EE. UU. lidera el avance del mayor proyecto de la historia de la humanidad que está a punto de entrar en una fase clave
Científicos en Estados Unidos ensamblan el núcleo del reactor experimental que busca replicar la energía del Sol en la Tierra.
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En Francia se desarrolla uno de los experimentos científicos más complejos y ambiciosos de la historia: la fase final del ensamblaje del núcleo del reactor de fusión ITER. Este megaproyecto internacional, en el que participan 35 países y que ha requerido décadas de planificación y miles de millones de euros de inversión, busca demostrar que es posible reproducir en la Tierra la energía que alimenta al Sol.
La responsabilidad de esta etapa crítica está a cargo de Westinghouse Electric Company, el gigante nuclear estadounidense que obtuvo un contrato de US$180 millones para liderar la soldadura de las piezas fundamentales del reactor. Su tarea es ensamblar los enormes sectores de acero que conformarán la cámara de vacío, donde algún día se contendrá plasma de hidrógeno a temperaturas de 150 millones de grados Celsius, más altas que las del núcleo solar.
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ITER: el experimento de fusión más grande del mundo
Con sus 23.000 toneladas de peso y casi 30 metros de altura, el ITER será una de las instalaciones científicas más impresionantes jamás construidas. Este reactor ocupará el centro de un complejo de 180 hectáreas en el sur de Francia, el cual incluye instalaciones auxiliares y equipos de soporte. Sus dimensiones superan ampliamente las de otros reactores experimentales en operación, como el Toro Europeo Común (JET), en el Reino Unido, y el JT-60SA, un proyecto conjunto entre Europa y Japón que se encuentra en territorio nipón.
En Cadarache, las piezas fabricadas en diferentes continentes se ensamblan en este complejo de escala colosal. El ITER incluso supera hitos como el Gran Colisionador de Hadrones y se ha consolidado como un banco de pruebas global que integra el trabajo coordinado de ingenieros y científicas/os en representación de más de la mitad de la población mundial y de la mayor parte de la economía del planeta.

El ITER se construye en un complejo de 180 hectáreas en el sur de Francia. Foto: ITER
¿Qué hace Westinghouse en el ensamblaje del ITER y por qué es un reto enorme?
Westinghouse Electric Company lidera el proceso más complejo en la historia del ITER: la construcción del núcleo de su reactor de fusión. La empresa colabora con sus socios italianos Ansaldo Nucleare y Walter Tosto, dentro del consorcio AMW, que lleva más de una década involucrado en este proyecto. "Westinghouse siempre ha estado a la vanguardia de la innovación energética y nos enorgullece colaborar con el ITER en esta iniciativa revolucionaria que podría garantizar la seguridad energética para las generaciones futuras", declaró Dan Sumner, Director General Interino de Westinghouse.
El reto consiste en soldar nueve gigantescos sectores de acero, cada uno con un peso cercano a 400 toneladas, para dar forma a la cámara de vacío tokamak. En esta estructura con forma de rosquilla se busca confinar plasma de hidrógeno a temperaturas superiores a los 150 millones de grados Celsius. El desafío radica en que cada pieza debe encajar con absoluta precisión, ya que cualquier desalineamiento podría comprometer el éxito de un proyecto que ha requerido décadas de trabajo para alcanzar esta fase.
¿Cuál es el objetivo final del proyecto ITER y qué implicaciones tiene para el futuro de la energía?
El propósito del ITER es demostrar que las reacciones de fusión pueden generar diez veces más energía de la que se necesita para iniciar el proceso, con 500 megavatios de salida frente a solo 50 megavatios de entrada. Este rendimiento, que multiplicaría por diez la energía invertida, busca confirmar que la fusión puede dejar de ser un sueño científico para convertirse en una fuente práctica de energía.
Aunque el ITER no fue diseñado para producir electricidad, funcionará como banco de pruebas para los futuros reactores de demostración, conocidos como DEMO, que estarán orientados a alimentar la red eléctrica. Su combustible, derivado de isótopos de hidrógeno abundantes en los océanos, podría sostener el consumo energético mundial durante millones de años, con la ventaja de no generar residuos radiactivos de larga duración ni implicar riesgos de fisión.




















