La preocupante alza de contagios COVID-19 en Perú: un análisis de la pandemia que sigue cobrando vidas

Perú se ha ubicado en el séptimo lugar de la lista de países con mayor índice de contagios en el mundo, con un total de 471.012 pacientes infectados y 20.844 muertos a causa de la COVID-19, cifra que continúa ascenso pese a las medidas del Gobierno.

Para la doctora Nancy Arróspide, investigadora científica del Instituto Nacional de Salud (INS), nuestros hospitales tuvieron que afrontar esta pandemia con varias debilidades, por la falta de infraestructura, recurso humano y logística.

“Ninguno de los tres ha sido atendido a través de los años. (...) Siempre se decía que en algún momento íbamos a tener un brote que iba a arrasar con todos nuestros establecimientos porque estaban totalmente desmantelados”, recuerda.

Desde que se detectó el primer caso el pasado 6 de marzo, se han presentado dos picos en el conteo de casos diarios. El primero se dio el 31 de mayo con 8.805 contagios y el segundo, este 7 de agosto, con 8.466.

En el fin del confinamiento, el 30 de junio, la cifra era mucho menor: 2.848. Luego de todo este tiempo, se había notado un cambio importante en las estadísticas. Los contagios diarios se habían reducido sobre el papel. Daba la impresión de que había valido la pena quedarse en casa.

Pero también ocurría algo más: la cifra diaria de muertos no dejaba de incrementarse. Se han confirmado más de 20.600 víctimas por la COVID-19 hasta la primera semana de agosto, solo tomando como referencia lo informado por el Minsa.

El control de la pandemia

Uno de los trabajos vinculados directamente con el tratamiento de la pandemia es la contabilización de los casos. Para ello, el Gobierno ha utilizado las pruebas moleculares y las serológicas, estas últimas también conocidas como “pruebas rápidas”.

El Gobierno ha adquirido 5 233 346 pruebas serológicas, según el portal de Perú Compras. La cifra es bastante mayor a la de las pruebas moleculares: 350.471. Según explica la doctora Arróspide, las “pruebas rápidas” ayudan a tener un panorama sobre cómo se está moviendo el virus.

Y es que estas pruebas permiten saber por dónde ha pasado el virus y cuál es la tasa de contagio en determinadas zonas. Para ello, se selecciona una parte de la población como muestra. A partir de esta información, se crean los llamados cercos epidemiológicos.

“Si nosotros encontramos que un 30 % (de las personas estudiadas) da positivo, quiere decir que el 30 % de la población ha tenido el virus. Entonces, la medida de intervención, una decisión política de intervención, nace en base al estudio que hemos hecho”, explica Arróspide.

Una de las medidas que el Gobierno adoptó para frenar la pandemia fue precisamente la cuarentena, que luego pasó a ser un confinamiento obligatorio de varios meses. Para la doctora y docente la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, esto debe aplicarse considerando las características en cada región.

“Deberíamos hacer una identificación lo más aproximada posible de lo que está atravesando un escenario. De acuerdo a eso, decidimos si va a haber un cerco epidemiológico o un confinamiento parcial o total”, argumenta Arróspide Velasco.

Para esta caracterización de la zona, explica la doctora, se usan dos tipos de búsquedas: pasivas y activas. El primer caso ocurre cuando el paciente, con síntomas y signos, acude a un centro de salud para hacerse la prueba. En el segundo, son las autoridades las que peinan zonas para evaluar a la gente.

Las cifras del coronavirus en el Perú

Una de las cifras que cobran relevancia por mostrar cómo es el curso de la pandemia es el porcentaje de incremento de casos diarios. Si en el mes de marzo notábamos un incremento de más del 60 % de un día para otro, en estas fechas estaría aumentando en no más del 2 %.

Esto quiere decir que si en un día se detectan 100 casos, para el día siguiente se espera la detección de 101 o 102 casos. El interés del Estado es que el porcentaje sea menor al 1 %, de tal forma que poco a poco se reduzca el número de contagios nuevos a cero.

Por el momento, esto parece estar cerca, pero también difícil de lograr, ya que el conteo del Minsa indica que, desde el pasado 13 de junio (casi dos meses), vamos al mismo ritmo de incremento, con o sin cuarentena: entre el 1 % y el 1,9 %.

Como era de esperarse, el virus se extendido en zonas con mayor aglomeración; es decir, en las ciudades. Pero también es prudente considerar cuántas personas están en condiciones reales de aislarse para no comprometer la salud de sus parientes.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del 2019, el 11,8 % de la población en condición de pobreza vive en hacinamiento. Ello podría contribuir notablemente a la proliferación del mortal virus dentro de los mismos hogares.

Lima es por mucho la ciudad más poblada del país, con más de diez millones de habitantes. Sin embargo, si comparamos los números de contagios por cada cien mil personas, encontramos que Ica, Callao y Lambayeque superan a la capital en este aspecto.

El Gobierno no ha comunicado el número de casos activos, como sí se ha hecho en países como México y Estados Unidos. Este registro es necesario pues permite saber cuántas personas son propensas a contagiar a más individuos en un solo día.

Tomando en cuenta las defunciones, la altas y el número total de casos, se puede deducir que en nuestro país hay cerca de 129.000 contagiados vivos. Es decir, más de la tercera parte de los infectados permanece aún con el virus.

Si se comparan métricas de las altas médicas y los casos diarios, notamos que estas últimas siguen siendo superiores desde medidos de abril. Entre las quincenas de junio y julio, hubo un periodo esperanzador en el que eran más las personas que vencían a la enfermedad que los que se contagiaban al día, pero luego esta situación se invirtió.

Si bien los esfuerzos de las autoridades no han logrado vencer al coronavirus, también cuenta qué tanto aporta la academia. Para Arróspide, ha habido una respuesta rápida para contribuir con protocolos y caracterización de mascarillas y ventiladores para tratamiento de pacientes.

“Lógicamente no podemos hacer experimentos complicados. (...) Estas actividades se ejecutan en grandes institutos de investigación, como de Europa”, reconoce Arróspide, quien fue invitada para trabajar en el Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta.