
Arturo Becerra Delgado (22) es un estudiante de Computación Científica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Desde niño, ha sentido bastante interés por los números, lo que determinó la elección de su carrera en la Facultad de Ciencias Matemáticas. Sin embargo, cuando estaba en segundo de secundaria, descubrió su verdadera pasión: tocar el violín.
El instrumento transformó la vida de aquel niño procedente del barrio de Oquendo, ubicado en la Provincia Constitucional del Callao. Así, su gusto por el violín no solo lo ha llevado a interminables noches de práctica. De hecho, Arturo ha logrado demostrar su dominio musical en aniversarios de su universidad, presentaciones privadas e incluso en prestigiosos eventos como el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Sin saberlo, encontró el nexo entre las matemáticas y la música.
Era 2017 y Arturo estaba en segundo de secundaria. Un día, su escuela anunció que dictaría por primera vez el curso de música, a cargo del profesor Eduardo Choque Pérez, extrompetista de la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú. Entonces, comenzó a sonar el son de la flauta dulce en las aulas. El maestro demostró sus dotes para contagiar su pasión por la música a los estudiantes del Consorcio Educativo Blas Pascal, ubicado en San Martín de Porres.
"Me encantó su manera de enseñar, me cautivó también la forma en la que entró y tocó algunas piezas musicales para nosotros", contó Arturo en una entrevista para La República. El sanmarquino explicó que el calor, la ovación y los aplausos del público a su profesor Choque Pérez forjaron su amor por la música. De esa manera, con tan solo 14 años, su vocación fue revelada y aseguró que un día sería parte de una orquesta para brillar ante la audiencia.
Pero el violín no apareció de inmediato. Al inicio, Arturo tocó el saxofón para la banda del colegio. Solo fue cuestión de tiempo identificar que su verdadero compañero sería el instrumento de cuerda. Pasó varias horas del día practicando para que sus dedos lograran las notas más armoniosas posibles. Notó que la práctica requiere bastante disciplina y perseverancia, debido a que, según sus propias palabras, "es un instrumento que no te recompensa muy rápido al principio".
Arturo explicó que aprender a tocar el violín es un proceso bastante largo. Por este motivo, los especialistas recomiendan que la enseñanza inicie a los 4 o 5 años de edad. En los primeros intentos, solía escuchar agudos chillidos con mucha frecuencia, lo que generaba bastante incomodidad en sus oídos. Tampoco ha olvidado que jalar las cuerdas genera dolor en los dedos de los principiantes. Por estos motivos, según nuestro protagonista, las personas abandonan la disciplina. Es aquí donde se requiere la mayor constancia para forjar a un futuro artista.
Arturo Becerra en la sede de la República.
Debido al elevado nivel de exigencia, el Becerra Delgado de 14 años no le quedó de otra que sacrificar las tareas de la escuela, incluso si se trataba de matemáticas, su curso favorito. "Me descuidé bastante del colegio. No fui un alumno tan destacado. Pero, en quinto de secundaria, tomé más conciencia y prioricé tanto la música como el colegio, porque ambos son muy importantes", aseguró. Más allá de todos los obstáculos, los jóvenes siempre tendrán a la mano el mayor apoyo incondicional: su familia.
Desde el principio, Arturo recibió el apoyo de su padre, Pedro Becerra, quien es catedrático de la Universidad San Marcos y profesor de matemáticas. A pesar de que su progenitor es un profesional dedicado a los números, no dudó en confiar en el potencial de su hijo cuando empezó esta aventura en 2017. Por tanto, el proyecto gestante no podía limitarse a las aulas de su colegio junto a su maestro. Así, Eduardo Choque Pérez recomendó a nuestro protagonista postular al Conservatorio Nacional de Música.
Tras varios meses de incesante aprendizaje, el sanmarquino destacó rápidamente entre todos sus compañeros de colegio. Por ello, su profesor le aconsejó que era momento de buscar un nuevo instructor. "Él era trompetista, así que enseñaba lo más básico del violín. Pero llegó un punto en el que me dijo: 'no puedo enseñarte más, estás muy avanzado. Tienes que tomar clases con alguien profesional'", señaló. A raíz de esto, acudió al maestro Carlos Vivanco, violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Arturo Becerra en la banda musical de su colegio.
No obstante, las dificultades económicas golpearon a nuestro protagonista, debido a que pagar S/300 mensuales representaba un arduo esfuerzo para su familia. Con tal de apoyar a su hijo, Pedro Becerra se encargó de financiar la educación musical de su primogénito. Lamentablemente, era necesario conseguir más ayuda para sostener la preparación de Arturo. Como anillo al dedo y con algo de suerte, su exprofesor Choque Pérez le propuso trabajar en su agrupación.
A punto de cumplir 15 años, su instructor lo invitó a formar parte de su orquesta personal llamada 'Mariachi Nuevo Garibaldi de Lalo Pérez'. Esta gran noticia representó un alivio, debido a que nuestro protagonista consiguió un 'cachuelo' y recibiría un ingreso. Así, podría costear sus clases particulares, una acción envidiable para ser un joven que todavía no alcanza la mayoría de edad. Sobre todo, seguía en pie su meta de ingresar al Conservatorio Nacional de Música.
Arturo Becerra con su papá Pedro, su mamá Zoila y su hermana menor.
"Era consciente de que varias personas tocaban mucho más que yo, porque empezaban desde mucho antes. Lo cual me motivó a dedicarle mucho tiempo al violín", recalcó. A lo largo de varios meses, Arturo practicó entre 8 y 9 horas diarias, con el propósito de estar a la par o al mismo nivel que los demás postulantes. El trabajo de su tutor le ayudó bastante, debido a que lo apoyaba para no sucumbir ante el público, que puede ser un enemigo sutil. En particular, entre la audiencia, había una persona que nunca dejó de alentar al violinista.
Con una fe inacabable, Zoila Delgado acompañó en todo momento a su primogénito en sus primeros pasos como artista. "A mi mamá le encantaba verme tocar, me veía todos los días practicar e inclusive iba a mis presentaciones", recordó con bastante aprecio. Es más, cuando Arturo se acercaba a quinto de secundaria, su papá comenzó a insistir en que se enfocara en sus calificaciones y escogiera una carrera universitaria para estudiar. Ante esto, su madre se interpuso para que continuara con sus 'pininos de mariachi'.
Arturo en una presentación de mariachis.
La confianza de Zoila Delgado se tradujo en la compra de un nuevo violín para Arturo. Luego de juntar sus ahorros, pudo adquirir una pieza de S/700 para que el todavía escolar explote sus habilidades en sus exhibiciones y durante las prácticas de cara al conservatorio. "Me compró mi segundo violín, que hasta ahora ha sido el que más recompensas me ha dado en trabajos y en presentaciones. Me ha dado muy bonitos momentos", resaltó. Por ejemplo, según nuestro protagonista, un instrumento profesional se cotiza entre S/2.000 y S/3.000.
Uno de los mejores momentos que le ha otorgado la música a Arturo fue asistir al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se organizó en Perú el año pasado. El violín le ha abierto muchas puertas a lo largo de los años desde que comenzó su aventura. En 2024, el maestro Eduardo Choque Chuco, director actual de la Orquesta Sinfónica de Chancay, lo invitó a participar en su agrupación a raíz del evento internacional que acogió a importantes líderes mundiales en la ciudad al norte de Lima.
Choque Chuco es el hijo de su profesor Choque Pérez, quien incluso enseñó a Arturo durante un período breve. Por ese motivo, desde 2023, lo ficha cuando tiene presentaciones musicales de gran calibre, porque conoce la capacidad del joven Becerra. Así, el maestro Eduardo juntó a su equipo para deslumbrar en la inauguración del Megapuerto de Chancay el 14 de noviembre de 2024. "Fue una experiencia muy bonita tocar y ser parte de una orquesta gigante como violinista", agregó.
Arturo Becerra en la inauguración del Megapuerto de Chancay.
Gracias a sus años de dominio, no tuvo problemas para estudiar las partituras del fabuloso día. Sin embargo, el estudiante sanmarquino no tuvo la oportunidad de contar con el apoyo de su familia debido a la distancia entre la capital y Chancay. "Fui solo. Mi familia, mayormente, me acompaña, pero por los paros que había a nivel nacional, fue un poco complicado, quizás, que mi familia fuera", sostuvo. Aquel día, Arturo pudo complacer a su versión más joven, que añoraba conquistar a un enorme público y ser ovacionado.
Arturo llegó a quinto de secundaria en 2020 y sus sueños por dedicarse profesionalmente a la música se hacían más fuertes, ya que faltaba poco para que acabara el colegio y alcanzara la mayoría de edad. De pronto, una noticia sacudió a la familia Becerra Delgado y al mundo entero. El virus denominado COVID-19 acechaba en los hogares de todos los países y los gobiernos decretaron restricciones sociales para contener la pandemia. El encierro total mató la posibilidad de que nuestro protagonista continuara con sus presentaciones musicales.
Arturo tocando el violín en San Marcos.
La gravedad de la situación impulsó a que Pedro Becerra hablara con su hijo sobre otras alternativas de cara a su futuro. A diferencia de Arturo, el patriarca de la familia creía que el camino más seguro era postular a una carrera en una universidad, a raíz de las pocas oportunidades para tocar el violín. Como catedrático de San Marcos, le recomendó conseguir una vacante en la facultad de Ciencias Matemáticas.
"Tenía que hacer sí o sí nacional. Mi familia no tenía la capacidad de pagar una carrera particular. De no ser así, hubiera estudiado música de manera particular, pero no se podía", mencionó. La matemática siempre fue el curso favorito durante todos los años del colegio, así que su preparación se centró en potenciar sus habilidades con los números. Así, el nuevo gran objetivo de Arturo pasó a ser ingresar a la 'Decana de América'.
Arturo Becerra en la sede de la República.
En 2021, un año después de acabar la escuela, se preparó por su cuenta para conseguir un lugar en la UNMSM. A pesar de que el panorama social iba mejorando lentamente, Arturo no podía desviar su camino. El consejo de su padre, por ser un profesional, se imponía sobre su pasión por dedicarse por completo a la música. Pese a todo, llegó el día de postular en noviembre de 2021. Solo fue cuestión de días conocer la verdad que ya sabemos: se convirtió en un cachimbo de Computación Científica en la Facultad de Ciencias Matemáticas.
Tristemente, Arturo dejó a su compañero musical al iniciar el ciclo universitario en 2022. Debido a la alta exigencia de los cursos y a lograr las notas más altas en su año de cachimbo, dejó de lado el violín y aquellas horas de práctica para perfeccionar sus dotes. De hecho, la San Marcos se volvió su nueva rutina, una que no era tan dulce como el instrumento. No obstante, no es fácil apagar el fuego por hacer lo que más te gusta.
Pedro Becerra, con las intenciones de un padre protector, quería que su hijo tirara todas sus fichas en la carrera, debido a que era el camino más seguro. Ante ello, Arturo tuvo que demostrar que podía sobrellevar la situación y que, en especial, no le fallaría. "Voy a cumplir con mis responsabilidades, pero déjame hacer lo que me gusta, porque me he guardado dos años sin tocar y quiero seguir tocando", exclamó. En su segundo año como estudiante, retomó las prácticas y las presentaciones con el violín.
Arturo en una presentación de mariachis.
Así, el estudiante de Computación Científica descubrió el fuerte lazo entre la música y las matemáticas. Según sus propias palabras, ambas disciplinas no deben ser percibidas como opuestas. De hecho, tras varios años tocando el violín, entendió que se requiere hacer cálculos para lograr las notas más armoniosas y cumplir con la teoría musical. Según dónde presione su dedo a lo largo de la cuerda, el artista puede emitir diferentes tonos y el sonido depende de la ubicación exacta donde se presiona, la cual puede ser de milímetros.
En la actualidad, Arturo aspira a ejercer como computador científico dentro de una empresa para cumplir con aquella promesa a su familia. A la par, quiere desenvolverse como músico. "No es por cuestión de dinero, sino porque es algo que me gusta. Además, siento que la música la puedo llevar a cualquier parte y creo que me abre puertas a niveles tanto laborales como académicos", indicó. Su mayor deseo es dedicarse a su instrumento por muchos años más.

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