Nacido en Liverpool el 17 de julio de 1860, Daly vivió en Lima antes de embarcarse en el famoso trasatlántico. Su madre, originaria de Perú, influenció mucho en su vida y decisiones y lo llevó a establecerse en el país sudamericano, donde formó una familia y desarrolló su carrera. En 1912, su viaje a Londres lo llevó a abordar el Titanic, sin imaginar la tragedia que le esperaba.
La historia de Peter Daly es un testimonio de supervivencia y fortaleza. A continuación, exploramos su vida, su experiencia en el Titanic y cómo logró salir con vida de una de las catástrofes más impactantes del siglo XX.
Peter Daly viejó en primera fila en el Titanic sin saber que el barco se hundiría. Foto: AFP
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Peter Dennis Daly llegó a Perú a los 27 años, donde conoció a María Rosalba Ramos, con quien se casó en 1887. Juntos tuvieron diez hijos e hijas, formando una familia que se vio afectada por su posterior viaje a Inglaterra. Antes de su partida, Daly trabajó en la compañía inglesa Haes & Sons, donde desarrolló su carrera profesional.
Su madre, originaria de Lima, y su abuela, de Arequipa, le brindaron un fuerte vínculo con el país. Esta conexión cultural y familiar fue fundamental en su vida, ya que le permitió adaptarse y prosperar en un entorno diferente al de su lugar de nacimiento.
En abril de 1912, Peter Daly decidió regresar a Londres y se embarcó en el Titanic en primera clase. Durante el trayecto, el barco chocó contra un iceberg, lo que desencadenó el caos a bordo. A las 11:00 p. m., los pasajeros sintieron el impacto, y la situación se tornó alarmante rápidamente.
Los oficiales intentaron mantener la calma, pero el pánico se apoderó de los pasajeros. En medio de la confusión, Daly decidió regresar a su habitación. Se vistió con la mayor cantidad de ropa posible y se preparó para enfrentar el frío del océano.
Al lanzarse al mar, Peter Daly nadó con determinación hacia los botes salvavidas. A pesar de sus esfuerzos, en un primer momento no logró subir al primer bote que encontró. Sin embargo, su perseverancia lo llevó al bote salvavidas n.º 5, donde finalmente le ofrecieron un espacio.
Al llegar a Nueva York, lo atendieron médicos que le informaron que necesitaría amputar sus piernas debido a las secuelas del frío. Sin embargo, Daly se negó a someterse a la operación y demostró su fuerte voluntad de vivir.
Tras su experiencia en el Titanic, Peter Daly regresó a Perú, donde vivió hasta el 24 de diciembre de 1932. A pesar de las secuelas físicas que le dejó el naufragio, continuó su vida en el país que tanto amaba. Para mantener su salud, se sometió a baños diarios de vapor, un tratamiento que le ayudó a sobrellevar las consecuencias de su trágica experiencia.
La historia de Peter Daly no solo es un relato de supervivencia, sino también un recordatorio de las conexiones que nos unen a nuestras raíces y de la importancia de la familia. Su legado perdura como un símbolo de resiliencia en la historia del Titanic.