La era digital, sin duda alguna, ha traído grandes beneficios para la sociedad. Por ejemplo, acceder en simultáneo a información de todo el mundo, aprender nuevas actividades y, sobre todo, estar conectados; algo muy preciado en estos últimos tiempos tras la llegada de la pandemia de COVID-19.
En ese sentido, no solo las computadoras e internet han tenido gran revuelo en la población durante los últimos meses —sobre todo entre los niños y adolescentes—, los videojuegos se han catalogado como la distracción favorita de los menores de la casa, pues cada vez se encuentran conectados durante más tiempo a través de aplicaciones y dispositivos que ofrecen diversión. No obstante, como ya se sabe, todo en exceso puede ser dañino.
El médico psiquiatra Carlos Bromley hace una definición sencilla acerca de la adicción a los videojuegos. “Es un trastorno mental que ocasiona, en quien lo padece, la necesidad de jugar de manera compulsiva e incontrolable”, señaló en conversación con La República.
Al respecto, la adicción a los videojuegos ha sido incorporada oficialmente como un trastorno mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) número 11. ¿A qué se debe? Bromley nos lo explica. “Cuando la OMS incorpora un problema de salud en la CIE es porque ya es un problema grave de salud pública”, sostiene.
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Este problema de salud mental va más allá de lo evidente. En palabras del experto, para hacer el diagnóstico se requieren dos características centrales, “que son idénticas para todo tipo de adicción”.
“Cuando yo soy adicto a algo, en este caso a los videojuegos, y no los estoy consumiendo, mi organismo me reclama jugarlos a través de diferentes formas; entre ellas, la más frecuente en niñas y niños son los cambios de conducta”, explicó el galeno.
No solo eso, las y los menores se tornan irritables, poco tolerantes, agresivas/os y hasta violentas/os. “Reclaman insistentemente que se les dé el videojuego (…). Pero apenas le das el videojuego, se tranquilizan y automáticamente comienzan a jugar”, lamentó.
Cada vez los menores van a necesitar más juego para lograr su aparente bienestar. “Es como el licor o la droga”, apunta Bromley. “La persona que consume droga comienza con dos o tres cigarrillos de pasta, termina consumiendo después 20 o 30 en el día porque se necesita cada vez más exposición. En este caso, a los videojuegos, para sentir el bienestar”, mencionó.
Carlos Bromley señaló que una de las primeras causas de la adicción a videojuegos, considerada como un trastorno de salud mental por la OMS, es la permisividad de los padres con estas conductas inapropiadas para no ocuparse de sus hijos. “Ahora las tablets, los celulares, las laptops, inclusive, son las ‘nuevas niñeras’ de las niñas y niños” y, en particular, los videojuegos”, mencionó.
En esa línea, los videojuegos de por sí no son dañinos. “Es la permisividad de los padres para con sus hijos en esta actividad”, apuntó el doctor. “Nuestros hijos pueden tener sanos momentos de esparcimiento jugando algún videojuego, eso no es malo. El asunto es la adicción al videojuego”, añadió.
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De otro lado, sobre lo mencionado líneas arriba, el niño o niña busca sumergirse en el mundo de los videojuegos, primero, para entretenerse, “pero al sentir o sufrir la ausencia de los padres porque generalmente pertenecen a hogares disfuncionales, entonces los niños se vinculan a un videojuego y forman grupos, inclusive, y forman un sentido de pertenencia”, comentó el experto en salud mental.
Algo que se ve muy a menudo es que toda la familia se encuentra en el mismo lugar, pero a su vez distante. ¿Cómo es eso? Carlos Bromley agrega que “hay padres que están presentes físicamente, pero ausentes emocionalmente; no están atentos a ellos (sus hijos). No cumplen adecuadamente su rol de padres”.
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En estos tiempos de pandemia la tecnología se ha masificado debido a las clases virtuales y, con ello, un exponencial acercamiento al internet, videojuegos y la poca o nula supervisión de los cuidadores.
Por ello, uno de los grandes errores es instalar la computadora u ordenador dentro del dormitorio del menor, “porque los padres se van a dormir y los niños y niñas están toda la noche jugando”, refirió el especialista. “Entonces, hay que vigilar”, recomendó.
Bromley agrega que si los padres o cuidadores detectan que los niños y/o adolescentes están descuidando sus responsabilidades: dejan de asearse, de ducharse, dejan de hacer las tareas escolares y están pendientes de la computadora, “ya es un síntoma de alerta” señala.
“Hay que prevenir la adicción a los videojuegos”, advirtió el experto. “Poniendo horarios, supervisando lo que hacen los hijos en las computadoras, chequeando permanentemente qué está pasando y ocupándose de ellos prestándoles atención”.
Asimismo, los padres deben estar con sus hijos, dependiendo de la edad. “Lo ideal es que nosotros nos involucremos en la vida de nuestros hijos. Los padres muchas veces están distantes”, puntualizó.