El Perú sigue tiñéndose de sangre. Cristian Alex Rojas Vásquez, de 19 años, y Carlos Huamán Cabrera, de 26, son las últimas víctimas mortales de las ocho reportadas durante las manifestaciones que vienen realizándose en contra del Congreso y de la presidenta Dina Boluarte. El primero era un aplicado estudiante de Farmacia Técnica en Apurímac y el segundo era el vocalista de una conocida orquesta de cumbia en La Libertad.
La muerte de Cristian ha traído tristeza al pueblo de Ancatira, a 30 minutos de Andahuaylas, porque pudo ser cualquiera de los jóvenes que salieron a protestar. Sus familiares, vecinos y amigos cargaron su ataúd hasta el cementerio y, levantando una bandera peruana, lo despidieron con rostros de impotencia.
“Ha muerto por la patria y queremos justicia”, afirmó su hermana Noemí, quien horas antes llevaba un ramo de flores en los exteriores del hospital Guillermo Díaz de la Vega, en Abancay.
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Las palabras no alcanzaban para aliviar su dolor. Su hermano estaba internado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) desde el sábado último y seguía con vida gracias a un ventilador mecánico. El impacto de una bomba lacrimógena le había dejado duras lesiones en la cabeza. Su agonía duró tres días.
“Somos hijos de campesinos”, dijo Noemí. Cristian era el quinto de seis hermanos. Estudiaba Farmacia Técnica en el Instituto Apu-Rimac, aprendía a tocar el teclado en la casa musical R&T y trataba de ser un buen ciudadano. “Era respetuoso, tranquilo y estaba aprendiendo a tocar el teclado con canciones cristianas”, contó una de sus profesoras en Andahuaylas.
La música también era la pasión de Carlos Huamán Cabrera. Su partida causó conmoción en el norte del país porque era uno de los primeros vocalistas de la conocida orquesta cumbiambera Ilusión Sensual. Él sufrió un golpe contundente en la cabeza ocasionado por una piedra durante las protestas en Chao, provincia de Virú (La Libertad).
Tras el ataque, la noche del martes fue trasladado al Hospital Regional Docente de Trujillo, pero allí los médicos solo certificaron su deceso. Sus familiares habían reportado su desaparición horas antes. Cuando se enteraron, el dolor los derribó.
“Vuela alto”, mencionaron sus compañeros músicos. Su muerte está en investigación. Sus fanáticos también quieren justicia.
Anoche, el Ministerio de Salud informó que 152 personas han sido dadas de alta, pero aún 19 siguen hospitalizadas, la mayoría en Apurímac, Lima, Huancavelica, Arequipa y La Libertad. “Están siendo monitoreadas”, indicaron.
Una situación que llama la atención, y causa indignación entre la población, es que seis de los ocho fallecidos son jóvenes que no pasan de los 19 años.
En la lista hay tres escolares de Apurímac. D.A.Q., de 15 años, murió por un disparo en la zona de Huancabamba.
R.P.M.LL., de 16, también falleció por una herida de bala en la provincia de Chincheros.
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Lo mismo pasó con Jonathan Arias Choccepuquio, de 18 años, quien recibió un impacto de gran potencia en el cerro Huayhuaca cuando estaba alejado de las manifestaciones.
A ellos se suma Wilfredo Lizarme Barboza y Romario Quispe Garfias, ambos de 18. El primero -que anhelaba ser médico tras haber estudiado en un colegio semillero de futuros sacerdotes- pereció el lunes de un balazo en la espalda. El segundo falleció por una fractura de cráneo. En tanto, en Arequipa murió Miguel Arcana, de 38.
“No eran vándalos ni terroristas”, respondieron los vecinos y amigos de las víctimas. No se trata de cifras, sino de vidas. Es momento de parar todo esto.
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Hasta ayer, la Policía reportaba 71 personas detenidas por su presunta participación en las protestas organizadas en Lima, Apurímac, Arequipa, Ica y La Libertad.
Los pobladores que no participan en las protestas piden la presencia de los ministros en sus zonas.