China invertirá 50.000 millones en chips para enfrentar el deficit creado por Trump, mientras que EE.UU. impulsa la IA
China prepara una inversión de 50.000 millones para recuperar terreno tras las sanciones de Trump, mientras EE.UU. acelera en inteligencia artificial con medidas energéticas sin precedentes.
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La competencia entre EE. UU. y China entra en una nueva fase. Ya no se trata solo de tarifas ni de tensiones diplomáticas, sino de quién lograría marcar el ritmo, en el contexto de la nueva carrera que se está desarrollando en torno a los dos pilares del desarrollo tecnológico en la actualidad: los semiconductores y la inteligencia artificial. En este marco, China acaba de hacer público que aumentará en 50.000 millones de dólares su industria de chips para tratar de aliviar el peso de las restricciones que se ha impuesto desde Washington.
Esta carrera económica, que alguna vez giraba en torno al comercio y la diplomacia, ahora se libra en fábricas, laboratorios y servidores. China busca cerrar la brecha que dejó la dependencia tecnológica, mientras Estados Unidos quiere reforzar su ventaja y dejar claro que sigue liderando la era digital.
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China quiere posicionarse de nuevo en la industria de la tecnología con la producción de chips. Foto: TechInsights
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China reorganiza su estrategia en semiconductores tras las sanciones de Trump
El nuevo fondo estatal chino, conocido como Big Fund III, canalizará cerca de 50.000 millones de dólares para relanzar el desarrollo de chips. Pero esta vez el enfoque es mucho más específico; no se trata de financiar toda la cadena industrial, sino de invertir directamente en los puntos más críticos que quedaron al descubierto tras los bloqueos impulsados por EE.UU. durante el mandato anterior de Trump.
Las prioridades están claras, avanzar en litografía, la técnica más delicada para fabricar chips avanzados y en software de diseño EDA. Ambos sectores donde China ha tenido que improvisar soluciones locales por la falta de acceso a tecnología de empresas como ASML o Synopsys. Se espera que compañías como SMEE y Empyrean lideren este esfuerzo. Además, el Gobierno chino busca evitar errores del pasado: será más riguroso al asignar recursos, con la idea de formar grupos más sólidos, incluso mediante fusiones.
Trump impulsa la IA con energía, datos y nuevas reglas del juego
En tanto que al país asiático le interesa recuperar su capacidad tecnológica básica, Donald Trump no solo quiere que EE.UU. continúe liderando el uso de la IA, sino que además la amplíe. Su administración lanzó un programa con medidas para acelerar el desarrollo de la inteligencia artificial que se centraron principalmente en la infraestructura: centros de datos, electricidad y menos frenos regulatorios.
El plan parte del llamado “Proyecto Stargate” que contempla agilizar permisos de construcción, utilizar terrenos federales para tecnología, e incluso reformar la Ley de Agua Limpia para facilitar obras. Trump quiere mostrar resultados; dará un discurso el 15 de julio en Pensilvania y presentará un informe oficial el 23. Según estimaciones, el consumo eléctrico de la IA podría aumentar de 4 GW a 123 GW de aquí a 2035 (3000% más) y Trump quiere que Estados Unidos esté listo. El plan también busca generar más de 100.000 empleos y abrir camino a nuevas plantas de gas, nucleares y centros de procesamiento.
Una carrera tecnológica entre Estados Unidos y China
La competencia ya no se juega en los titulares, sino en el fondo de los microchips y en los servidores que alimentan los modelos de inteligencia artificial. China está tratando de recuperar lo que perdió por depender de proveedores extranjeros que hoy le están vedados. Estados Unidos, mientras tanto, está en modo expansión: quiere crecer más rápido antes de que el rival se acerque.
Aunque parten de lugares distintos, los dos gigantes tienen claro que la tecnología no solo mueve la economía, sino que también define el poder. Esta carrera no tiene una meta clara, pero sí un premio grande: controlar la base de la próxima revolución digital.




















