Robert Evans, el productor que convirtió a Paramount Pictures en uno de los estudios insignia del ‘Nuevo Hollywood’ de los 70, falleció el sábado 26 de octubre a los 89 años de edad, según comunicó su publicista Monique Moss.
“Lamentamos comunicar que este fin de semana falleció un icono del cine. Siempre vas a quedar en nuestra memoria #RobertEvansRIP”, expresó la relacionista.
Robert Evans
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Robert Evans fue un productor de cine independiente de la Paramount Pictures, reconocido por sus trabajos en “Rosemary’s Baby”, “Chinatown”, “El padrino”, “Love Story”, entre otras grandes producciones.
Con tan solo 34 años de edad, Evans se convirtió en uno de los mejores productores cinematográficos que trabajaron para la Paramount, que por esas fechas, a mediados de los sesenta, estaba en el noveno puesto del ranking de productoras cinematográficas.
Robert Evans
Evans ascendió meteóricamente, pero no todo fue color de rosa en el camino de este productor, todo lo contrario, a Bob le pusieron trabas, pero gracias a su talento y la percepción de su entorno, consiguió salir airoso junto a directores de la época como Roman Polanski y Francis Ford Coppola.
Su conflictivo carácter también fue muy famoso en Hollywood como demuestra su relación de amor-odio con Francis Ford Coppola, con quien también trabajó en el muy turbulento rodaje de “The Cotton Club” (1980).
Robert Evans
Evans se casó y se divorció en siete ocasiones, y se hundió en la depresión y los problemas de adicciones a partir de los años 80. En los 90 volvió a la actividad profesional, pero sin el brillo de su época dorada. Además, Evans publicó una autobiografía titulada “The Kid Stays in the Picture” que en 2002 se convirtió en un documental.
Robert Evans
El escritor Peter Biskind, en su clásico libro sobre Hollywood “Easy Riders, Raging Bulls”, describió el gran legado cinematográfico de Evans pero también su complicada y agitada vida. “Lo que a Evans más le gustaba era la compañía de las mujeres, sobre todo la de modelos, actrices y prostitutas. Cuando despertaba por la mañana, nunca recordaba sus nombres. Tenía un ama de llaves que le servía el desayuno en la cama (...) y que debajo del plato de la tarta le ponía un papelito con el nombre de la chica de turno”, escribió Biskind. Con información de EFE.