Temblor de magnitud 4,8 se reportó esta tarde en Lima
Sociedad

COVID-19: Nuestros héroes en esta guerra invisible [FOTOS]

GRACIAS. La República acompañó a los miembros del Ejército en el Cuartel Salaverry en un día de labor. Su misión es reducir los contagios en ciudadanos que no respetan la inmovilización. Piénselo, ellos también tienen familia. No salga de su casa.

Edwar Quispe

Arequipa

Mascarillas y guantes forman ahora parte del uniforme de los soldados del cuartel Salaverry. En tiempos de COVID-19, estos elementos son tan indispensables como un fusil o vara de reglamento, casco, chaleco y botas.

El campo de batalla está afuera. Sin saberlo, cualquier ciudadano puede ser el enemigo invisible si es portador del virus. La misión de los soldados del fuerte Salaverry, distrito de Miraflores-Arequipa, es evitar los tumultos, las aglomeraciones, tierra fértil para la propagación del nuevo coronavirus.

El día comienza a las cinco de la mañana, con el toque de Diana. Tienen media hora para asearse y cambiarse.

Otra tarea añadida a su rutina diaria: la desinfección, solo así se puede garantizar el bienestar de los soldados. Los zapatos pisan cubos de plástico con cal, les rocían el cuerpo por completo con una solución de cloro y agua. Al final se les mide la temperatura, si tienen fiebre pasan a enfermería.

La primera comida, una sopa de fideos y un guiso de carne les aguarda en el comedor, la orden es salir antes de las 6.00 horas. Las órdenes les son impartidas en el patio de honor.

“La patria nos da la misión de combatir a un enemigo invisible. Es una guerra sin cuartel. Nuestros compatriotas esperan de nosotros seguridad, confianza y orden”, grita el jefe de división.

Los soldados patrullarán la Plataforma Comercial Avelino Cáceres. Es un viaje de 15 a 20 minutos en un Porta Tropa Oruga (PTO). Las calles están desiertas. El vehículo pesado anda sin problemas.

El técnico de segunda Ángel Mendoza Cárdenas es uno de los soldados en servicio, vino de Lima dejando a su familia allá. No los ve hace más de 2 meses. Su esposa Rosa y sus tres hijos son los más preocupados, porque si algo llegara a pasarle no sería fácil viajar a la Ciudad Blanca.

“Lo que más duele es que las personas no tomen conciencia. Nosotros estamos para servir a la patria pero les pedimos que se queden en su casa, por su bien y por el nuestro”, cuenta.

Ambos soldados se quedan en la plataforma comercial mientras los PTO recogen al turno saliente de regreso a casa.