cumplido 48 de matrimonio. Somos de la misma promoción, nos conocimos en la escuela”.
A Cáceres la hemos visto destacar en teatro, televisión, en comedia, drama, en papeles secundarios y también ha colaborado con sus colegas en películas más comerciales, pero esta vez internacionaliza su carrera. “El cine es un trabajo de héroes. Pero hay que hacerlo bien, con amor”. Para ella El corazón de la luna es el reto “más grande”, pero también significa acercarse a la realidad.
“Es una crítica también al sistema. Está podrido, corrupto, que no da oportunidades de que el ser humano se desarrolle en una sociedad justa y digna. Este es un personaje tan complejo y a la vez conmovedor. Ha sido como experiencia actoral, muy lindo, pero la realidad no es linda, se te pone la piel de gallina”.
La actriz terminó el rodaje de su próxima película, la comedia Viejas amigas y ya está ensayando la obra de teatro “El hombre sin memoria”. Dice que hay cambios en el cine con protagónicos femeninos. “Es hacer algo distinto y muy valioso para todos. Siempre estuvo el machismo ahí pegado (sonríe). Antes los protagonistas eran los hombres, pero ahora ya se han dado cuenta que nosotras somos capas. Podemos abordar todo tipo de personajes”.
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Que los homenajes lleguen después, es algo para cuestionar. “Vienen cuando ya estamos en nuestro cajón, pero no, no debe ser así. El trabajo de actor es un trabajo fuerte y un trabajo que no lo reconocen, piensan que es un hobby. No es salir en la televisión y hacerse popular. Hay que prepararse, tienen que ver la calidad y el talento. Tu actuación tiene que trascender”.
Sus hijas también están dedicadas al arte. Dos de ellas, en el extranjero, le dicen que se mude con ellas. “¿Qué hago allá con el idioma? Yo tengo la esperanza que todo esto va a cambiar en Perú. Por lo pronto no, porque no les interesa ni el arte ni la cultura a nuestros gobernantes. ¿Tú crees que los congresistas van al teatro? ¡Ninguno! Les interesa más estar peleando por otras cosas que por el bien del Perú”.
Propone recordarles el guion de “El corazón de la luna”. “(Sonríe) Hay que ponerles el cartel en el Congreso y en Palacio de Gobierno”.