Exreina de belleza abandona las pasarelas para convertirse en monja: "Ser la esposa de Jesús es una vocación hermosa"
La exmodelo Kamila Rodrigues dejó las pasarelas a los 18 años para seguir una vocación religiosa y hoy se hace llamar hermana Eva.
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Con tan solo 21 años, Kamila Rodrigues Cardoso sorprendió a sus seguidores cuando abandonó su carrera como modelo para consagrarse a la vida religiosa. Hoy se presenta como hermana Eva y forma parte de una congregación independiente. Desde allí comparte mensajes espirituales y testimonios de fe.
Conocida en redes como la “monja modelo”, su historia ha conmovido a miles por el contraste entre el glamour de las pasarelas y la sencillez de su nueva vida. Su decisión no fue impulsiva: surgió de una búsqueda profunda iniciada tras la muerte de su padre y una sensación de vacío que el modelaje nunca logró llenar.
¿Qué factores personales y espirituales llevaron a Kamila Rodrigues a dejar el modelaje y convertirse en monja?
Kamila creció en Patos de Minas, Brasil, e inició su carrera como modelo desde una edad temprana. No obstante, la muerte de su padre a la edad de 9 años significó un cambio radical en su vida emocional. En la etapa adolescente, experimentó episodios de ansiedad y depresión, lo que la impulsó a reconsiderar su trayectoria y buscar respuestas más allá del éxito superficial.
A la edad de 18 años, en medio de un conflicto existencial, experimentó una vivencia esclarecedora durante una misa: al observar a una monja transitar, percibió una luz incomprensible en su interior. Desde ese momento, comenzó a rezar el rosario y a mostrar interés en la vida religiosa. Poco más tarde decidió abandonar la profesión de modelo y afiliarse a la Congregación Sancta Dei Genitrix.
¿Por qué Kamila decidió cambiar su nombre a Eva y qué significado tiene ese nombre para ella?
Al ingresar a la vida religiosa, Kamila adoptó el nombre de Eva, inspirado en la figura bíblica. Según explicó, eligió ese nombre porque “Eva fue formada de la costilla de Adán y vivió con el aliento de Dios”, una representación simbólica de su nueva identidad espiritual.
El cambio de nombre también representó un desprendimiento del pasado y la reafirmación de su vocación. Para la hermana Eva, ser “la esposa de Jesús” implica una entrega total que, aunque no siempre es comprendida por todos, le brinda sentido y plenitud a su vida: “Renunciar al mundo para vivir para Él es una de las vocaciones más hermosas que existen”, aseguró.