-Yo no voy a perder a mis estudiantes.
La tarde del martes, el maestro Guillermo Guevara respondía así por teléfono después de haber pasado cinco horas en el colegio rural Nº 821542 del centro poblado Nuevo Porvenir, en Cajamarca. En el camino había repartido copias a los alumnos de otras escuelas que no acceden al programa Aprendo en casa. En la comunidad, una de las más pobres de la región, volvió a ver a los 16 alumnos de la escuela donde no solo es profesor, sino director y conserje. Habló con los padres, la mayoría agricultores, y les reiteró que estas no eran vacaciones. Luego, antes de irse, revisó con cuidado la antena que él mismo instaló en abril y que da esperanzas a los condenados a perderlas.
En esta comunidad, a dos horas de la ciudad y a más de 3.000 msnm, solo un alumno tiene televisor, otros tres radio y uno celular con plan de datos. Los escolares de 6 a 12 años agrupados en la única sección del colegio primario tienen todas las condiciones para dejar de estudiar en plena pandemia, como ya lo han hecho otros 300 mil niños por falta de conectividad o porque trabajan, lo cual se ha alertado desde La República.
“Pero el 100% está aquí”, dice Guillermo. Ahí, en Nuevo Porvenir, en medio del silencio de las autoridades, este maestro y las familias luchan contra la corriente.
Cuando el Covid-19 recién llegaba al Perú, al profesor Guevara ya lo consideraban como uno de los mejores del mundo. En marzo, la Fundación inglesa Varkey lo incluyó entre los 50 finalistas al Global Teacher Prize, conocido como el “Nobel de la Educación”, un premio anual que busca reconocer a docentes innovadores que impactan en sus estudiantes y en su comunidad, y al cual también fue nominado Gerson Ames Gaspar, de Huancavelica, a fines del 2019.
De Guevara Ruiz, la fundación destaca que su trabajo no se limita al aula, que ha formado un fondo de préstamos educativos y que sus estudiantes han creado prototipos robóticos. Hoy, este profesor, también secretario de las rondas campesinas si espera un premio es que ningún alumno deje las clases.
Para eso, suspendió las clases presenciales de robótica, realidad virtual y el uso de pizarra interactivas (de carrizo, plumones y controles remotos en desuso), y en abril diseñó e instaló un servidor local con actividades educativas, repartió las laptops donadas XO, cambió la antena del colegio por otra que tenía en su casa, con un alcance de 2 kilómetros, y desde ahí comenzó a enviar la señal wifi a las casas de sus alumnos.
Con eso, el único niño que tiene celular, también recibe videos y clases grabadas, las comparte a sus compañeros y envía las tareas de todos a su profesor.
Cada martes va a la escuela, en su carro o en moto, atiende las consultas de sus estudiantes –con medidas de bioseguridad–, habla con padres y revisa que el servidor y la antena funcionen bien. En la zona aún no hay casos Covid-19. Dice que no tiene miedo. “Yo no quiero perder a ningún estudiante”, insiste.
Por estos días, otro maestro nominado al Nobel de Educación, Gerson Ames Gaspar, enseña Matemática por teléfono. “Yo también pensé que era imposible”, dice. Tres meses atrás, aparecía en los noticieros cuando caminaba 10 kilómetros para dictar clases a los alumnos que no accedían a Aprendo en casa.
Pero hoy enfrenta cambios: no hay visitas por el aumento de casos Covid-19 en Huancavelica y sí hay celulares porque los estudiantes trabajaron para conseguirlos. Esa es la realidad.
En plena pandemia, este docente, enemigo de lo memorístico, devoto de la experimentación, dicta las sesiones de Estadística solo con su voz: “¿Qué consumes más en la semana? ¿Arroz? A eso se le llama ‘moda’”, dice al otro lado del teléfono.
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Para Geometría, entonces, pide que identifiquen hexágonos en los panales de abejas. Cada adolescente, que antes elegía la carpeta más cómoda en el colegio Mariscal Cáceres, ahora busca la zona con más señal del distrito de Pampas, en Tayacaja, dentro del Vraem.
Sus 120 estudiantes, de 14 a 16 años, están divididos en cuatro grupos: el primero, el de la ciudad, trabaja con videoconferencias; el segundo sintoniza Aprendo en casa por radio y televisión y le envía resúmenes; el tercero, de jóvenes con asistencia menos constante, trabaja proyectos; y el cuarto, quienes se dedican al campo o cuidan a sus hermanos, sigue actividades instructivas y recibe clases por teléfono, como las de Geometría y los panales de abejas.
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El profesor Gerson ha logrado que sus alumnos sigan en clases, incluso cuando ya se mudaron de región. El docente busca mantener vivo su método Ruwaspa Yachani (aprendo haciendo, en quechua), que combina cálculos matemáticos, tecnologías de la información y comunicación (TIC), material reciclado y, sobre todo, las vivencias de cada uno.
Los proyectos nacen en su entorno: los sembríos, los panales, los contenedores de agua. El maestro caminante, ahora desde su casa, coloca una tela verde en una pared, se filma y edita los videos. Los nominados al Nobel de la Educación, en tiempos de pandemia, buscan que sus alumnos trasciendan. Ellos ya lo hicieron.
Necesidad. En la comunidad de Nuevo Porvenir, de Cajamarca, se requieren planes de datos a fin de masificar el servicio educativo.
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Comunidad. Guillermo Guevara y Gerson Ames fueron los iniciadores de la Comunidad de Docentes Innovadores del Perú y del Primer Foro Nacional de Estudiantes Líderes. Han obtenido varios premios como Maestro excelencia y Maestro que deja huella.
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