Un drama es lo que viven a diario personas con discapacidad que se trasladan con el Metropolitano, debido a que los ascensores de las instalaciones llevan malogrados hace semanas e, inclusive, meses.
Uno de los afectados, quien prefirió no dar su nombre, expresó su malestar por la situación a La República, ya que atraviesa esta vía crucis casi a diario, tras un accidente que le causó una lesión en la pierna y lo obligó a movilizarse con muletas.
Según indicó, usa las estaciones México, Angamos y Domingo Orué, y en todas ha sido víctima del desperfecto de sus ascensores.
“Esos ascensores tienen más de seis meses malogrados. Yo frecuento de manera aleatoria las paradas del Metropolitano. En Angamos, más de una vez me encontré con personas sin saber qué hacer porque se encuentran en silla de ruedas y no tienen cómo subir. Tienen que regresar varios paraderos e ir por la vereda hasta su destino”, señaló.
Sin embargo, este no sería el único problema. También indica que las escaleras están deterioradas y los accesorios antideslizantes, para prevenir que las personas resbalen, están desgastados.
“Si fuera un restaurante, local o centro comercial, lo tendrían que clausurar, pero como pertenece al Estado o Municipalidad, no pasa nada”, agregó.
Ese mismo día, el denunciante se cruzó con una mujer de la tercera edad con discapacidad, quien se sumó a su reclamo y confirmó que desde hace seis meses el ascensor de la estación Domingo Orué está malogrado. “Yo vengo del norte, de Naranjal, ya está más de seis meses que está malogrado, no es posible que siga malogrado”, protestó.
Según menciona el afectado, ha reclamado en reiteradas oportunidades por el desperfecto de los ascensores, pero siempre recibe la misma respuesta: faltan repuestos.
“La explicación que me dio el joven que le dan sus supervisores es que no tienen los repuestos que faltan. Eso me dijo el joven que trabaja ahí (en la estación Domingo Orúe)”, dijo.
Para finalizar, pidió a las autoridades mayor empatía y fiscalización. “Nadie se interesa por la población que tiene una discapacidad o limitación física. En esos casos, no existe la inclusión y la empatía. Nadie fiscaliza”, concluyó.