El 3 de agosto, agentes de la Dirección Antidrogas sorprendieron a Sandra Aranyi Acharrenbach, una mujer alemana de 49 años que estaba apunto de tomar un avión en el aeropuerto Jorge Chávez rumbo a Europa con 42 kilos de cocaína. El operativo mostró dos novedosas caras del narcotráfico. La primera es que la mujer había camuflado la droga entre productos comestibles como chía, harina de garbanzo, harina de ajonjolí y linaza. La segunda: su nacionalidad no coincidía con el clásico perfil de la burrier sudamericana.
De acuerdo a los investigadores, las características de las personas que usan las organizaciones para exportar estupefacientes cambió. Cada vez más se detectan burriers europeos o de algún otro país no sudamericano.
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Este cambio de las bandas de narcos no fue más que un intento por evitar el "perfil de riesgo" que habían elaborado las autoridades para seleccionar principalmente a los pasajeros sospechosos en los aeropuertos internacionales.
De acuerdo a la Dirandro, en lo que va del año se ha detenido a 97 pasajeros que pretendieron sacar 551 kilos de alcaloide de cocaína por el primer terminal aéreo del Perú.
También indicaron que el destino preferido de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico aéreo de drogas es nuevamente España aunque otros puntos preferidos son Francia y Brasil.
Sandra viajaba a España transportando la droga valorizada en casi 3 millones de dólares. Según la investigación preliminar, el esposo de Sandra Scharrenbach fue el que le dio la maleta con la droga acondicionada.
Él es de nacionalidad peruana y su nombre se mantiene bajo reserva debido a que este integraría una organización criminal dedicada a captar mujeres extranjeras, con quienes luego establecen algún vínculo sentimental para luego enviarlas con droga al exterior, presumiendo que pasan de forma más fácil los controles del terminal aéreo.
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Un día después de la detención de Sandra, los agentes de la Dirandro detuvieron a cuatro jóvenes que también pretendían viajar a España.
Ellos llevaban más de 40 kilos de cocaína camuflada en sus equipajes de mano y de bodega. La droga también estaba mezclada en productos comestibles como avena de maca, avena de quinua, harina de maca negra y roja, café entre otros.
Lo que despertó la sospecha de los agentes antidrogas fue que en los cuatro casos los pasaportes fueron emitidos el mismo día, todos tenía la misma reserva y hasta maletines similares, además de que manejaban una misma coartada, y es que estarían siendo amenazados por sujetos de nacionalidad colombiana.
Carmen Nicol Alvarado Campos llevaba 10,401 kg, José Enrique Espinoza Rojas 8,776 kg, Anderson Steven Huamani Sánchez 10,635 kg y Juan Armando Pampa Parisaca 10,635 kg de cocaína.
Los narcos vienen afinando la imaginación para esconder la cocaína en lugares insólitos y hasta perfeccionaron métodos para convertirla en algo muy diferente al clásico maleta de doble fondo. Sin embargo, todo eso no sirve de nada si él o la burrier elegida para llevar el cargamento llama la atención o por sus nervios o por sus características. Los agentes antidrogas no les dan tregua.