La Granja Azul se distingue por ser la primera pollería del Perú y ser una de las más populares de la capital. Asimismo, este restaurante ha sido galardonada por ser uno de los mejores destinos culinarios de Lima. Sin embargo, el último martes 8 de agosto, la Municipalidad de Ate la clausuró porque habría infringido las normas municipales de seguridad y salubridad. Asimismo, le impuso una multa de S/1.118.000.
El restaurante, a través de sus redes sociales, informó que ya van 11 días de tener las puertas cerradas y advirtió la posibilidad de que este impedimento de seguir operando evolucione hacia un desenlace más sombrío: el cierre definitivo.
Tras este hecho decenas de trabajadores de la pollería realizaron un plantón de protesta en los exteriores de la Municipalidad de Ate.
“Una multa de S/1.118.000 a todas luces es totalmente desproporcionada. (…) No cabe en la cabeza de nadie que un restaurante pueda pagar una multa de S/1.118.000 soles. Creo que ningún restaurante del Perú podría asumir una multa de esa naturaleza", dijo Giuliana Acuña, gerente de Operaciones del icónico restaurante a La República.
De acuerdo con el comunicado de la Municipalidad de Ate, se clausuró el local debido a que el establecimiento no cumplía con las medidas de seguridad y salubridad. Por ejemplo, cables eléctricos expuestos, utensilios oxidados y antihigiénicos en la cocina y tachos de residuos sin tapa. Sin embargo, la pollería respondió en un comunicado que la zona señalada no pertenece al restaurante y que las observaciones señaladas ya han sido subsanadas.
Además, la Granja Azul, en su comunicado, señala que originalmente la multa era de más de S/14.000 y se ha incrementado por la imposición de dos multas por temas de habilitación urbana y obras civiles, las cuales suman más de un millón de soles. Según la pollería, este tema fue resuelto por la propia Municipalidad de Ate en el 2017.
Municipalidad de Ate responde.
La pollería Granja Azul se fundó en 1970 y desde ese año ofrece su tradicional pollo a la brasa a los peruanos y turistas. Foto: La República