Gustavo Petro habría "empeorado" la situación financiera de Colombia, según The Economist
La revista británica aseguró que la gestión del mandatario colombiano es “extrema” y alejó a “inversores”.
La situación actual de Colombia, dirigida por el presidente Gustavo Petro, es preocupante para la revista británica The Economist. El reciente 18 de mayo, publicó un artículo titulado "El experimento de izquierda de América Latina es una advertencia para el mundo", en el que abordó los diferentes contextos de las gobernanzas en la región. De línea editorial a favor del liberalismo económico, el medio de comunicación calificó a la gestión de Petro como “extrema”.
Las motivaciones para tal aseveración son varias: el 25 de abril de este año, entonces camino a los 10 primeros meses de mandato, Petro le pidió a sus 18 ministros renunciar a los cargos de confianza. En su cuenta personal de Twitter, el jefe de Estado colombiano arguyó la necesidad de replantear su Gobierno porque la “coalición política” en el Congreso, aliada en los comicios, se fragmentó para negarle diversos planeamientos en el sector estatal.
The Economist hizo especial énfasis en el retiro de quien fue encargado de la cartera de Finanzas, “el moderado” José Antonio Ocampo. El nuevo titular del despacho, Ricardo Bonilla, trabajó con Petro cuando fue alcalde de Bogotá y lo asesoró en temas económicos durante la campaña presidencial del 2022. Fue enunciado como “su aliado”.
También está el factor estructural. En Latinoamérica, el crecimiento anual del productor bruto interno (PBI) de los siete países analizados (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú) para esta anualidad sería del 1%, según el banco Goldman Sachs. “Durante la última década, el PIB per cápita en América Latina ha permanecido prácticamente estancado en términos reales”, se lee.
Otras razones del nulo progreso son “la burocracia, las políticas inconsistentes y la volatilidad política”. Ese trío fue determinante para el rechazo de los inversores privados, según The Economist. La excepción regional es el Brasil de Lula Da Silva. En el 2021, “las empresas chinas invirtieron US$6.000 millones, la mayor cantidad desde 2017, de acuerdo al Consejo Empresarial China-Brasil”.
Por lo demás, las intenciones izquierdistas de redistribuir la riqueza, con la necesaria alza de impuestos a las clase alta, “genera preocupación en los mercados por su viabilidad”. The Economist sugiere que la exigencia hacia el mínimo porcentaje de la población (sector A) “podría ser responsable de la falta de incentivos para invertir”.