
El último gran sismo en Perú de 7.9 que destruyó más de 48.000 viviendas: dejó más de 500 fallecidos y más de 1.200 heridos
El devastador terremoto que golpeó Pisco en 2007 permanece en la memoria colectiva de Perú. A 17 años, el reciente sismo en Lima y Callao revive temores de una tragedia que dejó marcas imborrables en Ica, Chincha y todo el sur del país.
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La mañana del 15 de junio de 2025, un sismo de magnitud 6.1 sacudió Lima y el Callao, provocando la evacuación de edificios y comercios, y sembrando el temor entre los ciudadanos. Aunque el Instituto Geofísico del Perú (IGP) de momento no ha reportado destrucciones estructurales graves ni víctimas, el movimiento telúrico activó las alarmas sobre la vulnerabilidad sísmica del país y muchos usuarios compartieron daños en casas, centros comerciales como Plaza Norte e incluso reportaron la muerte de un hombre de 37 años.
En ese contexto, la memoria colectiva volvió a una fecha trágica: el 15 de agosto de 2007, cuando un potente terremoto de magnitud 7.9 sacudió violentamente la costa sur del Perú. Pisco, Ica, Chincha y otras localidades sufrieron una devastación que dejó más de 500 muertos, más de 1.200 heridos y una infraestructura de más de 48.000 viviendas colapsadas. 18 años después, muchos peruanos han recordado aquel trágico desastre tras el último movimiento telúrico registrado este Día del Padre.
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¿Cuánto duró el desastroso sismo de Pisco?
El terremoto de 2007 sorprendió a la población a las 6:40 de la tarde, cuando miles se encontraban volviendo a casa del trabajo o a punto de cenar. Este detalle, según informes del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), evitó una catástrofe aún mayor en términos de vidas humanas. Sin embargo, la duración del movimiento fue lo que marcó la diferencia con otros eventos sísmicos registrados en el Perú.
El proceso de ruptura se extendió por cerca de 210 segundos, con dos fases claramente diferenciadas. La primera liberó una gran cantidad de energía durante aproximadamente un minuto, seguida por una breve pausa de unos 30 segundos. Posteriormente, una segunda ruptura de 20 a 30 segundos, aún más intensa, remeció el suelo con mayor fuerza. Esta secuencia inusual generó pánico generalizado, ya que muchas personas pensaban que el sismo había terminado cuando en realidad lo más fuerte aún estaba por llegar.
Especialistas del IGP indicaron que la energía liberada se acumulaba desde hacía siglos entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamérica. La profundidad del epicentro, situada a 40 kilómetros frente a la costa de Pisco, y su localización en una zona densamente poblada amplificaron los efectos destructivos. El Perú, al estar ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, experimenta constante actividad sísmica, pero pocos terremotos han tenido la duración y violencia del de 2007.

Vivienda completamente afectada tras el terremoto de Pisco. Foto: LaLupa.
Las víctimas y estructuras afectadas por la tragedia
Las consecuencias del terremoto fueron catastróficas. El reporte del Indeci confirmó que 596 personas perdieron la vida, mientras que 1.292 resultaron heridas. Unas 431.000 personas quedaron damnificadas y más de 48.000 viviendas fueron completamente destruidas. Las provincias más afectadas fueron Pisco, Ica y Chincha, donde se estima que el 80% de las edificaciones colapsaron o quedaron inhabitables.
La tragedia no solo golpeó a las familias. El impacto sobre la infraestructura pública fue igualmente devastador: 643 aulas escolares fueron destruidas, 14 establecimientos de salud colapsaron y se interrumpieron los servicios de agua potable, energía eléctrica y telecomunicaciones. Además, dos puentes quedaron inutilizables y otros cuatro presentaron serias afectaciones, dificultando el acceso a las zonas más críticas.
En Pisco, la Iglesia San Clemente se desplomó con cientos de fieles en su interior, dejando decenas de fallecidos. Las imágenes de cuerpos tendidos en la plaza principal, a la espera de ser reconocidos, recorrieron el mundo. Países como Japón, Chile, España, Brasil y Estados Unidos enviaron ayuda humanitaria, hospitales de campaña y plantas potabilizadoras.

Techo de la Iglesia el Señor de Luren quedó destruido tras el terremoto. Foto: LaLupa.
Lima y el riesgo de un gran terremoto
A pesar del impacto emocional y las promesas de reconstrucción, la lección parece no haberse aprendido por completo. En 2020, el entonces presidente del IGP, Hernando Tavera, lamentó que gran parte de la población afectada hubiera reconstruido sus hogares en los mismos lugares de riesgo y bajo las mismas condiciones de vulnerabilidad.
Lima continúa en alerta. Con más de 278 años desde el último gran sismo en la costa central —el de 1746, de magnitud estimada en 8.8—, los expertos advierten sobre una acumulación peligrosa de energía tectónica. El riesgo de un terremoto devastador es inminente y, aunque el reciente sismo en el Callao no dejó daños, sirvió como llamado de atención urgente.
La planificación urbana desordenada y la falta de cultura preventiva agravan el peligro. Según el Indeci, miles de viviendas en Lima se ubican sobre suelos inestables y no cumplen con normas de construcción antisísmica. Simulacros, mochilas de emergencia y educación comunitaria son acciones esenciales, pero todavía insuficientes ante un eventual desastre de gran escala.