
Diversos grupos de jóvenes independientes, así como colectivos y organizaciones ciudadanas, han planificado movilizaciones para los días 20 y 21 de septiembre. La razón detrás de estas protestas es manifestar su descontento hacia el gobierno de Dina Boluarte y el Congreso, en un contexto de creciente insatisfacción por la reforma del sistema de pensiones, la cual es percibida como favorable únicamente para las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y no para la ciudadanía en general. En la reciente movilización, que tuvo lugar el 13 y 14 de septiembre en el Centro de Lima, la asistencia no alcanzó las cifras esperadas, aunque se reportaron incidentes de represión policial.
La nueva convocatoria para este fin de semana tiene ecos con la crisis vivida en Nepal. Recientemente, el país asiático fue el escenario de protestas que resultaron en la muerte de al menos 72 personas. La llamada 'Generación Z' logró la caída del primer ministro, K.P. Sharma Oli, luego de que la situación escalara tras la prohibición del uso de redes sociales. Sin embargo, las denuncias por nepotismo y abusos de poder ya venían cociéndose en la nación, lo cual habría sido el problema de fondo. La pregunta es, ¿podría Perú replicar al pueblo nepalí?
Dirigentes de grupos que participarán en las marchas, como Voz Ciudadana y Colectivo Jóvenes Líderes para el Perú, indicaron anteriormente a La República que no solo se movilizan por las AFP. Una de las líderes indicó: ''Marchamos contra la corrupción, la mala gestión y porque no queremos que nuestras familias sigan sufriendo las consecuencias de un gobierno corrupto".
Lo cierto es que las últimas movilizaciones del 13 y 14 de septiembre no tuvieron la asistencia anticipada. Sin embargo, el uso desmedido de la fuerza por parte de efectivos policiales llamó la atención. Días previos, la presidenta de la nación, Dina Boluarte, afirmó: "El peruano ya aprendió (…) no hay por qué bloquear carreteras como antaño, no hay por qué salir en cantidad de personas a las calles a generar caos".
La politóloga por la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV), Guadalupe Caycho Raymón, considera que las afirmaciones de Boluarte constituyen un ''retroceso para la democracia''. ''Esa frase minimiza todo el derecho constitucional que tenemos todos a protestar. Y más bien nos transmite, nos refleja un mensaje autoritario de su parte, de parte del gobierno, en lugar de centrarse en cuestionar y atender las demandas ciudadanas'', sostiene la experta.
Sobre si las palabras de la presidenta podrían desincentivar la participación ciudadana, Caycho opina: ''Pueden tener el efecto contrario.
Los colectivos organizados pueden unir esa chispa de indignación y pues dar razones en sí para movilizarse (...) En términos democráticos, la protesta es un pilar''.
La antropóloga por la Universidad Nacional del Centro del Perú, Isabel Hurtado, rechaza las declaraciones de Boluarte, e indica que "los muchachos no están para que les digan, pues, que ya no hay marchas, que ya aprendieron, que hay que trabajar''. ''En la primera marcha algunos muchachos no tenían muy claro el motivo. En esta oportunidad, están más informados los jóvenes y creo que esa motivación, ese peligro que corren los jóvenes con motivo de esta nueva ley, va a hacer eso un punto de inflexión'', afirma.
A pesar del llamado para movilizarse el 20 y 21 de septiembre, a las 5:30 p.m. en la Plaza San Martín, el profesor de filosofía y ciencias políticas en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), Ricardo Falla Carrillo, considera que "primero habría que ver cuál es el nivel de compromiso de la ciudadanía crítica frente a la convocatoria de las marchas''.
El experto indica que no solamente es importante salir a las calles, sino también tener un plan de acción o ''transformación de campo''. "Podría haber una gran revuelta, muchísima gente podría participar, pero yo no pienso tanto en la marcha. Pienso en el día siguiente de la marcha, lo que viene después'', manifiesta.
La politóloga Caycho indica que existe el riesgo de que el mensaje de la protesta se salga de la problemática central si se involucran más actores u otros temas de denuncia. "(Funcionaría) mientras se pueda mantener la profundidad del relato, sin llegar a banalizar o entrar en otros aspectos''.
Sin embargo, también destaca la importancia de que se difunda la convocatoria en plataformas digitales. ''Veo que hay streamers de Kick y de todas esas plataformas que se están sumando a eso. Ahora, con las redes sociales, puede calar un poco más (...) Más allá de la cantidad de personas, el tema del mensaje central sería fundamental para poder potenciar todo esto'', explica.
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El 4 de septiembre, lo que comenzó como una reacción inmediata a la prohibición de 26 redes sociales (como Facebook, X, Instagram, WhatsApp y YouTube) en Nepal, se transformó en un estallido masivo protagonizado por jóvenes de la Generación Z que pedían algo más que libertad digital: exigían justicia social, transparencia y una ruptura con la corrupción institucionalizada.
Como indica Ricardo Falla: ''La sociedad nepalí es bastante más estamentaria que la peruana. Por lo tanto, la posibilidad del nepotismo se multiplica. Eso generó una reacción violenta al ver que los hijos de la del grupo de la clase dirigente vivían con enormes lujos''. Los llamados ''nepo kids'' tendrían acceso a estos beneficios con el dinero de los impuestos de los ciudadanos de Nepal.
Sus muestras de privilegio en redes sociales contrastan con una juventud sin oportunidades, trabajo estable o reconocimiento estatal. El resultado fue la caída del primer ministro Oli, tras una movilización nacional espontánea y la exigencia de una nueva forma de gobernar en el país.
En las protestas, al menos 72 personas fallecieron y miles más resultaron heridas cuando las fuerzas de seguridad reprimieron las marchas en ciudades como Katmandú e Itahari. Imágenes y vídeos de jóvenes bailando o haciendo trends de Tiktok con incendios o violencia de fondo se viralizaron, lo que mostraba un panorama distinto al de una protesta tradicional, casi distópico.
Frente a la presión popular, el gobierno levantó el veto a las redes sociales, dimitieron algunos ministros, y finalmente el primer ministro Oli renunció. Una lideresa interina, Sushila Karki, fue escogida como primera ministra en la plataforma Discord (usada en la comunidad de videojuegos) mientras se preparan nuevas elecciones en marzo de 2026.
Si bien los escenarios no son similares, existen paralelos que pueden ser el reflejo de una juventud cada vez más exhausta de los gobiernos que, sienten, los defraudan, además de limitar sus posibilidades de salir adelante. La politóloga Guadalupe Caycho indica: ''Para el caso peruano, pues vemos que, si bien tenemos un sistema consolidado, no está fuerte en su totalidad. Aunque existe un Congreso y un Ejecutivo que tiene un arreglo, un pacto de supervivencia mutuo''.
La antropóloga Isabel Hurtado no ve cercano un panorama como el del país asiático. ''Lo de Nepal ha sido muy distinto. (En Perú), ya están advertidos, y estarán preparándose también para 'hacer el pare' a esos muchachos'', sostiene.
Por su parte, el profesor Ricardo Falla también tiene claras las diferencias. El experto indica que, si bien ''ambos países son de medianos ingresos'', Nepal está fuertemente influenciado por China, pero no ha logrado tener su crecimiento económico ni la movilidad social ascendente. ''En Perú es diferente, ¿por qué? Porque la clase más acomodada no necesariamente es la clase política, es la clase empresarial'', explica Falla, y menciona la riqueza del sector privado frente al empobrecimiento de los ciudadanos.
Además, menciona: "El futuro del Perú es incierto. Es incierto, ¿por qué? Porque solamente se trata de movimientos electorales… donde no hay partidos políticos, donde no hay una estructura programática cohesionada". El experto también hace referencia al Informe de opinión de mayo 2025, realizado por el Instituto Peruano de Estadísticas (IEP), que reveló que al 62% de los peruanos, la política les importa ''poco'' o ''nada''.
El profesor considera que ''la apatía puede venir de un enorme estado de depresión''. Falla continúa: ''no es una respuesta ideológica, la apatía es una respuesta al límite. La sociedad que está 10 años sometida a una presión de inestabilidad, además de decepciones y decepciones''. La politóloga Caycho coincide: ''Es un tema de indiferencia... El cansancio de la gente. La política está desconectada y tenemos desconfianza estructural en el Congreso y el Ejecutivo, por ejemplo, que siempre son los que tienen los altos niveles de desaprobación''.
Hurtado tiene una visión parecida: ''Ya con la señora Boluarte las cosas son mucho más escandalosas… cada día nos dejan con la boca abierta. Mucha gente dice: ‘Prefiero no saber nada, prefiero no participar’''.
Caycho finaliza con otro problema importante: ''La gente ha normalizado ya el tema de la corrupción. También vemos falta de resultados. Si bien tenemos las protestas, no logran cambios tangibles''. Por último, sostiene que el aspecto económico y social es un bache para que la población se levante. ''La prioridad es sobrevivir a diario. Como se dice, 'buscar el pan de cada día', y no entrar tanto en tema de política''.
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