En medio del verdor intenso de las montañas del Huallaga, arropados entre la neblina, la lluvia o el sol, las mafias del narcotráfico habían instalado cinco laboratorios clandestinos para elaborar pasta básica y clorhidrato de cocaína a gran escala. Fuerzas especiales de la Dirección Antidrogas incursionaron en esos complejos mafiosos. Los traficantes, advertidos de la presencia policial, abandonaron todo en plena producción de PBC, materia prima de dicha sustancia. Los agentes encontraron toneladas de hoja de coca que habían sido trituradas y mezclada en pozas de maceración.
El ambiente en los sectores Mancis y Situlli, ubicados en el distrito de Campanilla, provincia Mariscal Cáceres, región San Martín; se hacía irrespirable, ya que los vapores de los químicos se estaban macerando en una enorme mezcla que se asemejaba a una gran infusión de hojas de coca, pero con gasolina.
A ello le añadían cemento y luego amonio, ácido sulfúrico, permanganato de sodio, amoniaco o soda cáustica. Allí, la cocción de esa pasta hacía que se evaporen todos los químicos y, finalmente, pasaban a los moldes tipo ladrillo donde se les colocaba unas planchas con logotipos como Pirata, KUM, RZ, MR o un 10 con una llave. Cada marca representaba a una red criminal o clan familiar.
La primera escuadra al mando del suboficial Percy Astuhuamán incursionó a balazos en Mancis, donde se halló un laboratorio para procesamiento de clorhidrato y otros dos para elaborar pasta básica.
La segunda brigada, a cargo del suboficial Linkoln Goñe, irrumpió en Situlli, donde había otros dos laboratorios rústicos en los que se elaboraba PBC. Se encontró 3.382 kilos de insumos, así como 4.715 kilos de hojas de coca en proceso de maceración y 28 toneladas de detritus.
Estas operaciones permitieron neutralizar la producción de más de 40 kilos de cocaína que habría significado una ganancia de US$41.000 para el narcotráfico. Toda esa oferta está inundando los mercados negros, trayendo consigo violencia, corrupción y enormes ganancias ilegales.
La cocaína del Huallaga a menudo comienza su viaje por río y es transportada hasta Ucayali, donde las avionetas aterrizan en pistas clandestinas que luego despegan hacia Bolivia, Paraguay y Brasil. La droga finalmente tiene como destino Estados Unidos o Europa.