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Corrida de toros sin sangre: adaptan tradición para no ocasionar la muerte

En el corazón de California, descendientes de portugueses mantienen viva la lengua, la cultura y las tradiciones; entre ellas, la tauromaquia, que han tenido que modificar porque la ley no les permite herir a los animales.

Esta modificación mantiene a la tradición ibérica viva en California, donde las leyes prohíben herir a los animales. Foto: AFP
Esta modificación mantiene a la tradición ibérica viva en California, donde las leyes prohíben herir a los animales. Foto: AFP

En la plaza de toros de Turlock, la bandera de Estados Unidos ondea junto a la de Portugal, pero la fiesta no arranca hasta que no suena “A portuguesa”. En medio de la arena, el astado se acerca rápidamente y embiste al jinete, quien se contonea velozmente en su caballo y logra engañarlo. En un instante, clava un banderillazo en su lomo, pero el animal no sangra y no morirá. La gente aplaude, la música no para.

Las banderillas tienen velcro en las puntas, en vez de lanzas, y se adhieren al cojín que llevan los toros en el lomo. Esta modificación mantiene a la tradición ibérica viva en Turlock, California, donde las leyes prohíben herir a los animales

Turlock es una pequeña ciudad que atrajo a inmigrantes portugueses a principios del siglo XX, quienes provenían del archipiélago de las Azores y se dedicaban a la actividad agrícola. La comunidad lusa creció y mantuvo sus raíces en diarios, asociaciones y expresiones culturales como la tauromaquia.

“La primera vez que vine a California, hace 15 años, me sorprendí. Es increíble porque es como Portugal”, dice Joao Soller García, jinete profesional que vino desde Lisboa para la corrida. “Tienen la escuadra, los toros, los caballos, el público. Todo es igual”, agrega García antes de entrar al ruedo, en el que había alrededor de 4.000 espectadores.

“Si vas a una corrida de toros en Portugal, encontrarás lo mismo”, añade.

En la plaza de toros, la bandera de Portugal está al lado de la de Estados Unidos. Foto: AFP

En la plaza de toros, la bandera de Portugal está al lado de la de Estados Unidos. Foto: AFP

La madre patria

La tradicional corrida de toros fue recuperada en California por Antonio Mendes, expresidente de una asociación religiosa en Turlock. Él contribuyó a la crianza y creación de un linaje de bovinos para la lidia, considerando la variación de la práctica.

Somos portugueses y forma parte de nuestra forma de vivir, sobre todo en la isla (de Azores), de donde yo vengo”, manifiesta Antonio Mendes, quien, a pesar de las décadas viviendo en Estados Unidos, prefiere hablar en su lengua materna.

En esta parte de California, la cultura y lengua están tan viva que muchos de los espectadores de la corrida pasan del portugués al inglés de forma casi automática. “Es natural para mí. Mucha gente aquí habla portugués en el día a día”, menciona José, un hombre de 30 años que vino a ver los astados en compañía de sus amigos.

Como en California, los bovinos no pueden ser heridos, no se debilitan tanto como en Portugal, por ello se necesita que sean igual de combativas, pero menos pesadas.

“Aquí los toros pesan entre 400 y 450 kilos porque no van a sangrar. En Portugal, pesan unos 600 kilos”, cuenta George Martins, capitán de un equipo de ‘forcados’.

Los ‘forcados’ son un grupo de aficionados que entran en acción después del torero y son conocidos como la ‘brigada suicida’ porque se dejan embestir por el animal para inmovilizarlo, simbolizando la muerte. “Hace falta mucha técnica, no solo fuerza”, explica Martins.

A diferencia de España, en la tauromaquia portuguesa nunca se mata al animal en la plaza.

La brigada suicida en acción. Foto: AFP

La brigada suicida en acción. Foto: AFP

“Ellos no aprecian el arte”

Joao Soller García, aficionado desde la cuna, comenta que disfruta de los bovinos y de la variación californiana. Pero, “comparado con Portugal, aquí es un poquito más peligroso porque el toro no está herido (...) Tiene toda su fuerza”, indica.

A pesar de que en otras ciudades de California, con pequeñas comunidades portuguesas, también se mantiene la tradición, no todos están de acuerdo con la adaptación sin sangre.

“Desgraciadamente, es solo una imitación, pero es lo mejor que podemos hacer”, expresa Maxine Sousa-Correia. Su familia cría ganado, especialmente para las corridas desde los años 70, en California. “No le estamos haciendo justicia al animal, porque para esto es que esta raza es”, se queja.

“Debería ser como en Portugal (...) pero no podemos porque estamos en Estados Unidos y, ya sabes, ellos no aprecian el arte”, menciona su esposo, Frank Correia.