Perú, al borde del colapso, por Efraín Gonzales de Olarte
Es impostergable construir un centro político (centro, derecha e izquierda) que podría fácilmente lograr mayorías en varias regiones, si aparecen los líderes y se genera una coordinadora por la salvación democrática del Perú.
Por Efraín Gonzales de Olarte, economista de la PUCP.
En la insólita coyuntura política peruana de abril del 2022, el gobierno del presidente Castillo y el Congreso se han entrampado en sus juegos de intereses particulares y están poniendo en peligro el futuro de, sobre todo, los sectores pobres y excluidos y del Perú como país viable. El que está aprovechando de esta coyuntura es el médico graduado en Cuba Vladimir Cerrón, dueño del partido político Perú Libre.
El Perú tiene un gobierno débil, con un presidente que confunde Croacia con Ucrania, un premier estrafalario que cita a Hitler como un ejemplo a seguir, y un Congreso atomizado y dominado por diversos intereses particulares, antes de legislar para resolver los problemas de un país necesitado de empleo, de mayores ingresos y de mejores servicios sociales.
Frente a esta situación, el que tiene claro su objetivo político es el presidente de un pequeño partido político, Perú Libre: Vladimir Cerrón. Su partido no tiene mayoría en el Congreso, lo que le impide promover una asamblea constituyente que le permitiría generar un movimiento político, con los recursos del Estado, para lograr un nuevo “pacto social” obviamente manejado por él. En consecuencia, su juego consiste en aprovechar una coyuntura como la actual, en la cual la subida de precios de los alimentos y el petróleo genera descontento en distintos sitios del Perú, lo que ha generado la toma de carreteras y la paralización de las actividades cotidianas en varios lugares del Perú, en las cuales se han infiltrado gente de Perú Libre pidiendo que se cierre el Congreso y que se convoque a una asamblea constituyente, tema que el confuso presidente Castillo había relegado a un segundo plano.
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En ocasiones así no se necesita mucho para azuzar a gente que no tiene empleo, que el ingreso no le alcanza y que no tiene mucho que perder. De esta manera, se ha ido preparando un escenario de descontento que permite echar la culpa a un desprestigiado Congreso de lo que sucede, olvidando sibilinamente la incapacidad del presidente Castillo para gobernar, de los desaciertos de su primer ministro y sus mediocres ministros.
Simultáneamente, se están organizando los llamados consejos de ministros descentralizados en varias ciudades del Perú, dizque para escuchar las voces de las provincias. Sin embargo, el fin es otro, pues en cada uno de estos consejos, en los que participan los ministros, las autoridades regionales y locales, algunos dirigentes de trabajadores y populares, se invita a una cierta cantidad de público para darle un aire popular y democrático a las sesiones, sin embargo, estos invitados son solo gente de Perú Libre, es decir, la “portátil” y al resto no se les permite ingresar. Estos “invitados” van aleccionados y con pancartas que dicen: “Cerremos el Congreso y necesitamos una nueva Constitución que resolverá todos los problemas que tienen los sectores populares”. Así, se ha ido creando una corriente de opinión favorable a los objetivos de Cerrón.
Aunque no quiso especificar sobre qué se trataba, Vladimir Cerrón anunció un ‘plan B’ en caso el Congreso rechace iniciativa para consultar a la población en un referéndum si quieren una nueva Constitución. Foto: diseño de Fabrizio Oviedo / GLR
Cuando se hace presente en estas reuniones el presidente, que dice que no lee periódicos ni ve televisión, escucha lo que dice la portátil y asume (o de pronto todo está orquestado por Cerrón) que eso es lo que pide el pueblo y, a renglón seguido, propone enviar al Congreso un proyecto de ley sobre la constituyente. Es una puesta en escena, que la gente poco informada es probable que crea que las cosas son así.
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Pero cuando vemos las encuestas de opinión, el tema de la constituyente está muy a la cola. Según las diferentes encuestas, las prioridades de la población son la seguridad, la corrupción, la inflación y el empleo, además más de dos tercios piden que se vayan todos, presidente y Congreso. Por esta razón, no sorprende que después de estos consejos de ministros la encuesta del IEP recoja una desaprobación mayor al Congreso y a su presidenta. Que se sepa, no han hecho nada nuevo para bajar tanto. Es el efecto deseado de Cerrón para traerse abajo el Congreso y eventualmente a Castillo y generar un movimiento popular para promover la asamblea constituyente, que es la única manera de lograr sus objetivos de capturar el Estado y eventualmente convertirse en dictador.
No hay que olvidar que el presidente Castillo tiene capacidades visiblemente inadecuadas para el puesto y no tiene la personalidad para enfrentar a Cerrón. A menos que, tras el perfil que proyecta, sea en realidad un calculador y taimado personaje que le sigue el juego a Cerrón, en cuyo caso el escenario empeora.
La fórmula de Cerrón es conocida: Bolivia de Evo, Venezuela de Chávez, Nicaragua de Ortega hicieron lo mismo, quienes al modificar sus constituciones lo hicieron para enquistarse en el poder. En resumen, están tratando de preparar una suerte de conmoción social, están exacerbando las contradicciones según la ideología seudocomunista de Cerrón, para lograr lo que, dada su debilidad política, no lo pueden hacer en la arena democrática con las reglas que aceptaron al participar en las elecciones y llegar al Gobierno.
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Frente a una amenaza de este calibre, las fuerzas democráticas debemos buscar salidas a este atolladero y a esta gran amenaza. Es imprescindible generar una fuerte corriente de opinión, promover la mayor participación de la gente en favor de lograr acuerdos políticos, incluyendo los que están en el Gobierno y en el Congreso, es una condición sine qua non para ir a unas nuevas elecciones o para generar un gobierno de ancha base.
Los problemas son la extrema polarización política (Perú Libre versus la derecha irreflexiva), la incredibilidad del Castillo, la falta de liderazgos democráticos, el amplio desánimo y los jóvenes que aún no interiorizan el potencial peligro que se avecina. Por ello, creo que existen dos escenarios de salida: 1. un acuerdo político de ancha base, del cual salga un nuevo equipo ministerial que represente a todos los partidos políticos en el Congreso y un plan de reactivación de la economía y dé solución a todos los conflictos sociales existentes. Esto era lo que promovían el cardenal Pedro Barreto y el secretario general del Acuerdo Nacional, el Dr. Max Hernández, y que fueron “mecidos” por Castillo. Sería un “acuerdo por la gobernabilidad, la democracia y el desarrollo incluyente”. 2. Ir a nuevas elecciones generales en un año, sobre la base de acuerdos políticos mínimos, con cambio de las reglas electorales, permitiendo por ejemplo la posibilidad de volver a postular a los actuales congresistas.
A mediano plazo es imprescindible recrear el centro político, y quizás la solución sea promover un movimiento político centrista, cuyos anónimos integrantes han terminado siendo denostados como “caviares”, puestos en la picota política, al ser culpados de todos los males, tanto por la extrema derecha como por la extrema izquierda. No obstante, es impostergable construir un centro político amplio (centro, derecha e izquierda) que en mi criterio podría fácilmente lograr mayorías en varias regiones, si aparecen los líderes y se genera una coordinadora por la salvación democrática del Perú.