Del oro de Pizarro al dólar: cada semana hay nuevos millonarios mientras millones siguen en pobreza
En un año, la riqueza de los multimillonarios creció US$2 billones. A nivel global, el 1% más rico extrae US$30 millones por hora del sur. ¿Y en Perú? Los seguimos subsidiando.
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“Si son multimillonarios, ¿por qué lo son?”, cuestionó la cantante Billie Eilish hace menos de una semana durante su discurso de aceptación en los Premios a la Innovación de la revista Wall Street Journal (WSJ). Esa sola frase reavivó una pregunta que muchos hemos formulado desde la inocencia de la niñez: ¿por qué los ricos no comparten su dinero con los pobres? o incluso, ¿por qué no podríamos vivir sin dinero y correr libres por los prados?
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No siempre son la ambición o la superación las que mueven al mundo, sino la competencia, el miedo al fracaso o la necesidad de sentirse superior.
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Mark Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, asistieron a la gala del Wall Street Journal. Chan fue reconocida por su labor filantrópica, aunque el comentario de Billie Eilish sobre los multimillonarios pareció incomodar al fundador de Facebook, según reportó People, cuya fortuna asciende a US$257.000 millones.
En solo un año, la riqueza de los multimillonarios del mundo creció en US$2 billones, lo que equivale a US$5.700 millones diarios, según Oxfam. En ese mismo periodo, 204 personas cruzaron el umbral del club de los multimillonarios, casi cuatro por semana.
A enero de este año se contabilizaron 2.769 en todo el planeta, mientras que el número de personas que viven en pobreza, es decir, con menos de US$6,85, apenas varió desde 1990, de acuerdo con el Banco Mundial.
No se hace, se nace rico
El informe global de Oxfam, “El saqueo continúa”, advierte que 6 de cada 10 fortunas multimillonarias no son fruto del mérito, sino de la herencia, el clientelismo o los monopolios.
En otras palabras, riqueza acumulada por nacimiento o influencia, no por esfuerzo.
UBS y Forbes estimaron que más de 1.000 de estos magnates transferirán a sus herederos US$5,2 billones en las próximas décadas, perpetuando un linaje de privilegios que se remonta al legado colonial.
Hoy, el 1% más rico del norte global extrae US$30 millones por hora del sur global, en lo que Oxfam describe como “un colonialismo sin látigos, pero igual de eficiente”.
El pobre le paga al rico
Para el economista Armando Mendoza, esta tendencia mundial se refleja con nitidez en el país. Y es que aproximadamente un tercio de los peruanos, unos 9 millones de personas, viven en situación de pobreza, y de ellos un millón y medio son pobres extremos, es decir, que no pueden ni siquiera cubrir la canasta básica de alimentos.
“Y lo más preocupante es que, tras la pandemia, no hemos logrado recuperarnos: llevamos cinco años de estancamiento y retroceso, mientras otros países de la región sí muestran mejoras sostenidas”, remarcó Mendoza.
Ahora bien, la pobreza en el Perú no se limita a una cifra del INEI, sino que refleja un sistema económico que privatiza las ganancias y socializa las pérdidas.
“Hay un grupo privilegiado que acumula beneficios sin perder nunca, y cuando pierde, traslada esas pérdidas al Estado y a toda la sociedad”, advirtió.
Un ejemplo reciente, afirmó, es la nueva Ley de Promoción Agraria, conocida como la Ley Chlimper 2.0, que otorga exoneraciones tributarias y beneficios al sector agroexportador.
“Estamos hablando de subsidios de hasta US$2.000 millones anuales a un sector que ya es altamente rentable”, subrayó. “En vez de aportar al país, se le sigue subsidiando. Y eso lo pagamos todos los peruanos”.
El investigador señaló que este tipo de políticas, junto con un sistema tributario regresivo, perpetúan una brecha en la que quienes más tienen acumulan aún más, mientras los sectores con menos oportunidades quedan cada vez más rezagados.
Los ricos no firman la factura
El economista también advierte sobre otro riesgo que crece silenciosamente: la deuda pública.
“Hoy el Perú destina más del 10% de su presupuesto al pago de intereses. Aunque nuestra deuda equivale a poco más del 30% del PBI, el manejo fiscal irresponsable de los últimos años podría llevarnos, en cinco o diez años, a un problema de endeudamiento serio”, alertó.
Esta advertencia va en línea con las recientes declaraciones del Consejo Fiscal, quienes demostraron que habría un gasto anual de casi S/36.000 millones a raíz de las leyes aprobadas por el Congreso en el período 2021-2026.
Se trata de 229 leyes, 101 aprobadas por insistencia, y de las más de 300 iniciativas legislativas pendientes aún incalculables.
En ese sentido, si el país no discute una reforma tributaria progresiva, para Mendoza, el Estado seguirá dependiendo del endeudamiento para financiar servicios básicos, profundizando el círculo vicioso.
“Ya estamos empezando ese proceso”, dijo. “Y cuando llegue el momento, los que más tienen no serán los que paguen la cuenta”.
No hay dinero
Cerrar la brecha entre ricos y pobres no significa igualar ingresos, sino garantizar derechos mínimos universales, como la educación y la salud, recalcó el economista.
“Solo para alcanzar estándares internacionales en ambos sectores, el Estado necesitaría invertir entre 5% y 6% adicionales del PBI cada año, unos S/60.000 millones más, que hoy no existen en el presupuesto nacional”, explicó Mendoza. “Y sin una reforma tributaria, es imposible lograrlo”.
Mendoza lamentó que, en lugar de discutir cómo financiar un Estado más eficiente y equitativo, las élites económicas y políticas continúan operando como un archipiélago de intereses particulares.
“Cada grupo jala agua para su molino, y nadie está pensando en un proyecto de país”, afirmó.
Perú sobrevive al d(IA)
A esta desigualdad estructural se suma una nueva amenaza: la automatización y la inteligencia artificial (IA).
“Ya estamos viendo cómo empresas como Amazon reemplazan trabajadores con robots”, comentó. “El sueño dorado de las élites es sustituir la mano de obra humana por una artificial: una que no pide aumento, no hace huelga ni descansa”.
Este fenómeno, advierte, puede acentuar aún más la brecha entre quienes concentran el capital tecnológico y los millones de trabajadores sin empleo ni alternativas.
“El Perú no está pensando en eso. Nadie está discutiendo cómo afectará la inteligencia artificial al trabajo o a la estructura económica. Vivimos al día, sin visión de futuro”, concluyó.

























