El último lunes 22 de abril, Ana Estrada logró su último deseo de vida: descansar en paz a través de la eutanasia. Sin embargo, Estrada dejó en el debate público cuáles son los límites del derecho a la vida en el Perú y en qué circunstancias el Estado puede intervenir para culminar con el sufrimiento de una persona.
Ana Estrada fue una psicóloga y activista peruana conocida por su lucha en favor de la muerte asistida o eutanasia en Perú. Diagnosticada con una enfermedad progresiva e incurable llamada polimiositis desde los 12 años, Estrada vivió gran parte de su vida en condiciones de salud extremadamente difíciles, lo que la llevó a estar postrada en cama y dependiente de otros para casi todas sus actividades diarias.
Así anunciaron la eutanasia a Ana Estrada. Foto: X
Su caso ganó notoriedad cuando decidió luchar legalmente por el derecho a decidir el fin de su vida a través de un procedimiento de muerte asistida, algo que no estaba permitido por la legislación peruana. En febrero del 2021, un tribunal peruano le concedió el derecho a recibir una muerte asistida, marcando un precedente histórico en el país en cuanto a los derechos de los pacientes terminales y la autonomía personal.
Esta decisión fue significativa, aunque controversial, ya que generó un amplio debate sobre los derechos de los enfermos terminales y las políticas de salud en el Perú.
La eutanasia es la práctica de terminar intencionalmente la vida de una persona para aliviar su sufrimiento, generalmente debido a una enfermedad incurable o una condición médica que provoca un dolor insoportable. Existen diferentes tipos de eutanasia, dependiendo de cómo se lleve a cabo el procedimiento y quién inicia la acción:
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Es preciso mencionar que para ejecutar la eutanasia se debe revisar la evaluación médica, completar un consentimiento informado, así como revisar las bases legales y éticas del caso para proceder con la muerte asistida.