PNP: mototaxistas y colectiveros están en la mira de las mafias de extorsionadores
Crímenes sin freno. Bandas peruanas y extranjeras invaden paraderos informales y los obligan a pagar 5 soles diarios o 20 semanales para que puedan operar. Hay 200 trabajadores formales e informales amenazados por sicarios en Lima Metropolitana.
Los últimos casos de extorsión y asesinato cometidos contra mototaxistas y colectiveros —como el crimen de Jorge Espíritu Ávila, victimado en Surco por negarse a pagar un cupo de cinco soles diarios— han vuelto a poner en el foco la facilidad con la que se ejecutan estos delitos, actualmente, en Lima Metropolitana.
Los choferes son víctimas de diversas formas de extorsiones por parte de bandas peruanas y extranjeras, como el Tren de Aragua, que en algunos casos han hecho una ‘mixtura’ para apoderarse de los paraderos, donde mantienen el control y la hegemonía del ‘negocio’.
El delito ocurre a cualquier hora. Sin embargo, señala la PNP, los antisociales operan con más regularidad en la noche y madrugada porque tienen varias opciones para escapar.
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De acuerdo a la División de Homicidios, el año pasado, solo en Lima Metropolitana, hubo 367 víctimas por sicariato. De estos casos, 71 ocurrieron en San Juan de Lurigancho, 46 en San Martín de Porres, 35 en Ate y 30 en Comas. Asimismo, 21 en el Cercado de Lima y 20 en Los Olivos.
Este año, de enero a julio, se han registrado en la capital 186 asesinatos por sicariato. De ellos, 32 fueron perpetrados en San Juan de Lurigancho, 29 en Ate, 15 en San Martín de Porres, 14 en Villa María del Triunfo, 13 en Comas, 11 en San Juan de Miraflores, 10 en Puente Piedra y 8 en San Miguel.
Colectiveros. El sábado fue asesinada una transportista por negarse a pagar cupo en Surco. Foto: difusión
Asesinados a tiros
Uno de los crímenes más violentos en SJL ocurrió en marzo, cuando fueron asesinados tres mototaxistas que se negaban a pagar cupos. Dos de los fallecidos fueron Luis Rogelio Bacón Arce (60) y Javier Policarpio Dámazo Tarazona (55). El tercero fue un extranjero. Otros seis trabajadores resultaron heridos.
Un mes antes había sido victimado, en Comas, Roosewelt Yancay Medina, cuando se dirigía a un paradero. El 12 de junio, el mototaxista Edgar Talavera Porras (30) también fue asesinado en Huaycán (Ate).
Según los especialistas consultados, estas bandas delictivas han perfeccionado sus técnicas y métodos a lo largo de los años, infiltrándose en todos los niveles de la sociedad peruana. Se aprovechan del temor y la vulnerabilidad de la población, exigiendo sumas de dinero bajo amenazas de muerte o violencia contra ellos o sus seres queridos. Cobran cinco soles diarios o 20 soles semanales a cada mototaxista o colectivero de la capital.
En paraderos o corredores
Los mototaxistas aseguran que las extorsiones son a diario y que, incluso, serían más de 200 los que han sufrido amenazas por negarse al pago.
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“Nunca habíamos pasado estos momentos, somos perseguidos y extorsionados”, dijo uno de los perjudicados.
“Si nosotros queremos trabajar en alguno de los corredores, como el Azul o el Rojo, debemos matricularnos con un cupo. Si no pagamos, nos amenazan o golpean el vehículo. Dicen que es porque nos van a dar protección en los operativos de la ATU”, contó un colectivero.
En los últimos ocho meses, en el Perú se han registrado 13.189 denuncias de personas o empresas víctimas de extorsión. El Ejecutivo y el Congreso están de espaldas a la realidad.
Víctimas. Luis Bacón y Javier Dámazo fueron asesinados en San Juan de Lurigancho. Foto: difusión
“Es culpa de la informalidad”
“Donde hay informalidad, hay muerte, lamentablemente”, dice el coronel PNP Víctor Revoredo, jefe de la División de Homicidios.
Asegura que la extorsión es un negocio que se ha desbordado porque los delincuentes se aprovechan de la informalidad, en la que hay desorden y pocas reglas. “La criminalidad organizada, dentro y fuera de los penales, ha apretado el acelerador y está usando a los peruanos que tienen trabajos informales”.
Revoredo advierte que los crímenes por extorsiones podrían seguir aumentando porque se avecinan las campañas por Navidad y Año Nuevo. “Necesitamos que las víctimas denuncien”.