Conoce al cardiólogo peruano que decidió ser médico tras ver cómo sanaron a su madre y hoy triunfa en EE.UU
En 1975, cuando se avecinaba una crisis económica y social en el Perú, su familia envió con mucho esfuerzo a César Aranguri al extranjero para que cumpla su sueño de ser médico. Hoy triunfa en los Estados Unidos y es director de la Misión Médica y Humanitaria Ayacucho
Ser médico requiere de ciertas actitudes académicas, pero también cualidades como el servicio a la sociedad. Cuando César Aranguri vio cómo su madre pasó de estar sufriendo, a tal punto que pensaba que en cualquier momento pasaría lo peor, a recuperarse por completo al día siguiente, decidió que su vocación era ser doctor. Hoy, luego de muchos años, es un cardiólogo peruano que triunfa en los Estados Unidos (EE.UU).
El compatriota cuenta con una especialización en cardiología, manejo de marcapasos y desfribiladores, entre otros dispositivos cardiacos, con los que logra aumentar los años de vida de quienes han perdido la fe en su salud.
Marcado desde niño a ser médico
Con apenas 10 años, un médico no solo salvaría la vida de su madre, sino que el hecho lo impactaría tanto que terminaría motivándolo para que estudie esa carrera.
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“Mi mamá se puso muy mal, al punto que mis tías decían que a lo mejor podía pasar algo grave. Al día siguiente la vi y era otra persona, sin dolor. Me impresionó tanto que dije: ‘Tengo que ser doctor’. Ese momento no lo olvido”, reveló en una entrevista para el diario El Peruano.
César Aranguri es un médico peruano especializado en cardiología, manejo de marcapasos y otros dispositivos cardiacos. Foto: Andina.
En 1975, cuando el país iniciaba una fase de crisis económica y social, sus padres decidieron enviarlo al extranjero a cumplir sus sueños. Con solo 17 años se encontraba volando rumbo a México, un destino desconocido y sin compañía a la que consultar.
“Hoy lo entiendo, pero fue una imagen que no se me olvida nunca. Cuando tuve a mis hijos lo entendí. Se consideró que era lo mejor, pero siempre viví extrañando a la familia, el país”, recuerda.
Aunque siempre quiso volver, no le fue posible. César Aranguri siempre sentía “ese vacío, ese huequito” y no consiguió hacer la residencia porque la universidad no tenía convenio. Luego de varios años de servicio social, en los que pasó de México a Costa Rica, terminó en los Estados Unidos, donde estableció su carrera.
Desde 1992, el país norteamericano se convirtió en su nuevo hogar, donde se casó y tuvo a sus hijos. Con el tiempo pudo regresar periódicamente al Perú a visitar a sus padres, quienes con mucho esfuerzo y sacrificio permitieron que él desarrolle sus estudios en el extranjero.
De regreso al Perú en misiones médicas en Ayacucho
“Mi papá fue mecánico y chofer; mi mamá vendía ropa. Ellos tenían claro que el estudio era la mejor herencia. Para mí fue un golpe durísimo cuando partieron. Aunque uno diga que uno sabe lo que se viene, uno no está nunca preparado. Felizmente, ellos conocieron a sus nietos y me vieron convertido en médico”, mencionó.
César Aranguri es director de la Misión Médica y Humanitaria Ayacucho. Foto: El Peruano.
Luego de participar en misiones médicas en distintos países de la región, tendría la oportunidad de hacerlo en el Perú, donde desde 2006 es director de la Misión Médica y Humanitaria Ayacucho.
“Ya son 21 años viniendo. Las señoras que van me hacen recordar a mi familia; es como si viera a mis tías. Siempre he sentido esa emoción, saber que uno contribuye y regresa a su lugar de origen para el bienestar de su población”, señala.
Aranguri cuenta que cuando camina por la Plaza de Armas de Huamanga recuerda cuando paseaba de niño. Su mamá es de Vischongo, a 8 horas de la capital de la región de Ayacucho.
“Para mí, ver a la gente con sus sombreros, polleras, me trae tan buenos recuerdos, me llena el corazón”.
Los hijos de César Aranguri siguieron sus pasos y hoy lo acompañan en sus misiones como médicos. Foto: Andina.
El cardiólogo peruano resalta la importancia de su esposa en su camino hacia el éxito familiar y en la crianza de sus hijos, quienes hoy los acompañan como médicos.
“Me acompañan a estas misiones desde niños. Primero como traductores porque en casa hablábamos siempre en español y, luego, en otras tareas. Ahora, ya como médicos, ya que ambos abrazaron esta carrera. Me siento agradecido con mi esposa porque ha sabido apoyar y proveer guía para que ellos estén bien encaminados”, indica.