Lima, 8 de setiembre de 2022. Cuando era niña, Lizbeth Garay Terrazas (24), quechuahablante de nacimiento, tuvo muchas dificultades para entender el castellano a causa de la poca paciencia con la que enseñaba su profesora. “No tenía ni ganas de ir al colegio. No entendía, no aprendía”, recuerda la joven, natural del distrito de Soraya, provincia de Aymaraes, Apurímac.
Esta experiencia marcó la vida de la pequeña Lizbeth, quien se propuso convertirse en una educadora tolerante que enseñe a los niños quechuahablantes, con mucho respeto, la importancia de aprender castellano, pero también de seguir valorando su lengua materna para que esta no se extinga.
Cuando culminó su secundaria, Lizbeth ya tenía una meta trazada: estudiar Educación Intercultural Bilingüe y lo logró tras ingresar a la Escuela de Educación Superior Pedagógico La Salle de Abancay (Apurímac). Además, obtuvo la Beca 18 del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
Hace un par de años, cuando cursaba el sexto ciclo de su carrera, ella descubrió que la experiencia que vivió de pequeña en su colegio aún se repetía en otros centros educativos. “Como parte de un trabajo grupal, viajé a un colegio de Challhuahuacho (un distrito de Cotabambas, en Apurímac), donde vi que los niños quechuahablantes sufrían mucho para aprender el castellano y se perdían en las clases porque la mayoría de cursos eran dictados en ese idioma”, cuenta. Le permitieron realizar durante dos meses prácticas en esa institución, experiencia que la ayudó a afianzar su vocación.
Después de ese tiempo, la joven debió regresar a la provincia de Abancay, pero no quiso dejar de contribuir con los más pequeños y encontró una escuela rural en el centro poblado de Maucacalle. Allí inició la enseñanza de una educación intercultural y buscó estrategias, como juegos, para que ellos aprendan más rápido y de manera divertida.
En ese camino, Lizbeth descubrió algo más preocupante que ocurría en los colegios de zonas rurales: mientras más se enseña el castellano, se va perdiendo el uso del quechua, a tal punto que los maestros y padres de familia no incentivan a los niños a hablar y escribir en su lengua materna, ya sea por vergüenza o porque consideran que ya no les servirá para su futuro.
Lizbeth decidió ser parte de la solución y se puso una nueva meta: preservar el quechua a través de canciones, poesías y lecturas de fácil comprensión. “Esta estrategia es el mejor incentivo para lograr un eficaz aprendizaje entre los alumnos y lo mejor es que está al alcance de todos”, explica la joven.
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La estudiante divide la clase en grupos y deja que cada uno seleccione un día en el que desee presentar una canción, un poema o alguna lectura. Solo hay una condición: que sea en quechua. Esta dinámica también se repite cuando siente que los pequeños están cansados y necesitan divertirse.
“Los primeros resultados que he tenido es que los chicos ya no tenían vergüenza de hablar frente a todos su lengua materna. Dicen: ‘Mi abuelito me enseñó esta canción’ y reconocen que es su identidad”, resalta Lizbeth, quien también sigue aprendiendo de los relatos de sus familiares quechuahablantes Provenciana y Diego.
Además, tiene una avanzada investigación en este tema, ya que aplicó su prueba piloto en estudiantes de segundo y tercer grado de primaria del colegio donde realiza sus prácticas.
Su trabajo será presentado como tesis para su graduación y su culminación está prevista para el primer trimestre del próximo año.
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“Yo sé que existe mucha discriminación hacia las personas quechuahablantes, por eso, quiero enseñarles a los niños que no tengan vergüenza de su lengua originaria, de su cultura”, cuenta Lizbeth sobre una de sus metas.
Aunque, su objetivo mayor es crear un libro con todas las canciones y poesías cantadas y contadas por sus estudiantes, así como las que ella ha recibido por su propia experiencia. Esto, para que sea un método de aprendizaje del quechua de una manera innovadora.
En el Día Internacional de la Alfabetización, que se celebra cada 8 de setiembre, el aporte de Lizbeth es clave.
La becaria deja un mensaje para quienes creen que no podrán lograr sus metas. “Nunca dejen de soñar, probablemente haya quienes les digan que no vale la pena luchar por eso, pero también habrá personas que los apoyarán. Todos somos diferentes. Solo queda tener sueños y alcanzarlos”.