Sociedad

¿Altruistas o egoístas?

“Los humanos tenemos en nuestra naturaleza egoísmo y altruismo, y son determinadas circunstancias históricas lo que saca lo mejor o peor de nuestra condición”.

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La muchacha camina por una avenida desierta. Lleva una mascarilla, pero la tiene recogida en el cuello. Se le acerca un integrante del serenazgo y le dice que ese día está prohibida la circulación de las mujeres. En lugar de responder, ella le lanza un golpe en la cara y lo persigue repartiéndole patadas y puñetes. Interviene un soldado y ella la emprende a golpes con él. Tiene que intervenir un segundo soldado más, para reducirla. Tres policías se hacen cargo, mientras ella sigue repartiendo patadas. Finalmente, con la intervención de una mujer policía, la derriban, le ponen las esposas en el suelo, la levantan y la llevan a una camioneta, detenida.

La chica no habla, pero es evidente que siente que sus derechos han sido coartados y reacciona defendiéndolos fieramente. No parece que se le ocurra que con su actitud puede contribuir a la extensión de la pandemia que asola el mundo; si acaso alguno de los que intervinieron en esta escena estaba contaminado son varios más los que lo están ahora. Es la actitud que ha desencadenado la tragedia en Italia, España, Estados Unidos, y, más cercana y dolorosamente, en Guayaquil. Por fortuna diariamente miles de médicos, enfermeras y personal de salud nos dan un sencillo testimonio de altruismo heroico, y nos devuelven la fe en la humanidad.

¿Es la naturaleza humana altruista o egoísta? Para Hobbes, el hombre es el lobo del hombre. Fue necesario edificar el Estado –el Leviatán– para que nuestro egoísmo no nos llevara a la extinción. Adam Smith opinaba igualmente que somos naturalmente egoístas y debiera aprovecharse nuestro egoísmo para, a través de dejarlo discurrir libremente, conseguir el bien social. Milton Friedman, el ideólogo del neoliberalismo, al que hasta le otorgaron el Premio Nobel de Economía –aunque luego de la crisis del 2008 tuvieron que esconderlo apresuradamente entre los trastes que ya no son útiles–, lo resumió en una frase admirable: “La responsabilidad social de la empresa es hacer utilidades”.

Hay un ejemplo histórico muy ilustrativo, sobre el tema que nos ocupa. Entre 1939 y 1945 dos grandes líderes, con un gran carisma y un enorme ascendiente sobre sus pueblos, desencadenaron eventos con un impacto universal. En Alemania –una sociedad que se preciaba de ser una de las más cultas de la Tierra–, Adolf Hitler logró movilizar lo peor de sus conciudadanos, llevándolos a cometer algunas de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, en la India –una de las sociedades más pobres y deprivadas del mundo– Mahatma Gandhi logró sacar lo mejor de sus conciudadanos, derribando la dominación colonial inglesa con un movimiento, basado en la doctrina de la no violencia, que apelaba al altruismo de la gente. Es evidente que la educación no basta.

En resumen, considero que los humanos tenemos en nuestra naturaleza egoísmo y altruismo, y son determinadas circunstancias históricas, en las cuales tienen un papel destacado los líderes sociales, lo que saca lo mejor o peor de nuestra condición. Más cercanamente, pudimos salir adelante del Aprocalipsis (Sofocleto dixit) del primer gobierno de Alan García gracias a la organización popular. Desde la alcaldía de Lima, Alfonso Barrantes logró distribuir 1 millón 250,000 desayunos escolares con una burocracia de 29 personas porque detrás estaban organizadas 100,000 madres de familia nucleadas en los comités del vaso de leche, en las asociaciones de madres, en los comedores populares, etc. Luego vino la prédica neoliberal de todos contra todos, en el que está a tu lado no es un compañero sino un rival, tu competidor.

Me pregunto cómo habría sido esta crisis con el Alan García del perro del hortelano en el poder, y con los compañeros viendo cómo meter la mano a los inmensos recursos que se van a movilizar. Por fortuna, hasta aquí Martín Vizcarra es de los que sacan lo mejor de la gente.