Los miembros de una comunidad nativa asháninka de Alto Sondoveni, ubicada en la provincia de Satipo, región Junín, durante mucho tiempo tuvieron que recolectar agua de lluvia y de ríos aledaños para poder subsistir. Sin embargo, gracias al proyecto del ingeniero peruano Nicolás Pezet Duarte, ahora pueden realizar actividades tan básicas como lavarse los dientes y cocinar sin tener que caminar largos y agotadores trechos.
Este proyecto inició en el 2019, cuando Nicolás, quien reside actualmente en Alemania, consiguió el financiamiento por parte de su alma mater, la Universidad Técnica de Hamburgo. Un año después, en el 2020, obtuvieron el apoyo técnico de la Asociación Technology without borders, una ONG alemana que se dedica a ejecutar proyectos de energía, agua, salud y educación en diferentes países del mundo, pero especialmente en África y el sudeste asiático.
Los Ashaninka representan el grupo indígena u originario amazónico demográficamente más numeroso del Perú. Foto: Nicolás Pezet.
En total fueron 15 personas las que conformaron el equipo que luego de tres años de exploración, lograron iniciar la construcción de la nueva infraestructura el último 15 de agosto.
Alrededor de un mes duró la edificación de dos tanques de captación de agua proveniente de un par de manantiales ubicados cerca al centro poblado. Con la ayuda de los miembros de la comunidad se logró unir estos depósitos a una cisterna de 5.000 litros a través de una tubería de dos kilómetros y medio. Si bien este mecanismo no suministra agua potable, tiene la ventaja de tener un flujo constante que permite a los vecinos llevar agua a sus hogares, a la escuela o a la casa comunal.
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La municipalidad de Satipo ya había intentado construir una infraestructura para solucionar el problema del acceso al agua, sin embargo, no se logró a concretar. Además, cuando Nicolás viajó a esta provincia de Junín, se percató que la comunidad tenía más dificultades de las que había imaginado: no contaban con luz, internet, carreteras asfaltadas y se percibía una creciente deserción escolar.
En entrevista con La República, el ingeniero peruano comentó que, durante el tiempo en que duró el proyecto, su equipo se encontró con algunas trabas.
“La camioneta que nos había brindado la municipalidad de Satipo no era exclusiva para nosotros, por lo que a veces la usaban para cumplir otras tareas y nos dejaban en segundo plano. Sin embargo, fue especialmente difícil motivar a los pobladores a seguir trabajando en el proyecto, ya que ellos representaban la principal mano de obra. Era complicado hacerles entender acerca del impacto a largo plazo que significaba obtener agua de manera más sencilla”, explicó.
Las familias del centro poblado ahora pueden acceder al agua que tenían aproximadamente a 100 metros de distancia. Foto: Nicolás Pezet.
Pero, a pesar de esta resistencia inicial, en los últimos días cambiaron de opinión: “Viendo la obra casi realizada, dejaron de lado la posición escéptica que tenían al inicio. Ellos pensaban que habíamos llegado solo a prometer y no a cumplir. Al final estuvieron muy agradecidos”, contó.
La primera parte del financiamiento se consiguió a través de la Universidad Técnica de Hamburgo. Con ese dinero inicial se logró hacer los dos primeros viajes. La otra parte del dinero se obtuvo a través de la fundación alemana Tools for life y una pequeña parte por parte de donaciones particulares.
El agua de los manantiales ahora viaja a través de 2 metros y medio de tuberías. Foto: Nicolás Pezet.
Nicolás Pezet Duarte decidió en el 2015, cuando tenía 20 años, viajar de su natal Lima hacia Alemania para estudiar Ingeniería de la energía en la Universidad Técnica de Hamburgo. Se graduó en el 2020 y actualmente está cursando una maestría en ingeniería industrial en la misma casa de estudios.
“Yo conocí a Alto Sondoveni en un viaje que realicé en el 2017, cuando apoyé en una de las actividades que realizaba ONG Creciendo en la escuela de la comunidad. Es importante resaltar que ninguno de los proyectos que se postulaban a usar el fondo económico de la universidad eran de esta envergadura internacional, por lo que fue un desafío bastante grande. Además, fue complicado aprender a liderar un equipo, ya que esto lo inicié siendo estudiante, pero siempre quise participar en un proyecto social y felizmente se me dio la oportunidad”, relató.