Carlos Olivera: “El circo fue una puerta enorme en mi vida”
A los 12 años estuvo en un taller de La Tarumba y desde esta semana dirige el espectáculo 'Festejo' . Acerca de la coyuntura opina: "En Perú hay una mala lectura de la protesta".
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Este año, el director de La Tarumba, Fernando Zevallos, le cedió la posta para la temporada de Festejo a Carlos Olivera, un artista que creció junto con la compañía. Fernando y Estela Paredes lo conocieron en Los Olivos, en los 90. “Los conozco desde que no existía la carpa”, nos comenta. Es miércoles por la mañana y el artista está en las instalaciones como hace más de dos décadas.
Formaste parte de uno de los primeros talleres del circo, ¿qué recuerdas de esos años?
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Los conozco desde hace treinta y seis años. Fernando y Estela acababan de fundar La Tarumba y era una agrupación de teatro que trabajaba un poco con circo. Y con esas herramientas, lo que hicieron, además de hacer espectáculos de payasos, fue ir a los barrios. Entonces, el circo llegó a mí. En el barrio, todo alrededor era gris; no había carreteras, no había luz ni agua. Estábamos aislados de la civilización. Es un barrio formado por inmigrantes pobres, de los Andes, principalmente. Mi familia viene más de la selva.
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Es decir, fue una oportunidad porque en algunos lugares la situación sigue igual, ¿no?
Totalmente. El circo fue una puerta enorme en mi vida como ser humano y profesional. Les dio la posibilidad a muchos niños del barrio de conocer el respeto entre un adulto y un niño. Y eso me llamó mucho la atención porque en los barrios una de las principales carencias es la relación afectuosa. Para mí, eran estos adultos que jugaban con los niños, que se relacionaban de manera respetuosa, validaban sus opiniones y que les enseñaban actividades escénicas. Era, pues, una cosa increíble, mágica.

En ese momento, ¿tuviste apoyo de tu familia?
Mi mamá nunca invalidó que yo me dedicara al circo. Nunca, dentro de sus limitaciones, porque nunca en su vida había ido al teatro o al circo. Mi mamá estudió hasta tercero de primaria. Vino como pudo a Lima. Fue la persona que me llevó porque reconoció que tenía una vocación bastante definida desde niño. Me apoyó desde muy pequeño, cosa que no pasó con el resto del grupo.
¿Qué pasó con tu padre?
Bueno, como estas historias de los barrios, mi padre fue un ‘profugón’. Mi hermano y yo, que somos los mayores, estuvimos con mi mamá hasta que tuvimos 5 años, más o menos, solos con ella y sobreviviendo. Mi mamá nos jalaba por todos lados.
"En Perú hay una mala lectura de la protesta"
Tu historia y la de La Tarumba tienen que ver con el país. ¿Cómo se mantiene un proyecto así por más de cuatro décadas?
Tiene que ver, creo yo, con mucho trabajo, con mucha dedicación, pero, sobre todo, con mucha verdad. Siempre ha estado claro el objetivo de querer hacer algo para aportar al cambio social. Y por eso siempre fue un proyecto pedagógico. Entonces, en Festejo, los cuatro payasos cuentan un poco, desde el humor, cómo se está forjando el Perú, cómo interviene la migración, cómo interviene la violencia social, y claro, uno, desde la risa, se da cuenta que lo que se está contando es algo tremendo. También intenté hacer una réplica de la casa de ‘Chebo’ Ballumbrosio, quiero que sea un homenaje para él.
Debes coincidir con ‘Chebo’ en varios aspectos.
Claro que sí. Coincidimos en decir: “tu historia es increíble porque naciste en la necesidad, en la pobreza y mira dónde estás instalado”. Es con esfuerzo y con suerte por todo lo que implica, porque reconocemos que es un caso especial. En Perú, la minoría es la gente privilegiada y la gran mayoría somos los emergentes.
Por cierto, el estreno de Festejo coincide con semanas en las que, el gremio artístico se unió para protestar.
A mí me alegra. Es una muestra de que sí podemos juntarnos con objetivos que nos van a dar mejor calidad de vida no solo a los artistas sino a todos los peruanos. En el Perú hay una mala lectura de la protesta, siempre lo vemos de manera negativa. Los ciudadanos tenemos un poder, tenemos una opinión y tenemos el derecho, además, de exigir calidad de vida porque eso es lo que construye a un país civilizado, no pensar solo en que el PBI mejora. No podemos permitir que funcionarios públicos a los que les pagamos se crean con derecho a seguir maltratándonos. Me alegra ver al gremio artístico juntarse y creo que debería ser el inicio de que todos podamos juntarnos más allá de nuestras orientaciones políticas. Hay temas que deberían unirnos y debemos tener la capacidad de ponernos de acuerdo.






















