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Sociedad

Agentes comunitarios buscarán casos sospechosos de COVID-19

En Loreto. Este proyecto científico de visitas domiciliarias con aplicativo móvil es pionero y arrancará a inicios de agosto. Su masificación dependerá de cada gobierno regional. Se busca reducir contagios.

Desde el 2015, decenas de agentes comunitarios de salud visitan a gestantes de zonas rurales de la Amazonía, con alta tasa de mortalidad materna y neonatal, para acompañarlas durante el embarazo: les hacen pruebas, muestran videos educativos, entrenan a sus parteras, monitorean a los recién nacidos y registran en tablets su avance que luego reportan a los centros de salud, a más de 20 kilómetros por río.

Esta estrategia llamada Mamás del Río, impulsada por los médicos especialistas en salud pública, Magaly Blas, y en informática biomédica, Horacio Chacón, ha permitido, por ejemplo, que el doble de mujeres ahora dé a luz en postas y ya no en sus casas. Y esto ha sido reconocido incluso por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El foco del proyecto es Loreto, la misma región donde ahora la muerte llega con el Covid-19. Ante ello, ambos investigadores han decidido adaptar su propuesta inicial e implementar el único plan piloto de su tipo, el cual permitirá una respuesta rápida con la intervención de agentes comunitarios. Ellos serán el puente entre la población y el saturado sistema de salud.

Desde inicios de agosto, 15 agentes comunitarios visitarán entre 750 y 900 hogares de la ciudad loretana de Nauta, con alto número de contagios y cercana a los puertos que llevan a las comunidades rurales, para detectar casos sospechosos del coronavirus y sus contactos.

Para ello registrarán a cada miembro de las familias (deben usar mascarillas), evaluarán síntomas o factores de riesgo y en una tablet con un aplicativo móvil diseñado para este fin clasificarán los casos. También orientarán sobre las medidas de control y prevención de Covid-19.

Los datos serán recibidos por el centro de salud y las autoridades, quienes podrán ejecutar acciones tempranas y más precisas, ya sea el envío de equipos de respuesta rápida o pruebas diagnósticas. Por su parte, el agente realizará el seguimiento a través de llamadas periódicas.

“La idea no es esperar a que las personas vayan al centro de salud luego de haber contagiado a otros, sino encontrarlas en casa. Lo que se ha venido haciendo no es una vigilancia activa, sino pasiva: esperar a que vayan al hospital. No han implementado un control a base de agentes”, dice la investigadora de la Universidad Cayetano Heredia, Magaly Blas, ganadora del premio “Por las mujeres en la ciencia” de Loreal Perú, Unesco y Concytec.

En manos de autoridades

Para estas visitas a más de 5 mil personas, los agentes con equipos de protección personal e insumos como termómetros y pulsioxímetros se distribuirán por sectores. Lo particular, además, será su capacitación y el uso de tablets. “No son personas con educación técnica o universitaria. Son líderes en su comunidad y les tienen confianza. No reemplazan al personal de salud”.

El trabajo de campo de este plan piloto, financiado por Concytec, durará tres semanas en el área urbana de Nauta. Tras ello, explica el médico Horacio Chacón, quedará en las manos de los gobiernos regionales adoptarlo, incluso, en zonas rurales, donde no hay acceso a aplicativos como ‘Perú en tus manos’. “El gran reto no será que funcione, sino que al fi nal las autoridades lo implementen”. Ellos lo dejarán listo.

El perfil

En las comunidades hay redes de agentes de salud, pocas veces organizadas por las autoridades. De ellos, solo participarán en el proyecto los que tengan entre 18 y 30 años y no sean vulnerables. Su labor será remunerada. “Su rol no ha sido aprovechado”, dicen los investigadores.

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Periodista por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Reportera de la sección Sociedad y trabajó en el suplemento Domingo de La República. Integrante de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes. Fue becaria de Cosecha Roja y del Laboratorio de Periodismo Situado. Colaboradora de la revista Anfibia, de Argentina. Coautora de los libros de crónicas Rosario, ciudad Anfibia y Generación B: Jóvenes de la Esperanza. Participó en una pasantía en la Universidad Católica de Milán, en Italia, y en el intercambio periodístico EQDA, en Suiza. Ha ganado concursos nacionales de periodismo. Busca explorar y aprender más sobre educación, salud, violencias, innovación, comunidades originarias y derechos humanos.