Lula, el “ave fénix” de la izquierda, de regreso en el poder
Brasil. El ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana Luiz Inácio Lula da Silva se impuso ayer sobre el ultraderechista y actual presidente, Jair Bolsonaro, que buscaba la reelección. El líder progresista llamó a la paz y la unión en su país.
De limpiabotas y líder sindical a tres veces presidente de Brasil: Luiz Inácio Lula da Silva regresa de nuevo al poder, resucitando como un “ave fénix”. Este autodefinido “joven” de 77 años, ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana, se impuso el domingo con 50,83% de los votos –escrutado el 98,8% de los sufragios– sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, que buscaba la reelección.
Lula recibió 60,1 millones de votos, una cifra nunca antes registrada en las elecciones de Brasil, lo que en parte se debe a un efecto demográfico. El anterior récord es de él mismo, que en 2006 recibió 58,3 millones de votos, pero entonces solo había 126 millones de electores, 30 millones menos que hoy.
Bolsonaro se quedó con 58 millones de votos, superando por poco los 57,79 millones que cosechó en 2018.
En toda la historia republicana de Brasil, desde 1889, Lula es el primer candidato que gana tres elecciones presidenciales y es el primero que derrota a un jefe de Estado que opta a la reelección, y vuelve a tomar las riendas de Brasil tras haber sido condenado y encarcelado por un caso de corrupción, que muchos dieron por sentado marcaba el fin de su vida política.
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“Es el día más importante de mi vida”, dijo a periodistas después de votar en una escuela de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, donde se forjó como líder sindical en los años 1970.
Después de conocerse los resultados, por la noche, ante sus simpatizantes Luiz Inácio Lula da Silva dijo que Brasil “está de vuelta” en la escena internacional e invocó a la unidad. “A nadie le interesa vivir en un país dividido en permanente estado de guerra. Este país necesita paz y unión”.
Dos veces presidente entre 2003 y 2010, Lula dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza. Y se granjeó un enorme prestigio internacional como piloto del “milagro” económico brasileño, empujado por los altos precios de las materias primas.
En este tercer período no contará con la misma bonanza: si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000.
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Trayectoria empañada
Lula coronó su doble mandato consiguiendo la sede del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos de Río 2016. Pero su trayectoria política se vio empañada por escándalos de corrupción.
Fue reelegido pese al caso del Mensalao, una millonaria contabilidad ilegal montada por el Partido de los Trabajadores (PT), que Lula cofundó en 1980, para comprar el apoyo de congresistas.
Terminó igualmente envuelto en el Lava Jato, la mayor operación anticorrupción de la historia del país, enfocada en una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras.
Fue condenado en 2017 a nueve años y medio de prisión por la obtención de un apartamento de una constructora a cambio de contratos públicos, aunque siempre proclamó su inocencia. Estuvo 19 meses en prisión, en los que perdió a un hermano y a un nieto de 7 años. En marzo del 2021 recuperó sus derechos políticos con la anulación de su sentencia por irregularidades procesales.
“Me quedé tranquilo, preparándome como Mandela se preparó durante 27 años, como Gandhi se preparó toda su vida, para salir de prisión sin rabia”, dijo el expresidente, definiéndose como un “Lulinha paz y amor”. Padre de cinco hijos y sobreviviente de cáncer, Lula se casó por tercera vez en marzo con la socióloga Rosangela da Silva, Janja. Marisa Letícia Lula da Silva, que fue primera dama durante sus dos períodos de gobierno anteriores, murió en 2017.
Recuperó liderazgo
Tras conocerse los resultados, según el reporte del analista Polo Ruiz, diez cuadras de la avenida paulista estaban copadas de camisetas rojas que jóvenes simpatizantes vestían mientras repetían emocionados: ¡Lula volvió, Lula volvió!
Celebración. Simpatizantes del PT y de Lula da Silva llenaron la céntrica avenida Paulista de Sao Paulo. Foto: AFP
Ahora, los desafíos inmediatos para este líder izquierdista, que cumplió 77 años el pasado 27 de octubre, son propiciar el relevo izquierdista, pues: “No dio mucho espacio para que jóvenes políticos de la izquierda crecieran”, explicó Leonardo Paz, consultor del International Crisis Group, y además, dada la esperanza y expectativa en su país, debe prepararse para asumir y cumplir sus promesas desde el próximo 1 de enero en Palacio de Planalto.
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La clave
Felicita. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, felicitó este domingo a Luis Inácio Lula da Silva por su victoria en elecciones presidenciales “libres, justas y creíbles”, en un comunicado difundido por la Casa Blanca.
Las pequeñas localidades deciden la elección
Por el analista Polo Ruiz Vasconcelos. Desde Sao Paulo.
Durante toda la mañana del domingo, el ritual de silencio en el que los ocupantes de los vagones viajaban fue quebrado por el inusitado bullicio de comentarios a toda voz de quienes se desplazaban gratuitamente, en apariencia para ir a votar. Lo mismo sucedía en los buses que transportaban pasajeros en el interior de la ciudad. Unos y otros como en el resto del país, expresaban sus deseos de cambio a la actual situación económica, en la que los alimentos y los servicios subieron abruptamente de precio. La principal preocupación de la población.
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Al caer la tarde y conocerse los resultados a boca de urna y los conteos preliminares, el silencio volvió a dominar el interior de los vehículos de transporte. No había un nítido ganador a pesar de que los avances en el conteo definían vencedores en 12 estados en los que se eligieron gobernadores.
Al finalizar el día, el país estaba dividido en dos bandos sin posible intermediación. El conteo final (oficial) de votos demorará no menos de 24 horas, a pesar de que el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) afirmara que sería más rápido tanto por la eficiencia del sistema de voto electrónico, como por el hábito ya instaurado en los votantes.
Los votos que definirían quien será el vencedor, por encima de los números de los conteos iniciales, están por conocerse en las próximas horas. Vendrán de localidades alejadas en el interior del país, entre ellas el nordeste, en el que Lula ha sido favorito en la primera vuelta y aparentemente ha mantenido su fidelidad. Sin embargo el abstencionismo por encima del 22% ponen en duda los pronósticos.
Imploran. Partidarios del presidente brasileño y candidato a la reelección Jair Bolsonaro. Foto: AFP
La preocupación y temor coincidente de quienes salían de los centros de votación era que no habría una mejora sustantiva a la actual situación económica que afecta especialmente a los más pobres, duramente afectados por la pandemia. Una realidad a nivel global difícil de remediar en lo inmediato.
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En la emblemática Plaza de la Republica, punto obligado del turismo internacional, Aurea Acevedo y Marelene de Oliveira, veteranas feriantes de domingo en la oferta de artesanías a los turistas contaban sus actuales penurias: “No puedo pagar las cuentas de agua ni luz, ni comer un churrasco, tampoco ir a pasear como lo hacia antes” –dice Aurea y Marlene precisa- “los domingos podía hacer ventas hasta por mil reales. Los turistas venían y no me daba abasto. Ahora no consigo hacer ni 100 reales en ventas. Siento que no doy más”.
El resultado de las elecciones tiene otro trasfondo. El destino de los partidos. Si Lula no consolida es muy probable que el PT se esfume envuelto en líos internos destructivos que se dan en los casos, como en el del PT en el que no han podido surgir otros cuadros dirigenciales por la supremacía del líder principal, cuya sola presencia ha oscurecido todo otro brillo.
Si Bolsonaro no da una vuelta por encima de los conteos iniciales y pierde la coalición de voluntades que lo han elevado, se va a desgranar rápidamente en grupos diferentes. En ambos casos seguirán la ruta que ha marcado la política en los últimos años tanto en Brasil como en Latinoamérica. A la pérdida de voluntades colectivas, les sucede el corporativismo de pequeños grupos.