Es uno de los reporteros gráficos más queridos de La República y del país, Virgilio Grajeda. En su lente han quedado registrados innumerables personajes, acontecimientos, tristezas y alegrías colectivas, los sucesos más penosos del país y los más esperanzadores.
Una razón para estimarlo tanto es porque siempre estuvo en la acción, en las comunidades de Ayacucho, en la zona del Vraem, en el Alto Huallaga, siempre con su cámara como inseparable compañera.
Otra razón para valorarlo es porque fue parte de ese memorable equipo fundador de la Unidad de Investigación de La República, con el liderazgo de Ángel Páez y el apoyo invalorable de Gustavo Mohme Llona.
Y otro motivo importante para abrazar siempre al ‘Puma’, el ‘Colorado’, como lo llamamos, es su enorme calidad como ser humano. Siempre con una sonrisa, siempre dispuesto a dar la mano, a colaborar sin esperar ni siquiera un gracias a cambio.
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Paciente y leal consejero de jóvenes reporteros gráficos, solidario con sus amistades, no dudaba en enfrentarse a los abusos contra sus colegas y apoyar a los más necesitados.
Los reporteros que se iniciaban y los más experimentados buscaban salir a las comisiones con él, pues sabían que su presencia era garantía de una mejor cobertura de la información.
Solidario, trajinador, buscaba “la foto” sin descanso, lo que significaba conseguir el mejor trabajo periodístico.
Virgilio, cusqueño, nacido en 1952, a punto de perder la vida ejerciendo el oficio unas 14 veces, según él mismo recuerda, ha decidido hacer un alto en su labor de reportero gráfico.
El guerrero del lente reposará en estos tiempos difíciles. Le llegó la hora del retiro.
Pero seguirá siendo integrante, de corazón, de La República.
Firme y siempre presente, con su vigor y ejemplo, con su sonrisa y su corazón cusqueño.
Por este motivo, por su despedida, la tarde de ayer la intensa actividad de la redacción se detuvo para rendir homenaje a Virgilio Grajeda.
Gustavo Mohme Seminario, director de La República, recordó el trabajo de Virgilio desde la época cuando su padre, Gustavo Mohme Llona, llevaba las riendas del periódico.
Hizo un recuento de su trayectoria en esta casa editorial, desde que ingresó al formarse la Unidad de Investigación, después cuando pasó al equipo de periodistas que cubren la información diaria, y luego en su labor de editor gráfico que realizó hasta ayer, siempre con una misión: contar la historia del Perú en fotos.
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“Virgilio no solo es temple en las comisiones más complicadas, sino también es solidaridad y enseñanzas. Los profesionales y republicanos como él no se jubilan”, dijo Mohme Seminario, ante el aplauso de los colegas.
Carlos Castro, subdirector del diario, recordó los tiempos en los cuales compartieron comisiones allá por los años 80, tiempos de grandes conflictos sociales.
“Aquí en La República, Virgilio ha sido siempre un ejemplo de trabajo. Si de los periodistas decimos: siempre al pie del cañón; de él podemos afirmar: siempre al pie de su cámara. Y con su cámara fotográfica al hombro ha recorrido el país, ha acompañado a nuestros periodistas de la Unidad de Investigación a las zonas más difíciles, como el Vraem, o las zonas de la minería ilegal”
“Nos queda, además, su vocación de enseñar a los jóvenes. Y como dijo nuestro director: un republicano siempre seguirá siendo republicano. Y Virgilio lo es por convicción y por ideales”.
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Ángel Páez, jefe de la Unidad de Investigación, quien convocó a Grajeda al primer equipo de investigación del diario, aludió a las cualidades del fotorreportero en el registro correcto de los sucesos, pero también como persona.
“Cuando llegábamos a alguna zona donde se desataba un conflicto social, él era de los que conseguía acercarse mucho más a la gente compartiendo sus costumbres. Así se ganaba la confianza y luego obtenía información valiosa”.
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Otros periodistas de esta casa editora compartieron muchas otras anécdotas vividas con el Puma republicano, y él mismo se encargó de corroborarlas y contar algunos otros detalles.
Antes de despedirse, Virgilio Grajeda se dirigió a los periodistas más jóvenes de La República.
Los instó a no perder la sensibilidad, pero sobre todo a conocer la historia del periódico y del país.
Esa historia que él mismo se dedicó a registrar con fotos.
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Edmundo Cruz, periodista
Siempre listo para las misiones más riesgosas, era el reportero gráfico ideal para las comisiones en zonas quechuahablantes.
De origen cusqueño, habla perfectamente nuestra lengua aborigen. Y cuando el 16 de noviembre del 2001 el diario La República arribó a Putis —alturas de Huanta, a 3.600 metros sobre el nivel del mar—, Virgilio Grajeda fue el traductor presto que hizo posible la comunicación con las tres madres jóvenes que velaban los restos de sus familiares asesinados en diciembre de 1984. Así empezó a develarse una de las fosas clandestinas más grandes de la época de la violencia política.
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Ángel Páez, jefe de la Unidad de Investigación
Trabajar en los años de plomo en las zonas andinas era un desafío increíble porque la gente era muy desconfiada, nadie quería hablar, hasta que intervenía Virgilio con su quechua amable, florido y fraternal. Con la confianza de compartir el mismo idioma, las víctimas accedían a dar testimonio de los hechos, entre lágrimas y sollozos, momentos que Virgilio también aprovechaba para captar con sus fotografías las imágenes de dolor, tristeza y pérdida.
Donde iba con su cámara, en los lugares más recónditos del país, siempre había alguien que lo reconocía y compartía lo que comía, bebía o soñaba. Grajeda es mucho más que un reportero gráfico, es una persona inconmensurable que hará siempre mucha falta.
Juan Álvarez, editor de Política
No es exagerado decir que el legado de Virgilio Grajeda en La República y en el periodismo peruano es invaluable.
Las lecciones son varias: su dominio del quechua, tan necesario cuando se viajaba a zonas en conflicto; su disposición permanente para ir a comisiones, sea cual fueren estas, y la sensibilidad social que lo acompañaba siempre; su permanente vocación didáctica para con los colegas, pero sobre todo con los más jóvenes, con los estudiantes de Periodismo que se le acercaban con admiración.
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Todo lo que usted, amigo lector, lee ahora en esta página es poco para describir lo que nos deja en la redacción el buen Virgilio; y seguro él, siempre modesto, se sentirá abrumado.
Lee estas líneas sin rubor, ‘Puma’. Te mereces este y otros homenajes.
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María Elena Castillo, periodista de Política
Virgilio es más que un reportero gráfico. En las comisiones que hemos compartido, su trabajo iba más allá de retratar personas y hechos, mostraba siempre una calidad humana excepcional buscando confortar y ayudar a quienes lo necesitaran.
Por eso no era raro que luego llegaran a buscarlo al diario, y en muchas ocasiones les invitaba almuerzo y se sentaba a escuchar sus inquietudes.
Virgilio estaba siempre atento a lo que se pudiera necesitar para la comisión. No solo hacía la foto oficial que se publicaría en el diario, sin que uno tuviera que decírselo, retrataba cada documento, cada foto que mostrara o tuviera el entrevistado, a veces sin que se diera cuenta. Así contribuyó con pruebas concretas para investigaciones periodísticas.
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Ernesto Carrasco, editor de Opinión
“Su dedicación y rigor en la comisión periodística le permitieron realizar importantes registros históricos acerca de la política, el flagelo del narcoterrorismo y muchos otros. Puedo dar fe de las recomendaciones técnicas y datos de Virgilio para que su material fotográfico sea conservado con mucho cuidado teniendo en cuenta que el input archivístico que él estaba haciendo conserve la magnitud de la información para el futuro en la historia de nuestro país”.
“Siempre permeable a las iniciativas, vienen a mi mente las coordinaciones diarias para ir captando el acontecer de Lima y el país con el lente fotográfico, de esa forma había como un paso adelante en el servicio fotoperiodístico del servicio del patrimonio documental. Sin duda, un excelente profesional, además con profundas cualidades humanas que extrañaremos... Quedan pendientes las clases de quechua y las mil anécdotas de mi querido wayki Virgilio, de las que tanto hablamos en algún momento y que pronto volveré a escuchar”.
Inés Flores, jefa de Informaciones
“Virgilio Grajeda es un reportero gráfico aguerrido, incansable. Busca siempre captar con su lente el lado humano de la noticia. También es solidario con la gente necesitada que pide su apoyo. Es un maestro para los reporteros gráficos y redactores que recién se inician en la carrera. Hemos cubierto muchas comisiones juntos en Lima y en provincias. Tiene un gran corazón. Es un gran amigo”.