En Madre de Dios, entre el kilómetro 98 y 115 de la carretera Interoceánica, está ubicada La Pampa, la región de selva por la cual se mueve la minería ilegal. Esta no solo trae consecuencias ambientales, sino una serie de delitos conexos, como la trata de personas y la explotación sexual.
“En una oportunidad vi que a una chica la estaban llevando por disparos. Con disparos al aire se la llevaban a la chiquita. ‘Para eso te pago, para eso te pago’, le estaba reclamando. Y el minero se ha ido feliz en su moto. La chica estaba apenas caminando, asustada”, cuenta a “Punto final” una sobreviviente.
El crimen que de por sí es una problemática nacional, en La Pampa se multiplica. “En todos los bares vas a encontrar menores de edad, niñas de 16, 17. Mayormente cuando vienen menores de edad son más buscaditas”, acota Mariuxa, una de las mujeres explotadas sexualmente.
Diana Valencia, fiscal provincial de trata de personas de Madre de Dios, confirma esta información y añade que se han rescatado a menores de nacionalidad venezolana y boliviana de 17 años. Además, dijo que hay niñas de incluso 14 años.
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Lucy, otra sobreviviente, detalla lo peligroso del lugar, ya que alrededor de 80 personas dicen cuidarlas, pero en realidad son vigilantes de cada uno de sus pasos. “Ellos dan protección por las actividades mineras y al comercio ilegal. Son personas que cobran cupos y si no pagas, te matan”, detalla.
Esto fue lo que le pasó a Rodrigo, un exjefe local, quien fue asesinado en 2020. “Matan a Rodrigo y también, seguidamente, matan a las chicas. Todas las personas que estaban alrededor de él. Nadie dijo nada. Probablemente han sido asesinadas como 20 venezolanas el año pasado”, señala.
Asimismo, han ocurrido —como cuando hay explotación y trata— violaciones sexuales si las mujeres se niegan a cualquier orden. La otra opción es la muerte.
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Los cuerpos son arrojados a un lugar conocido como Zona de Castigo.
“Vienen en cuatro, cinco motos, lo suben, hacen disparos al aire y toda la gente ya no ve nada. No se sabe dónde los llevan. Solo algunos comentan que los llevan al ‘lamar’, donde quedan restos de campamento minero. Este lugar también es conocido como Zona de castigo”, cuentan.
“Sé que los castigan, los amarran a un palo, los hacen dormir hacia el día siguiente, luego les cobran plata. Si es que no les dan plata, les golpean. Han comentado varias chicas que les han castigado. Bueno, los que han llegado a escapar”, agrega.
La fiscal provincial de trata de la región resaltó que para solucionar esta problemática cuentan con un déficit de profesionales.
“Estamos teniendo inconvenientes en ese aspecto con la Policía, dado que la unidad de trata especializada en trata pertenece a la Depincri de Madre de Dios y ellos solo cuentan con 10 efectivos policiales”.
De estos 10 policías, uno es el jefe, dos son choferes y otro es el encargado de la secretaría. Entonces, solo son seis los que están plenamente dedicados a las labores de investigación.
“En 2021 tuvimos 28 detenidos y en lo que va del año, tenemos 22 detenidos”, manifiesta Kristian Gutierrez Manrique, jefe Divincri Madre de Dios. Solo este año se han rescatado siete sobrevivientes menores de edad de entre 13 y 16 años.
La falta de equipamiento también juega en contra. “La PNP solo cuenta con un vehículo, que no es suficiente cuando se rescata más de tres víctimas y cuando se detiene a más de tres personas. También para llegar a zonas alejadas donde se tienen que cruzar ríos”, destaca.
“El comando, dentro de las posibilidades logísticas que tenemos, procura darnos el apoyo respectivo. Sin embargo muchas veces tenemos que recurrir a entidades como muchas ONG que nos vienen apoyando”.
En febrero de 2019, la PNP realizó un megaoperativo contra la minería ilegal y la trata de personas en la carretera Interoceánica. Este se denominó Operación Mercurio. Pese a ello, la explotación sexual continúa.
“La Operación Mercurio sí nos ha ayudado a nosotros a realizar grandes operativos en ese momento. A partir del año 2019 a la fecha ya no hemos tenido el apoyo de ese Plan Mercurio para la realización de grandes operativos”, señala Diana Valencia.
Lo peor es que con la pandemia la trata no disminuyó, sino aumentó. “No (se ha reducido la trata de personas) porque después de 2019 ya viene la pandemia. Y se esperaba que después de la pandemia al decretarse el aislamiento social obligatorio, disminuyera; sin embargo, se ha visto que los tratantes han aprovechado esa situación para traer a personas menores y mayores de edad con engaños a trabajar”.
Mujeres viven con temor a que sea su último día, a que no puedan salir de este círculo en el que fueron sometidas, al que ni el Estado se atreve a mirar. En La Pampa, tierra de nadie, el oro mata y la sangre escuece.
“La verdad yo tengo mucho miedo. Por eso es lo que estoy tapada. Porque es bien peligroso estar acá. Una tiene que pagar cupos y si no pagas, también ellos se vengan de ti. Muchas nos queremos ir, pero también es difícil porque nos amenazan y no nos podemos ir”.