Peruanista francés nacido en Australia es un incansable viajero, lingüista y filólogo experto en dialectos del quechua. EL PERÚ EN EL CORAZÓN. El peruanista y parte de su obra impresa por el Instituto Francés de Estudios Andinos. • A LA CONTRA CON GERALD TAYLOR • Peruanista francés nacido en Australia • Incansable viajero, lingüista y filólogo experto en dialectos del quechua • Investigador del Instituto Francés de Estudios Andinos • Políglota: además de varios idiomas europeos domina el javanés y otras lenguas de Indonesia • Tradujo al francés y al castellano el ‘Manuscrito Quechua de Huarochirí’ • Investiga el quechua norteño, luego de identificar siete dialectos en Yauyos Roberto Ochoa B. –¿Usted eligió el quechua o el quechua lo eligió a usted? –Descubrí el quechua en Colombia, lo estudié en Ecuador, Perú y Bolivia. Me interesó su enorme difusión y sus numerosas variantes. Pero fue su profundidad histórica la que me terminó de convencer: existen documentos en quechua –no necesariamente religiosos– desde el siglo XVI. –¿Y su vocación lingüística? –Empezó en Australia. Mi ingreso a la universidad coincidió con la migración de asiáticos. Después de la segunda guerra mundial, los australianos descubrimos que no éramos europeos. Allí nació mi interés por las lenguas de Indonesia. –¿Fue su primer contacto con las lenguas llamadas ‘exóticas’? –Uno de mis primeros viajes fue recorrer Indonesia, pero cuando viajé a París descubrí que en la Sorbona se enseñaba javanés antiguo. Y en París también descubrí el castellano, porque en aquellos años (principios de los 60) en el barrio latino se hablaba más castellano que francés. –¿Fue así como nació su interés por el Perú? –Yo diría que por Latinoamérica. Coincidí con muchos latinoamericanos, entre ellos muchos peruanos como los pintores peruanos Gerardo Chávez y Alberto Quintanilla. –¿Y decidió viajar al Perú? –La verdad es que yo estaba de viaje por Italia y había un barco que partía a México. El pasaje costaba menos de cien dólares y me embarqué (risas). Luego seguí por Colombia y Ecuador... –¿Y en el Perú cuál fue su primer quechua? –El dialecto huanca gracias a un recorrido por el valle del Mantaro. Luego viajé a Ayacucho y conocí a Luis Lumbreras y a mi paisano John Earls. –¿Se quedó en Ayacucho? –No podía dejar de viajar. Llegué a Cusco, continué hasta Bolivia donde conseguí un trabajo, pero igual seguí hasta Brasil y retorné a Francia. –Oiga, Dr. Taylor, ¿usted nunca estaba quieto? –Claro que sí. Cuando volví a Francia me inscribí para un doctorado en filología. Luego me salió un viaje barato a Brasil, pero allá me agarró la crisis de mayo del 68. El franco se devaluó y tuve que vender hasta mi grabadora para sobrevivir (risas). Fue entonces cuando volví al Perú. –Por fin. ¿Es cierto que conoció a José María Arguedas? –Alberto Torero me había recomendado estudiar los quechuas norteños. En esos días hubo una reunión a la que Arguedas nunca pudo llegar. –Arguedas ya había traducido el ‘Manuscrito Quechua de Huarochirí’. –Así es. Yo me dediqué a la traducción francesa, pero descubrí que la paleografía del Manuscrito dejaba mucho que desear; investigué y de ahí salió la traducción al castellano. –¿Por qué cree que en el Perú no se enseña bien el runasimi? –Es un tema muy difícil, pero existe mucho desprecio por lo indígena. Una de las razones por las que se pierde un idioma es por la falta de autoestima y porque la enseñanza debe ser atractiva. En el Perú el quechua se ha ideologizado. Es increíble que el ‘Manuscrito Quecha de Huarochirí’ no forme parte de la enseñanza bilingüe en el Perú, cuando se trata de un libro fundamental para todo peruano. Es una obra única en su género en toda América Latina.