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Sociedad

Ollas comunes en Arequipa y su lucha contra el hambre

En Arequipa hay 200 de estas iniciativas presididas por mujeres. Surgieron el año pasado para alimentar a vecinos que se quedaron sin trabajo. Las ollas sobreviven con donaciones, pero necesitan el apoyo efectivo del Estado para seguir alimentando, sobre todo ahora que arranca una nueva cuarentena.

larepublica.pe
En Arequipa hay 200 de estas iniciativas presididas por mujeres. Surgieron el año pasado para alimentar a vecinos que se quedaron sin trabajo. Las ollas sobreviven con donaciones, pero necesitan el apoyo efectivo del Estado para seguir alimentando, sobre todo ahora que arranca una nueva cuarentena.

Sopa de trigo y de segundo, arroz con saltado de bofe fue el menú de ayer. Tallarín rojo con carne molida y una papa sancochada para acompañar toca hoy viernes. Cuando hay un poco de carne, lo que casi nunca ocurre, es un privilegio.

- “¿No hay sopa?”, pregunta un niño.

-”Hoy no papito”, contesta cariñosamente Juana, una de las cocineras de la olla común “San Pablo”. Los viernes los víveres siempre escasean, y es difícil tener verduras para un caldo.

Es mediodía. Los comensales forman cola para recoger sus raciones en las afueras de una casa de la Asociación Los Pioneros, zona alta del distrito de Cayma. Genara de 62 años sirve los almuerzos y Juana los entrega. La olla común “San Pablo” tenía que funcionar solo un mes o dos en la emergencia del 2020. Ya se van por el año.

Sin esta ayuda, Teodora hubiese muerto de hambre. La anciana no puede trabajar por la pandemia y, para colmo, le mordió un perro hace un mes. Apenas camina para recoger el almuerzo. Trabajaba en la chacra. Ahora por la COVID-19 no puede.

“Mis hijos a veces me dan (dinero), cuando tienen trabajito. No es mucho, ellos también tienen sus familias”, explica la anciana.

En los meses de mayor contagio (2020) dieron entre 380 a 400 platos diarios. La demanda se redujo a fin de año, solo preparaban 120 raciones. Ahora entregan 220. “Estaban trabajando algunos, pero ya no salen por el miedo”, dice Gregoria Quispe Monroy, presidenta de la asociación Los Pioneros. Señala que el 30 a 40% de los 1000 asociados, reciben comida.

Solo en la parte alta de Cayma existen alrededor de 17 ollas. Todas con las mismas dificultades, les falta arroz, menestras y verduras. Gregoria pide a las personas de buen corazón donen lo que puedan. La única contribución permanente es la de Alex Busutill, un padre maltés de la Sociedad Misionera San Pedro. “No voy a permitir que mis vecinos mueran de hambre”, advierte Gregoria.

“¡Que Dios nos ampare!”

Gregoria distribuye las donaciones del cura a las ollas comunes, como a la de “Corazón de Jesús” que funciona en el local social Primero de Junio (Cayma).

Hoy le toca cocinar a Felicidad. Fríe pescado que servirá con arroz y ensalada de betarraga y zanahoria. Ella vendía en el mercado Andrés Avelino Cáceres. No ha regresado por riesgo a contagiarse.

Preparan entre 120 y 150 raciones, indica Antonina Cusiata (48), una docente que cada mañana llega a ordenar el local y prepara todo para el almuerzo diario. “Hemos aprendido a compartir por la pandemia”, indica.

Antonina relata que el año pasado, varios integrantes de la olla común cayeron enfermos, pese a ello les llevaban comida. “El alcalde (Jaime Chávez) nos trae, el padre Alex nos da semanalmente víveres. Si no hay nada, tenemos que tocar las puertas de los vecinos”, confiesa.

Esta olla común se organizó en grupos. En el grupo de Felicidad está su esposo Alex, un trabajador independiente. Cuando no hay dónde ganarse el dinero, Alex cocina como hoy que pela zanahorias.

Maure también contribuye. Vino de Venezuela escapando con su hija y esposo de una crisis, para encontrarse con otra. En todos hay preocupación con la nueva cuarentena rígida de mañana. “¡Que Dios nos ampare¡”, invoca la señora Felicidad.

Sobreviven

El anunció de una nueva inmovilización social dejó sin trabajo a Nadia Quispe (20), una madre soltera con una niña. Hace una semana empezó a ayudar en la venta de desayunos y ya se quedó sin empleo. Ella, junto a Miriam Apaza (43) y Sabina Flores (44), prepara los almuerzos de la olla común del sector IX de la Asociación José Luis Bustamante y Rivero en Cerro Colorado. Hoy tocó hacer saltado de atún y arroz.

La olla común se mantiene en pie. “Gracias a Dios tuvimos el apoyo del programa Qali Warma, pero se está acabando”, cuenta Miriam. Sabina sostiene que de lo que más carecen es de arroz y menestras.

Hay cerca 15 ollas comunes a lo largo de la carretera Arequipa-La Joya, explica Miguel Choque, coordinador del Frente de Desarrollo de las Asociaciones de Vivienda Autopista Arequipa-La Joya (FREDEAV). En toda la provincia se estima que hay 200 de estas iniciativas ciudadanas.

CÓMO SE LES PUEDE AYUDAR

Gregoria Quispe. Olla común San Pablo, Cayma. 945706895

Miriam Apaza. Olla común sector IX Asc. J. L. Bustamente y Rivero de Cerro Colorado. 917795366

Antonina Cusiata. Olla común Corazón de Jesús. 945707663